Tarde, pero seguro...
Al fin actualizo! D:
Debo de confesar que se me hizo bastante dificil escribir este capítulo y no se porqué... Sólo espero que les guste y que consideren que la espera valió la pena.
Ya estamos casi casi en la recta final de la historia ^^
La
habitación se encontraba en penumbras, iluminada tenuemente por la lámpara de
la mesilla, las cortinas corridas. Sólo se escuchaba el húmedo sonido que
producían el roce de nuestros labios y nuestras respiraciones un tanto agitadas;
Jun comenzó a levantar con lentitud mi camiseta, dejando mi cintura al
descubierto, mordisqueando mi labio inferior con suavidad antes de separarse de
mí para quitarme la prenda en color negro, y haciendo lo mismo con su camisa,
la cual fue a parar al suelo. Sus cálidos labios se posaron sobre mi cuello,
besándome con una delicadeza desconocida e algo inusual en él.
-
Quiero que esta noche sea inolvidable para ambos…- susurró en respuesta,
acariciando mis caderas con lentitud, rozando el dedo índice por la cinturilla
de mis pantalones, haciéndome estremecer con aquél simple roce. Tomé su rostro
por la barbilla y le besé en los jugosos labios apasionadamente, dejando
escapar un jadeo en cuanto su intrépida lengua se coló en mi cavidad,
acariciando la mía incesantemente mientras su dedo se detenía justo en el botón
de mis vaqueros.
Enrosqué
mis brazos alrededor de su cuello para atraerlo más a mí, sintiendo como su
calor, su cercanía y su aroma estaban enloqueciéndome a cada momento. Con tan
solo unos cuantos besos ya me encontraba al borde de la lujuria y mi cuerpo no
hacía otra cosa que no fuese pedir más y más de él. Con un suspiro, tiré de su
labio inferior con los dientes, encontrándome con una mirada llena de malicia
que caló hasta lo más profundo de mi ser.
- ¿Ya
te encuentras tan ansioso y siquiera hemos empezado?- susurró levantando una
ceja, dejando que su dedo se paseara por el notorio bulto en mi entrepierna.
-
Jun es que…- me detuve, sintiendo como las mejillas me ardían por aquella
interrogante. Era increíble que él se encontrase tan tranquilo, tan apaciguado,
cuando todo dentro de mí se encontraba hecho nada por los nervios y por la
misma excitación; estaba muy mal y lo único que deseaba era que J me tomase
entre sus brazos y me hiciese suyo ya mismo.
- ¿Es
que qué, Kazu?- inquirió nuevamente, acariciando mi endurecido miembro con la
mano por encima de la tela, haciéndome jadear nuevamente.
-
Que deseaba mucho volver a sentir esto… -respondí quedamente, cerrando los ojos
mientras me abandonaba a la deliciosa sensación de placer que me daban las
caricias que J me propinaba- Te eché tanto de menos, J…
- Yo
también te eché de menos, Nino- musitó en respuesta, dejando escapar un suspiro
en cuanto me escuchó gemir nuevamente.
Sin
darme tiempo a nada, bajó el cierre de mis pantalones y los desabotonó, tirando
de ellos con fuerza hacia abajo con todo y mi ropa interior, dejándome desnudo
por completo frente a él. Me regaló una mirada cargada de deseo que me hizo
ruborizar por completo nuevamente. Tomó posesión de mi boca con un acalorado
beso, mientras una mano se ceñía en torno a mi miembro, regalándole vigorosas sacudidas
que me hicieron delirar del placer.
Moví
las caderas instintivamente hacia atrás y hacia delante, deseoso de continuar
sintiendo sus caricias, cerrando los ojos con fuerza y mordiendo mi labio
inferior en cuanto él aumentó el ritmo, apretando mi dureza con sus dedos
mientras su mano se deslizaba por la longitud de mi erección, logrando que se
escapasen algunos gemidos que intenté contener. Me encontraba preso del placer,
mi piel se erizó desde la cabeza a los pies y lo único que deseaba era sentirlo
dentro de mí.
