Género: Shonen ai, fantástico (?), un poco de angst.
Pareja: Sakuraiba y la participación especial de Nino :3
Extensión: Two Shot.
Aquel día prometía ser el
mejor de mi vida. Pero tal y como iban presentándose los acontecimientos, me di
cuenta de que sería totalmente lo contrario… Me había ido fatal en el examen de
matemáticas y de eso dependía el futuro de mis estudios, pues si quería ir a
Keio, debía de tener notas sobresalientes y un mísero punto menos era
suficiente para negarme el estar allí, y aquello me tenía realmente preocupado.
Mire el reloj de pulsera,
eran casi las cuatro de la tarde y él no había llegado aún. Se suponía que nos
encontraríamos a las 2:30, pero Aiba no daba señales de vida, y eso me tenía
más molesto todavía. Odiaba que me dejasen plantado, detestaba que me dejaran
esperando y el muy idiota no me había avisado siquiera que no llegaría y
tampoco me respondía el móvil cuando le llamaba.
- ¿En dónde demonios estás
Aiba?- murmuré para mis adentros, acomodándome en la pequeña banca en el parque
que se encontraba a unas cuadras del colegio; una pareja pasó frente a mí,
ambos sonrientes y tomados de la mano. Tuve ganas de golpearlos…
definitivamente, estaba molesto con el mundo.
Unos quince minutos después
decidí llamar nuevamente a Aiba, pues esta mañana cuando nos vimos en el
colegio quedamos de vernos aquí, por lo que dudo que se le haya olvidado
nuestra salida. Él era mi mejor amigo, la persona que más quería en todo el
mundo, a pesar de que fuésemos dos personas completamente diferentes.
Yo pertenecía al grupo de
los estudiantes sobresalientes del colegio, me esforzaba por mantener A+ en
todas las asignaturas, tres de las mejores universidades del país podrían
enviarme cartas para becarme, y siempre, siempre he sido estudiante meritorio
de todos los cursos pasados. Aiba, por el contrario, era más holgazán, pertenecía
al equipo de basketball del colegio y debía de admitir que se le daba bastante
bien, aunque con las demás asignaturas fuese un completo desastre; era
distraído, se dormía en clase y siempre se llevaba alguna reprimenda de los
profesores por su comportamiento algo atolondrado, pero aun así, éramos
inseparables.
Nos conocimos desde
primaria y desde aquel entonces hemos estado siempre juntos, aunque la gente a
nuestro alrededor no comprendía como alguien como yo podía ser amigo de alguien
como él, pero es que dejando de lado las tonterías, los comentarios sin
sentido, las torpezas y las metidas de pata de Masaki, era la persona más noble
que había conocido en toda mi vida, y es por eso que éramos mejores amigos.
Aquella tarde saldríamos
porque, según él, tenía una sorpresa para mí, pero por lo que veía, la sorpresa
seria otro día. Me moría de ganas por saber que tenía preparado; soy una
persona impaciente y las sorpresas me desesperan.
- ¿Moshi moshi?- contestó
Aiba después de que el móvil hubiese sonado tres veces
- ¿Dónde estás Masaki?
Llevo casi dos horas esperando por ti…- dije con voz apacible
- Gomen ne, Sho-chan… Es
que se me presentó algo- se disculpó, en el fondo, se escuchaba una voz
femenina
- ¿Qué sucedió?- inquirí
- Estoy con Becky…- al
escuchar aquel nombre, sentí como la sangre comenzaba a hervirme en las venas. Es
decir que había dejado de salir conmigo para irse con ella?
- Me parece perfecto Aiba,
me dejas esperando por ti aquí sentado por dos horas, ¡dos malditas horas!-
exclamé con dureza, interrumpiéndole- sin importarte un coño si estoy bajo la
lluvia o bajo el sol, siquiera te limitas a avisarme y simplemente te largas
con Becky por ahí… ¡Eso no lo hace un amigo!
- Pero Sho-chan, no sabes
lo que pasó- protestó
- No, no lo sé, y tampoco
me interesa saberlo. Me iré a casa, y permíteme agradecerte por hacerme sentir
como el estúpido más grande del planeta. ¡Espero que la pases súper en tu cita
con Becky!- dije finalmente antes de terminar la llamada y apagar el móvil.
