lunes, 25 de marzo de 2013

Cuidado con lo que deseas


Género: Shonen ai, fantástico (?), un poco de angst.
Pareja: Sakuraiba y la participación especial de Nino :3
Extensión: Two Shot.



Aquel día prometía ser el mejor de mi vida. Pero tal y como iban presentándose los acontecimientos, me di cuenta de que sería totalmente lo contrario… Me había ido fatal en el examen de matemáticas y de eso dependía el futuro de mis estudios, pues si quería ir a Keio, debía de tener notas sobresalientes y un mísero punto menos era suficiente para negarme el estar allí, y aquello me tenía realmente preocupado.

Mire el reloj de pulsera, eran casi las cuatro de la tarde y él no había llegado aún. Se suponía que nos encontraríamos a las 2:30, pero Aiba no daba señales de vida, y eso me tenía más molesto todavía. Odiaba que me dejasen plantado, detestaba que me dejaran esperando y el muy idiota no me había avisado siquiera que no llegaría y tampoco me respondía el móvil cuando le llamaba.

- ¿En dónde demonios estás Aiba?- murmuré para mis adentros, acomodándome en la pequeña banca en el parque que se encontraba a unas cuadras del colegio; una pareja pasó frente a mí, ambos sonrientes y tomados de la mano. Tuve ganas de golpearlos… definitivamente, estaba molesto con el mundo.

Unos quince minutos después decidí llamar nuevamente a Aiba, pues esta mañana cuando nos vimos en el colegio quedamos de vernos aquí, por lo que dudo que se le haya olvidado nuestra salida. Él era mi mejor amigo, la persona que más quería en todo el mundo, a pesar de que fuésemos dos personas completamente diferentes.

Yo pertenecía al grupo de los estudiantes sobresalientes del colegio, me esforzaba por mantener A+ en todas las asignaturas, tres de las mejores universidades del país podrían enviarme cartas para becarme, y siempre, siempre he sido estudiante meritorio de todos los cursos pasados. Aiba, por el contrario, era más holgazán, pertenecía al equipo de basketball del colegio y debía de admitir que se le daba bastante bien, aunque con las demás asignaturas fuese un completo desastre; era distraído, se dormía en clase y siempre se llevaba alguna reprimenda de los profesores por su comportamiento algo atolondrado, pero aun así, éramos inseparables.

Nos conocimos desde primaria y desde aquel entonces hemos estado siempre juntos, aunque la gente a nuestro alrededor no comprendía como alguien como yo podía ser amigo de alguien como él, pero es que dejando de lado las tonterías, los comentarios sin sentido, las torpezas y las metidas de pata de Masaki, era la persona más noble que había conocido en toda mi vida, y es por eso que éramos mejores amigos.

Aquella tarde saldríamos porque, según él, tenía una sorpresa para mí, pero por lo que veía, la sorpresa seria otro día. Me moría de ganas por saber que tenía preparado; soy una persona impaciente y las sorpresas me desesperan.

- ¿Moshi moshi?- contestó Aiba después de que el móvil hubiese sonado tres veces
- ¿Dónde estás Masaki? Llevo casi dos horas esperando por ti…- dije con voz apacible
- Gomen ne, Sho-chan… Es que se me presentó algo- se disculpó, en el fondo, se escuchaba una voz femenina
- ¿Qué sucedió?- inquirí
- Estoy con Becky…- al escuchar aquel nombre, sentí como la sangre comenzaba a hervirme en las venas. Es decir que había dejado de salir conmigo para irse con ella?
- Me parece perfecto Aiba, me dejas esperando por ti aquí sentado por dos horas, ¡dos malditas horas!- exclamé con dureza, interrumpiéndole- sin importarte un coño si estoy bajo la lluvia o bajo el sol, siquiera te limitas a avisarme y simplemente te largas con Becky por ahí… ¡Eso no lo hace un amigo!
- Pero Sho-chan, no sabes lo que pasó- protestó
- No, no lo sé, y tampoco me interesa saberlo. Me iré a casa, y permíteme agradecerte por hacerme sentir como el estúpido más grande del planeta. ¡Espero que la pases súper en tu cita con Becky!- dije finalmente antes de terminar la llamada y apagar el móvil. Algo me decía que estaba siendo irracional y actuando incorrectamente, pero, es que cuando se trataba de ella no podía evitar el ponerme así.