-
J…- ronroneé, sosteniéndome con fuerza de las sabanas, sintiendo como me
abandonaba lo poco que me quedaba de autocontrol. A pesar de tener los ojos
cerrados, podía imaginar la mirada que me dedicaba en aquel momento; sabía más
que nadie que la mayor debilidad de Jun era verme jadeante, sumiso, y excitado
entre sus brazos, tal y como me encontraba en estos momentos - Detente…
necesito…- pero un nuevo jadeo interrumpió mi frase. Sentí como mi miembro se
endurecía un poco más por las caricias que me propinaba, en una deliciosa
vorágine de dolor y placer que me hizo arquear la espalda por la intensidad. Si
continuaba así iba a correrme y todavía no quería hacerlo, no sin él.
- ¿Sí?
¿Necesitas?...- susurró contra mis labios, haciendo que se rozasen cada vez que
musitaba una palabra.
- Te
quiero dentro de mí, ¡no puedo esperar más!- exclamé abriendo los ojos,
encontrándome con un brillo de malicia en los suyos; estaba haciéndolo adrede
para desesperarme, y efectivamente, lo había logrado.
Jun
suspiró y me besó en la punta de la nariz antes de detener sus caricias y
ponerse de pie, quitándose los pantalones. Ahogué un gemido al ver como su pene
se apretaba bochornosamente contra sus boxers, exigiendo ser liberado. En
cuanto J se deshizo de ellos, mordí mi labio inferior al verlo totalmente
erguido.
Él
volvió a subirse en la cama, acomodándose encima mío, tomando mis piernas con
delicadeza y dejándolas alrededor de su estrecha cintura; besándome
apasionadamente mientras me introducía un dedo con lentitud. Arqueé la espalda
nuevamente, volviendo a estremecerme por aquella deliciosa, aunque un poco
dolorosa intromisión. Con suavidad movía su dedo dentro de mí, introduciéndolo
y sacándolo muy despacio, excitándome a tal punto que en cuanto penetró el
segundo fui incapaz de sentir dolor, lo único que podía sentir era un
indescriptible placer.
- ¿Estás
listo?- inquirió con dificultad, mirándome a los ojos; asentí y él esbozó una
hermosa sonrisa que hizo que me diera un vuelco el corazón. Dejó la punta de su
miembro justo en mi entrada y me tomó de las manos, entrelazando sus dedos con
los míos mientras nos hacíamos uno. Ambos gemimos al unísono en cuanto J estuvo
por completo dentro de mí, comenzando a mover las caderas con aquel lento vaivén,
con suaves estocadas que incrementaron más mi excitación, como si aquello fuese
posible.
Un
forzado gemido se escapó de mi garganta; al paso que continuábamos no podría
soportar más, me encontraba muy mal y Jun, con sus movimientos, sus besos, el
calor que emanaba su cuerpo, sus gemidos… Todo en conjunto no hacía más que
llenarme de un deseo casi enfermizo por él.
J se
inclinó a besar mi cuello, besándolo con intensidad mientras aumentaba el ritmo
en sus embestidas, golpeando sádicamente mi cavidad con su endurecido falo.
Suspiré en cuanto sentí sus dientes mordisqueando mi sensibilizada piel
mientras yo movía las caderas a su ritmo, buscando más roce, más placer, más,
muchísimo más…
Nuestros
cuerpos se encontraban sudados, y el eco de nuestros gemidos resonando en toda
la habitación; mi chico bajó una de sus manos para acariciar mi desatendido
miembro, sin dejar de propinarme rápidas embestidas. Y las oleadas de placer
volvieron a tomar posesión de mi cuerpo; tenía la vista nublada y el respirar con
normalidad era más que una proeza. Tomé su rostro por las mejillas, besándolo
nuevamente mientras me abandonaba a aquella magnifica sensación. Dejé escapar
un prolongado gemido cargado de placer en el momento justo en que derramaba mi
esencia en su mano, volviendo a jadear en cuanto J se corrió, llenándome con
sus cálidos fluidos.