Algo me decía que estaba siendo irracional y actuando incorrectamente, pero, es
que cuando se trataba de ella no podía evitar el ponerme así.
Becky era una chica del
aula de Aiba, la cual estaba enamorada de él y siempre buscaba cualquier
pretexto para estar cerca de él, y el muy tonto, terminaba siguiéndole la
corriente, haciendo lo que ella quería, y cancelando sus planes conmigo para
pasársela con ella, tal y como hoy.
Sabía que me estaba
comportando de una manera estúpida e infantil, pero no podía evitarlo, hoy,
precisamente hoy, necesitaba estar con mi mejor amigo para distraerme y olvidar
lo mal que me había ido hoy en la escuela. Pero, por caprichos de Becky,
aquello tampoco podría ser posible.
Mierda de día.
Llegué a casa irradiando
chispas, con ganas de encerrarme en la habitación hasta que se me pasara el
enojo. Al apenas entrar, mis hermanos me dieron la bienvenida, mientras mi mamá
se encontraba ataviada corrigiendo exámenes de sus alumnos; me dedicó una sonrisa
y me dio la bienvenida antes de concentrarse en su labor.
- Sho-chan- me llamó justo
cuando iba a empezar a subir las escaleras. Me detuve y alcé las cejas en
respuesta
- ¿Si mamá?-
- ¿Podrías ayudar a tu
hermanitos a hacer las tareas? Ahora mismo me encuentro ocupadísima y creo que
no tendré tiempo para ayudarles, cuando termine tendré que ir a la universidad
a llevarlos y luego regresar a hacer la cena- me miró suplicante
- Mamá… Yo tampoco puedo
ayudarlos, tengo que estudiar también- contesté secamente- Hoy me fue fatal en
el examen de matemáticas y es probable que tenga que repetirlo…
- Pero Sho, solo te tomará
una hora de tu tiempo-
- Lo sé, pero yo no tengo
tiempo. Que se la apañen solos, como puedan; yo a su edad no andaba molestando
a nadie para hacer tareas… Dime, ¿qué hubiesen hecho si yo no hubiera estado
aquí?- inquirí cruzándome de brazos, mi mamá se bajó la montura de los lentes
para observarme mejor
- ¿Qué demonios estás diciendo?
Tu padre y yo te ayudábamos en todo lo que podíamos, además, no estoy
pidiéndote algo tan complicado… Es simplemente que ayudes a tus hermanitos con
las tareas. Es lo único que te pido. Yo tengo que trabajar, cuidarlos, cocinar
para ustedes, ayudarles con lo que necesiten y NUNCA me quejado, entonces, ¿quiere
decir que no cuento con la ayuda de mi hijo mayor? ¿Siquiera porque son tus
hermanitos?- me miró dolida-
- Tengo demasiadas cosas
encima, tengo problemas, y este día ha sido horrible mamá, tampoco es para
tanto- contesté encogiéndome de hombros
- Claro, tus problemas, tus
cosas, tú, tú, tú… Eres demasiado egoísta Sho, y si continuas así, ¡nunca serás
feliz!- suspiró pesadamente- Ya, vete a tu habitación, yo ayudaré a tus
hermanitos como pueda y le diré a tu padre que lleve los exámenes a la
universidad…
Abrí la boca para decir
algo, pero en estos momentos no me apetecía soportar uno de los dramas de mamá,
así que sostuve la mochila con fuerza y subí hasta mi habitación, encerrándome
al entrar.
Menuda manera de terminar
el día… Ahora peleado con mi mamá.
Pero es que ella siempre
quería que yo hiciese algo, que estuviese todo el día al pendiente de mis
hermanos y aunque ella no quisiera entenderlo, yo tenía una vida y asuntos que
atender.
- ¿Por qué las cosas son
tan difíciles?- pregunté dejándome caer en la cama, mirando hacia el techo- ¿Por
qué los demás a mi alrededor no me comprenden? ¿Acaso era tan difícil que Aiba
saliera conmigo? ¿Era tan difícil que mamá entendiera que a veces las cosas no son
cuando ella las quiere?... Mierda- murmuré entre dientes
- Los humanos son tan, pero
tan ruidosos…- escuché que dijo una voz masculina. Al rodar los ojos me
encontré con un chico a mi lado. Me paré de la cama de un salto y me puse ambas
manos en la boca para evitar gritar; el muchacho hizo una mueca graciosa antes
de sonreírme.