Becky era una chica del aula de Aiba, la cual estaba enamorada de él y siempre buscaba cualquier pretexto para estar cerca de él, y el muy tonto, terminaba siguiéndole la corriente, haciendo lo que ella quería, y cancelando sus planes conmigo para pasársela con ella, tal y como hoy.

Sabía que me estaba comportando de una manera estúpida e infantil, pero no podía evitarlo, hoy, precisamente hoy, necesitaba estar con mi mejor amigo para distraerme y olvidar lo mal que me había ido hoy en la escuela. Pero, por caprichos de Becky, aquello tampoco podría ser posible.

Mierda de día.


Llegué a casa irradiando chispas, con ganas de encerrarme en la habitación hasta que se me pasara el enojo. Al apenas entrar, mis hermanos me dieron la bienvenida, mientras mi mamá se encontraba ataviada corrigiendo exámenes de sus alumnos; me dedicó una sonrisa y me dio la bienvenida antes de concentrarse en su labor.

- Sho-chan- me llamó justo cuando iba a empezar a subir las escaleras. Me detuve y alcé las cejas en respuesta
- ¿Si mamá?-
- ¿Podrías ayudar a tu hermanitos a hacer las tareas? Ahora mismo me encuentro ocupadísima y creo que no tendré tiempo para ayudarles, cuando termine tendré que ir a la universidad a llevarlos y luego regresar a hacer la cena- me miró suplicante
- Mamá… Yo tampoco puedo ayudarlos, tengo que estudiar también- contesté secamente- Hoy me fue fatal en el examen de matemáticas y es probable que tenga que repetirlo…
- Pero Sho, solo te tomará una hora de tu tiempo-
- Lo sé, pero yo no tengo tiempo. Que se la apañen solos, como puedan; yo a su edad no andaba molestando a nadie para hacer tareas… Dime, ¿qué hubiesen hecho si yo no hubiera estado aquí?- inquirí cruzándome de brazos, mi mamá se bajó la montura de los lentes para observarme mejor
- ¿Qué demonios estás diciendo? Tu padre y yo te ayudábamos en todo lo que podíamos, además, no estoy pidiéndote algo tan complicado… Es simplemente que ayudes a tus hermanitos con las tareas. Es lo único que te pido. Yo tengo que trabajar, cuidarlos, cocinar para ustedes, ayudarles con lo que necesiten y NUNCA me quejado, entonces, ¿quiere decir que no cuento con la ayuda de mi hijo mayor? ¿Siquiera porque son tus hermanitos?- me miró dolida-
- Tengo demasiadas cosas encima, tengo problemas, y este día ha sido horrible mamá, tampoco es para tanto- contesté encogiéndome de hombros
- Claro, tus problemas, tus cosas, tú, tú, tú… Eres demasiado egoísta Sho, y si continuas así, ¡nunca serás feliz!- suspiró pesadamente- Ya, vete a tu habitación, yo ayudaré a tus hermanitos como pueda y le diré a tu padre que lleve los exámenes a la universidad…
Abrí la boca para decir algo, pero en estos momentos no me apetecía soportar uno de los dramas de mamá, así que sostuve la mochila con fuerza y subí hasta mi habitación, encerrándome al entrar.

Menuda manera de terminar el día… Ahora peleado con mi mamá.


Pero es que ella siempre quería que yo hiciese algo, que estuviese todo el día al pendiente de mis hermanos y aunque ella no quisiera entenderlo, yo tenía una vida y asuntos que atender.