Se
dejó caer agotado sobre mí, hundiendo su rostro en mi cuello mientras ambos
luchábamos por encontrar un poco de oxígeno. Débilmente esbocé una sonrisa,
hundiendo los dedos en su pelo y acariciándolo con suavidad, disfrutando de uno
de los momentos más especiales de mi vida, el cual nunca olvidaría.
Aquella
noche nos quedamos en la cama, platicando de mil y un cosas, abrazándonos,
besándonos sin parar. Deseosos de que aquel momento nunca llegase a su fin.
-
Cuando Sho me dijo lo que habías hecho…- suspiró con pesadez- Joder, quise
morirme, ¿sabías? Me pregunté una y mil veces qué iba a hacer con mi vida si tu
no sobrevivías, y me sentía culpable. Pues reconocía que mis palabras te habían
empujado a hacer eso.
-
Fui un idiota, J- contesté mirándole a los ojos, bajando la vista para ver
nuestras manos entrelazadas- No debí hacerlo, pero en aquél momento sentí que
era la mejor opción. Era terrible, eso de visitar psicólogos, tener a una
señora que me decía a diario que era un psicótico, todos encima de mí,
queriendo saber qué hacía, que pensaba… -mordí mi labio inferior antes de
continuar- Sé que lo hacían con buenas intenciones, pero yo en realidad lo
único que necesitaba era tenerte a mi lado- confesé apenado.
- Si
tan solo hubiese escuchado tus advertencias…
-
Shh, no es momento para eso ya- le interrumpí con una sonrisa- Ahora aprendiste
la lección y no vas a volver a consumir esa porquería nunca más, ¿verdad?-
inquirí en un tono conciliador que rayaba casi en lo maternal
-
Por supuesto que no, no quiero volver a pasar otra odisea como esta- negó con
la cabeza, besándome en la frente- Extraño mucho a mi familia, a los chicos y
ni hablar de ti.
- Yo
también te extrañaba demasiado- susurré, abrazándole con fuerza.
- ¿Cómo
se porta Riida contigo?- inquirió después de un largo silencio
- ¿Oh-chan?
Como un ángel, es el que menos me ha atosigado, aunque no puedo negarte que
estuvo igual de preocupado, como todos- respondí con una sonrisa- Pero, en
cuanto al incidente aquel, todo se encuentra bien; él se disculpó conmigo y
acordamos sepultar ese asunto- Jun asintió- ¿Aún sigues molesto por eso?
-
No, echo demasiado de menos a Riida como para seguir molesto, además, él es un
caballero, y sabía que no iba a volver a ocurrir eso entre ustedes, yo solo
pregunté porque no quería que se distanciasen por eso.
-
Todo está bien, todo se encuentra estupendamente bien- aseguré en voz baja
cerrando los ojos mientras el cansancio iba haciendo mella en mí, y mientras me
quedaba dormido, podría jurar que Jun me había dicho nuevamente que me amaba,
haciéndome sentir el ser más feliz y afortunado del planeta.
By Jun
Habría
dado mi vida porque aquella noche nunca llegase a su fin.
Sonreí
nuevamente al observar a la hermosa criatura que dormía entre mis brazos; con
la pequeña boca ligeramente entreabierta, y completamente despeinado. Tenía los
labios enrojecidos e hinchados a causa de tantos besos y el atisbo de una tonta
sonrisa, quizás se encontraba en medio de un sueño, o simplemente, al igual que
yo, no podía creer lo que había sucedido entre nosotros horas antes.
No
imaginaba que él tendría la osadía de viajar hasta Seúl a verme.
Cuando
lo vi escondido en las escaleras del edificio, pensé que estaba delirando o que
de tanto extrañarlo ya me imaginaba que le veía en todas partes; pero no, Nino
estaba allí, había ido sólo para verme, a pesar de que consideraba que no merecía
nada de aquello.