- ¿¡Quién diablos eres tú!?
¿Y qué buscas en mi habitación? ¿Cómo demonios entraste?- exclamé tomando uno
de los trofeos que tenía en un lateral de la habitación, utilizándolo como arma
por si intentaba acercarse a mi
- Ah, había olvidado los
asustadizos que son también…-
- ¿Quién diablos eres tú?-
pregunté blandiendo el trofeo como si fuese un cuchillo, observando
detenidamente a la persona frente a mí. Era delgado, muy delgado; mucho más
bajo de estatura que yo, llevaba el pelo de color castaño y el flequillo le
ocultaba la frente, tenía la tez muy blanca, labios finos, ojos marrones,
vivarachos y brillosos, y un llamativo lunar en la barbilla; aparte de que
tenía un aura, una vibra diferente… Pero debía de admitir que era realmente
hermoso.
- Soy Kazunari, pero puedes
llamarme Kazu. Y estoy aquí para ayudarte a cambiar la triste vida que llevas…-
contestó apoyándose contra el escritorio que se encontraba frente a la cama
- Ja, ja, ja…- reí sin
gracia- Ya deja de bromear, eso solo pasa en películas
- Pues, en esta vida
también. Soy un ser mágico y vengo a ayudarte- dijo volviendo a sonreír
- Si claro, y yo soy Santa
Claus…-
- Vine a ayudarte, a buscar
una solución para que no te sientas mal por lo de Aiba y tu madre… Ah, y por el
examen no te preocupes, lo aprobaste- abrí los ojos como platos.
¿Será que tenía razón? ¿O
aquello era producto de mi cerebro atrofiado por tanto estudio la noche
anterior?
- ¿Entonces eres un hada?-
el chico me miró entrecerrando los ojos, negando con la cabeza lentamente. Tomó
una bocanada de aire antes de contestar
- No.
- ¿Eres un elfo?- inquirí
reprimiendo una sonrisa
- Te dije que soy un “ser
mágico”, ni hada, ni brujo, ni elfo. Si vuelves a burlarte de mí, te voy a
convertir en un puercoespín- señaló con dureza, causándome gracia de la manera
chillona en que sonó su voz
- De acuerdo,
Kazunari-sama… Usted es un “ser mágico” y yo no lo volveré a cuestionar- sonreí
- Bien. Eso espero- se
quitó una pelusa imaginaria de la sudadera púrpura que llevaba y esbozó una
sonrisa antes de volver a hablar- Vine porque te escuché hablar… Te sientes mal
por el día que has tenido, y lo mala que es la gente y que bla, bla, bla… y yo
voy a cambiarte la vida-
- ¿En serio?- abrí los ojos
como platos
- Si- asintió- escuché
cuando le preguntaste a tu madre, que… qué harían si no estuvieras, y yo- se
puso la mano en el pecho en un gesto de modestia- me ofrecí a responderte esa
pregunta. Voy a mostrarte qué sería de tus seres queridos si no estuvieras; ¿qué
harían? ¿A quién le pedirían ayuda? ¿Y a quién amarían si tú no existieras?... ¿te
gustaría saberlo?- enarcó una ceja, mirándome fijamente.
Bajé la mano en la que tenía
el trofeo, pensando en lo que el ser me decía… Realmente quería saber si era
cierto que podía hacer eso, tenía curiosidad; quería ver cómo les iría a todos
sin mí, pero al mismo tiempo tenía miedo, me aterraba un poco el descubrir como
seria aquella realidad sin mí.