- ¿Por qué las cosas son tan difíciles?- pregunté dejándome caer en la cama, mirando hacia el techo- ¿Por qué los demás a mi alrededor no me comprenden? ¿Acaso era tan difícil que Aiba saliera conmigo? ¿Era tan difícil que mamá entendiera que a veces las cosas no son cuando ella las quiere?... Mierda- murmuré entre dientes

- Los humanos son tan, pero tan ruidosos…- escuché que dijo una voz masculina. Al rodar los ojos me encontré con un chico a mi lado. Me paré de la cama de un salto y me puse ambas manos en la boca para evitar gritar; el muchacho hizo una mueca graciosa antes de sonreírme.
- ¿¡Quién diablos eres tú!? ¿Y qué buscas en mi habitación? ¿Cómo demonios entraste?- exclamé tomando uno de los trofeos que tenía en un lateral de la habitación, utilizándolo como arma por si intentaba acercarse a mi
- Ah, había olvidado los asustadizos que son también…-
- ¿Quién diablos eres tú?- pregunté blandiendo el trofeo como si fuese un cuchillo, observando detenidamente a la persona frente a mí. Era delgado, muy delgado; mucho más bajo de estatura que yo, llevaba el pelo de color castaño y el flequillo le ocultaba la frente, tenía la tez muy blanca, labios finos, ojos marrones, vivarachos y brillosos, y un llamativo lunar en la barbilla; aparte de que tenía un aura, una vibra diferente… Pero debía de admitir que era realmente hermoso.
- Soy Kazunari, pero puedes llamarme Kazu. Y estoy aquí para ayudarte a cambiar la triste vida que llevas…- contestó apoyándose contra el escritorio que se encontraba frente a la cama
- Ja, ja, ja…- reí sin gracia- Ya deja de bromear, eso solo pasa en películas
- Pues, en esta vida también. Soy un ser mágico y vengo a ayudarte- dijo volviendo a sonreír
- Si claro, y yo soy Santa Claus…-
- Vine a ayudarte, a buscar una solución para que no te sientas mal por lo de Aiba y tu madre… Ah, y por el examen no te preocupes, lo aprobaste- abrí los ojos como platos.

¿Será que tenía razón? ¿O aquello era producto de mi cerebro atrofiado por tanto estudio la noche anterior?

- ¿Entonces eres un hada?- el chico me miró entrecerrando los ojos, negando con la cabeza lentamente. Tomó una bocanada de aire antes de contestar
- No.
- ¿Eres un elfo?- inquirí reprimiendo una sonrisa
- Te dije que soy un “ser mágico”, ni hada, ni brujo, ni elfo. Si vuelves a burlarte de mí, te voy a convertir en un puercoespín- señaló con dureza, causándome gracia de la manera chillona en que sonó su voz
- De acuerdo, Kazunari-sama… Usted es un “ser mágico” y yo no lo volveré a cuestionar- sonreí
- Bien. Eso espero- se quitó una pelusa imaginaria de la sudadera púrpura que llevaba y esbozó una sonrisa antes de volver a hablar- Vine porque te escuché hablar… Te sientes mal por el día que has tenido, y lo mala que es la gente y que bla, bla, bla… y yo voy a cambiarte la vida-
- ¿En serio?- abrí los ojos como platos
- Si- asintió- escuché cuando le preguntaste a tu madre, que… qué harían si no estuvieras, y yo- se puso la mano en el pecho en un gesto de modestia- me ofrecí a responderte esa pregunta. Voy a mostrarte qué sería de tus seres queridos si no estuvieras; ¿qué harían? ¿A quién le pedirían ayuda? ¿Y a quién amarían si tú no existieras?... ¿te gustaría saberlo?- enarcó una ceja, mirándome fijamente.

Bajé la mano en la que tenía el trofeo, pensando en lo que el ser me decía… Realmente quería saber si era cierto que podía hacer eso, tenía curiosidad; quería ver cómo les iría a todos sin mí, pero al mismo tiempo tenía miedo, me aterraba un poco el descubrir como seria aquella realidad sin mí.