Después
de dos meses sin estar a su lado, dos infernales meses que para mí habían
parecido milenios, por fin volvía a verle, abrazarle, escuchar su melódica
risa, sus pucheros involuntarios y la manera graciosa en que fruncía los
labios.
No
quería separarme de él, no quería que amaneciera.
No
había dormido en toda la noche, observándole mientras él lo hacía, pues no sabía
con exactitud cuándo volvería a verle mientras continuase aquí, y es por eso
que quería aprovechar el tiempo al máximo.
Nino
se aferró más a mí, sin abrir los ojos aún; yo le abracé con más fuerza,
cerrando los ojos con lentitud, aspirando el olor de su pelo, quedándome
dormido sin darme cuenta.
Desperté
sobre las nueve, Nino se encontraba en la ducha y mientras aún estaba tirado en
la cama, él comenzó a vestirse, poniéndose un vestido en azul claro, leggins
negros y la peluca, haciendo una mueca graciosa en cuanto estuvo listo.
- ¿Qué
tal me veo?
-
Hermosa- respondí conteniendo la risa. Mi novio me fulminó con la mirada,
inclinándose a tomar uno de los cojines de mi cama, que al parecer había caído
al suelo mientras dormíamos, arrojándomelo a la cara.
- ¡Baka!-
exclamó sacándome la lengua, cruzándose de brazos finalmente.
En
cuanto me duché y me vestí, hice algo ligero para desayunar; mientras comíamos
no dejábamos de tomarnos el pelo y reír, retrasando más el momento, aunque
ambos sabíamos que ya se acercaba la hora en la que Nino se tuviese que ir, y
que yo volviese a mi vida de presidiario.
Cuando
Midõ llamó gentilmente a la puerta de mi apartamento, supe que ya Nino debía
irse; con pesadumbre, él se puso de pie y se dirigió hasta el recibidor,
conmigo pisándole los talones, literalmente, comenzando a calzarse con
lentitud, sin decir siquiera una palabra. Sabía que para él, esto era mucho más
difícil que para mí.
-
Vamos a volver a vernos, ¿verdad?- inquirió casi en un susurro, mirándome a los
ojos
- No
sé cómo lo haremos, pero, si- asentí- vamos a volver a vernos, Kazu…- confirmé.
Esbozó una sonrisa y me abrazó con fuerza, levantando ligeramente el rostro. Acaricié
una de sus mejillas con dulzura antes de besarle en los labios con delicadeza.
Fue un beso largo, intenso, en el que expresamos todo lo que sentíamos en aquél
momento.
-
Prometo llamarte siempre, pues me regreso a Japón mañana…- susurró contra mis
labios, sin abrir los ojos aun- No quiero irme, J.
- Yo
tampoco quiero que te vayas, pero…- las palabras murieron en mi boca, pues Nino
había vuelto a besarme. Me tomaba con fuerza por la camiseta, rozando su lengua
contra la mía con extremada delicadeza, haciéndome estremecer por lo íntimo de
su contacto.
Nos
separamos lentamente, regalándonos un último abrazo. Nino sonrió y me besó en
la mejilla.
- No
olvides que te amo, J
-Yo
te amo más…- musité quedamente antes de tomar una de sus manos con delicadeza y
depositarle un beso en el dorso, sintiendo como el corazón me latía
alborotadamente al verlo cruzar el umbral de mi puerta, no sin antes dedicarme
una de aquellas sonrisas que sólo él sabía darme.
Nooo! otra vez se separan TOT
ResponderEliminaren verdad que fue fugas esa visita despues
de tanto que han pasado :(
senti su tristeza al separarse de nuevo
mi ♥ se encongio T.T
pero a pesar de ello se aman mucho y al saberlo se ha echomas fuerte su relación. ♥♥♥♥♥
MATSUMIYA Forever!<33333
Gracias iza*-*