- Ehm…- musité pensativo
- ¿Quieres saber o no?- la
mirada que me daba Kazunari me intimidaba, impidiéndome reaccionar siquiera
- Etto…- me rasqué en la
nuca, incómodo, pensando una respuesta
- ¿Quieres o no?- volvió a
preguntar, acercándose lentamente hacia mí
- Bueno, supongo que no
pierdo nada con saber- contesté más para mí mismo que para él- Kazunari
continuaba mirándome- Sí, quiero saberlo- añadí alzando la voz
- Bien, entonces, vas a
saberlo ya mismo- agitó la mano izquierda, de la cual comenzaron a salir
extraños destellos en un color amarillo. Sentía como los párpados me pesaban, y
lentamente se me cerraban; Kazunari me sonrió, diciéndome adiós con la mano
derecha, y fue lo último que vi antes de que todo se volviese negro.
Abrí los ojos con lentitud,
parpadeando para acostumbrarme a los rayos del sol de la tarde que se colaban
por la ventana. En ese momento caí en cuenta de que estaba dormido en el suelo;
me incorporé y miré el lugar en donde me encontraba. Era mi habitación, pero al
mismo tiempo, no lo era…
Las paredes estaban
pintadas en un tono azul cielo, nada de los posters que yo tenía en ellas, la
cama se encontraba justo en el medio de la habitación, no estaba mi escritorio,
ni mis libros, siquiera mis trofeos, en aquel lugar no había nada que me
perteneciera.
Me puse de pie, examinando
el lugar con la vista; fui hasta el closet y el corazón me dio un vuelco al
encontrarlo vacío. Aquello no podía ser cierto, pensé que lo del ser mágico era
un sueño, pero, me estaba sintiendo asustado, pues resultaba que estaba siendo
una realidad.
- Voy a ver cómo están las
cosas ahí afuera…- musité en voz baja, saliendo de la habitación a hurtadillas;
la casa se encontraba en silencio. Y no había nadie en el pasillo. Al observar
las fotografías colgadas en la pared, en las cuales estaban mis padres y mis
hermanitos, vi una foto de la boda de mis papás, una foto de mi hermana menor
modelando un kimono... un sinnúmero de recuerdos en los cuales yo no estaba. Al
parecer, Kazunari no estaba bromeando.
Un estruendo sonó en la
planta baja, como si algo se hubiese caído o explotado, luego la voz de mi
madre, gritándole a mi hermanita.
- ¡Mai-chan! ¡Ven aquí!
- ¡Eres injusta mamá! Todos
mis amigos irán a ese lugar y como siempre, ¡tú no me quieres dejar ir!-
exclamó Mai sentándose en el sofá, mamá apareció detrás de ella, mirándola con
gesto cansado
- Es que, no puedes dejar a
tu hermanito solo, y tu papá y yo no podemos atenderlo. Además, sabes
perfectamente que yo no soy partidaria a excursiones a la playa, podría
pasarte algo- contestó mi madre severamente
- ¡Usas eso como excusa
para dejarme como esclava aquí ayudando en la casa, porque eso es lo único que
te importa!-
- No voy a discutir más, ¡no
irás y punto!- Mai se cruzó de brazos, toda enfurruñada; y al verla, sentí pena
por ella, realmente quería que fuese a aquel viaje con sus amigos. Me quedé de
pie frente a mamá y le dije
- No te preocupes, yo me
quedo con él, ¿ne?- sonreí
Pero mamá se quedó en
silencio, de hecho, ni siquiera me miraba. Estaba mirando a mi hermana antes de
soltar un lastimero suspiro y regresar a la cocina; Mai, quien se había quedado
a solas, comenzó a llorar amargamente antes de irse escaleras arriba hasta su
habitación. Ninguna de ellas había notado mi presencia.
- ¿Pensabas que era una
broma? Yo jamás digo mentiras- musitó Kazunari apareciendo justo a mi lado,
mirándose los zapatos, indiferente.
- Jamás lo dije- contesté
después de unos segundos
- Pero lo pensaste…-
sonrió- Bienvenido a una realidad sin ti- añadió antes de desaparecer con la
misma rapidez que llegó.
kyaaaah!! esto esta interesante *-*
ResponderEliminarmi kazu le cumplio a sho su deseo(?)XDD
ahora va ver y sentir la vida sin él
waaa solo de pensar que aiba puede estar casado con becky en esa vida waaa D: pobre
sho le va dar un infarto >.<
bueno ya empece a sacar conclusiones :P
pero espero la conti.. con ansias! *0*
Arigatou! iza♥