- Ehm…- musité pensativo
- ¿Quieres saber o no?- la mirada que me daba Kazunari me intimidaba, impidiéndome reaccionar siquiera
- Etto…- me rasqué en la nuca, incómodo, pensando una respuesta
- ¿Quieres o no?- volvió a preguntar, acercándose lentamente hacia mí
- Bueno, supongo que no pierdo nada con saber- contesté más para mí mismo que para él- Kazunari continuaba mirándome- Sí, quiero saberlo- añadí alzando la voz
- Bien, entonces, vas a saberlo ya mismo- agitó la mano izquierda, de la cual comenzaron a salir extraños destellos en un color amarillo. Sentía como los párpados me pesaban, y lentamente se me cerraban; Kazunari me sonrió, diciéndome adiós con la mano derecha, y fue lo último que vi antes de que todo se volviese negro.



Abrí los ojos con lentitud, parpadeando para acostumbrarme a los rayos del sol de la tarde que se colaban por la ventana. En ese momento caí en cuenta de que estaba dormido en el suelo; me incorporé y miré el lugar en donde me encontraba. Era mi habitación, pero al mismo tiempo, no lo era…

Las paredes estaban pintadas en un tono azul cielo, nada de los posters que yo tenía en ellas, la cama se encontraba justo en el medio de la habitación, no estaba mi escritorio, ni mis libros, siquiera mis trofeos, en aquel lugar no había nada que me perteneciera.

Me puse de pie, examinando el lugar con la vista; fui hasta el closet y el corazón me dio un vuelco al encontrarlo vacío. Aquello no podía ser cierto, pensé que lo del ser mágico era un sueño, pero, me estaba sintiendo asustado, pues resultaba que estaba siendo una realidad.

- Voy a ver cómo están las cosas ahí afuera…- musité en voz baja, saliendo de la habitación a hurtadillas; la casa se encontraba en silencio. Y no había nadie en el pasillo. Al observar las fotografías colgadas en la pared, en las cuales estaban mis padres y mis hermanitos, vi una foto de la boda de mis papás, una foto de mi hermana menor modelando un kimono... un sinnúmero de recuerdos en los cuales yo no estaba. Al parecer, Kazunari no estaba bromeando.

Un estruendo sonó en la planta baja, como si algo se hubiese caído o explotado, luego la voz de mi madre, gritándole a mi hermanita.


- ¡Mai-chan! ¡Ven aquí!
- ¡Eres injusta mamá! Todos mis amigos irán a ese lugar y como siempre, ¡tú no me quieres dejar ir!- exclamó Mai sentándose en el sofá, mamá apareció detrás de ella, mirándola con gesto cansado
- Es que, no puedes dejar a tu hermanito solo, y tu papá y yo no podemos atenderlo. Además, sabes perfectamente que yo no soy partidaria a excursiones a la playa, podría pasarte algo- contestó mi madre severamente
- ¡Usas eso como excusa para dejarme como esclava aquí ayudando en la casa, porque eso es lo único que te importa!-
- No voy a discutir más, ¡no irás y punto!- Mai se cruzó de brazos, toda enfurruñada; y al verla, sentí pena por ella, realmente quería que fuese a aquel viaje con sus amigos. Me quedé de pie frente a mamá y le dije
- No te preocupes, yo me quedo con él, ¿ne?- sonreí
Pero mamá se quedó en silencio, de hecho, ni siquiera me miraba. Estaba mirando a mi hermana antes de soltar un lastimero suspiro y regresar a la cocina; Mai, quien se había quedado a solas, comenzó a llorar amargamente antes de irse escaleras arriba hasta su habitación. Ninguna de ellas había notado mi presencia.


- ¿Pensabas que era una broma? Yo jamás digo mentiras- musitó Kazunari apareciendo justo a mi lado, mirándose los zapatos, indiferente.
- Jamás lo dije- contesté después de unos segundos
- Pero lo pensaste…- sonrió- Bienvenido a una realidad sin ti- añadió antes de desaparecer con la misma rapidez que llegó.


1 comentario:

  1. kyaaaah!! esto esta interesante *-*
    mi kazu le cumplio a sho su deseo(?)XDD
    ahora va ver y sentir la vida sin él
    waaa solo de pensar que aiba puede estar casado con becky en esa vida waaa D: pobre
    sho le va dar un infarto >.<
    bueno ya empece a sacar conclusiones :P
    pero espero la conti.. con ansias! *0*

    Arigatou! iza♥

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