sábado, 30 de marzo de 2013

Be With You 13

Y aquí la tan esperada continuación (?) Dozo ^^




La ciudad de Seúl comenzaba con el trajín de las mañanas, las personas encaminándose hacia sus lugares de trabajo, los niños yendo de la mano de sus padres a la escuela; y mientras eso sucedía en el exterior, en mi apartamento sólo reinaba el silencio. Ni un murmullo, ni una maldición, siquiera un suspiro. Absolutamente nada.

Tenía dos días sin saber nada de Nino, Sho me había atendido al teléfono una sola vez y me había dicho que continuaba inconsciente. El saber aquello me había derrumbado por completo, y no tenia deseos de llamarle otra vez, todo por no escuchar una mala noticia. La noche anterior apenas había pegado un ojo, y las ganas de llorar aumentaban más a cada momento trascurrido… Jamás había imaginado que tan duro era sentir culpa.

Mis custodios se encontraban preocupados por mi, pues, apenas había hablado, no salía siquiera al pasillo y no les había llamado. Ginji me había dejado su móvil, quizás por pena, pero en el fondo, se lo agradecía, aunque todavía me pertenecía por haber ganado la partida; bien podía devolverlo, pero… Necesitaba estar en contacto con los chicos.

Me levanté de la cama y caminé hasta el baño con desgana, dándome una rápida ducha; me sequé y me vestí, quedándome con el pelo mojado. Fui hasta la cocina para prepararme un poco de café, pues no me apetecía desayunar; mientras ponía la cafetera, el móvil de Ginji sonó… El corazón me dio un vuelco al ver el número de Ohno.

Dejé lo que estaba haciendo para atender la llamada.

- ¿Hai?- dije con rapidez
- MatsuJun… Al fin- contestó en voz baja, casi susurrando. Sonreí al escucharle; el enojo que sentí al descubrir que había besado a Nino se evaporó en aquel momento. Fue entonces cuando descubrí cuanta falta me hacia Riida, y que, a pesar de todo, el cariño y la admiración que sentía por él continuaban intactos.
- ¿Cómo estás?- inquirí apoyándome contra la encimera- ¿Cómo está él?- pregunté con rapidez
- Me encuentro bien… Estoy en el hospital- contestó con el mismo tono bajo de voz y dejó escapar una risilla- Y Nino está bien, hoy despertó del estado de inconsciencia, y ya quiere irse de aquí…
- Típico de él, odia estar hospitalizado- sonreí débilmente- Pero, ¿ya está estable?
- Si, aunque su estado es un poco delicado aun, ya sabes… Por los medicamentos que tomó para…- escuché un movimiento brusco del teléfono- Perdón, pensaba que Sho-chan andaba por ahí-
- ¿No quiere que hablen conmigo?- inquirí
- No exactamente, pero él quería esperar un poco más para contactarte…
- Entiendo que me odie- musité con voz queda
- No es que te odie Jun, es que, Nino estaba muy mal. Quizás reaccionó así por lo que sentía en el momento, pues el pobre se encontraba asustadísimo cuando vio a Nino de esa manera. Pensamos que lo perderíamos- noté la preocupación en la voz de Ohno y volví a suspirar; definitivamente, la habían pasado fatal aquella noche.
- No te imaginas lo feliz que me hace saber que él está bien- contesté con pesadez
- Te llamaré luego, Sho anda buscándome-
- Despreocúpate, yo entiendo… Hasta luego Riida- ambos nos despedimos y terminé la llamada, mirando el móvil con expresión ausente.

Tenía una sensación agridulce en el pecho, a causa de saber cómo se encontraba Nino, pues a pesar de que ya estaba fuera de peligro, lo que yo quería era sentir su cercanía, abrazarlo y decirle que todo estaría bien.


By Nino


- Te dije que hagas silencio Aiba-chan…- siseó Sho
- No estoy haciendo nada, deja la paranoia-
- ¿Nada? Tu incesante “Hu hu hu”-imitó la risa del aludido- se me mete en la cabeza y me vuelve loco, además, Nino debe descansar…
- Ya veo que leer manga es ilegal- contestó Aiba bajando el timbre de voz.

Esbocé una leve sonrisa al escucharlos, antes de abrir los ojos con lentitud; sentí que los párpados me pesaban toneladas. Con algo de dificultad, pude abrirlos, parpadeando varias veces para acostumbrarme a la luz de la habitación en donde estaba. Al ver las paredes pintadas de blanco, más el silencio, y la pulcritud y blancura de las sabanas que me cubrían, me di cuenta de que estaba en un hospital.

- ¿Qué… qué estoy haciendo… aquí?- susurré. Mi voz sonó rara, áspera; Sho se volvió hacia mí y esbozó la mayor de las sonrisas, Aiba al verle, volvió el rostro hacia donde él miraba
- ¡NINO!- gritaron ambos al unísono, acercándose un poco mas
- Sabía que ibas a despertar, menudo susto que nos diste, ¿eh? Espero que no vuelvas nunca más a intentar…- Sho carraspeó, haciendo que Masaki guardara silencio
- ¿Cómo te sientes?- inquirió el pelinegro, revolviendo mi pelo de una manera cariñosa
- Me siento bien, aunque…- me detuve- mi voz suena horrible, y… me siento débil. ¿Cuantos siglos llevo dormido?
- Realmente son solo dos días- contestó Aiba-chan antes de echarse a reír- quizás por eso tu voz suena así…
- ¡Al fin, despertaste!- la voz de Manami inundó la habitación. Entró como un huracán, haciendo a los chicos a un lado para darme un abrazo que me dejó sin aire- Si hubiese sabido que despertarías, no hubiese ido a la casa…- musitó antes de soltarme- ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes, otouto?-
- Ahora mejor, puedo respirar- respondí con una sonrisa- Pero me siento débil, eso le decía a Sho-chan… ¿Por qué estoy aquí?- pregunté
- Ehm…- los tres se miraron indecisos- desgaste físico Kazu, se esfuerzan demasiado. No es fácil ser un miembro de Arashi- contestó mi hermana con una risilla floja… la miré con los ojos entrecerrados, no le creía nada.
- Ah, souka- contesté sin dejar de mirarla- No es para nada fácil ser un miembro de Arashi- corroboré bajando el timbre de voz. En ese instante, mi mamá entró a la habitación, sonriendo ampliamente al verme
- Kazunari… al fin, despertaste cielo- musitó- Pensaba que te quedarías dormidito todo el fin de semana
- Claro que no mamá- protesté por lo bajo- Quiero comer algo, y tomar té; mi garganta me lo agradecerá
- Primero le diremos a la doctora que despertaste, luego, veremos qué puedes comer y qué no- contestó mi mamá
- ¿Pero qué no estoy aquí por desgaste físico?- inquirí dándole una mirada significativa a mi hermana
- Si Ninomi, pero es que… tu estómago también está débil, así que por eso quizás tengas una dieta; sabes que días atrás no has estado alimentándote bien- respondió Sho con rapidez. No era tonto, algo estaba sucediendo y me lo estaban ocultando.


Mientras esperaba por la doctora, observaba detenidamente la habitación en donde me encontraba. Tenía una ventana al lado izquierdo, la cual se encontraba abierta, a mi lado derecho estaba una mesita y una silla plateada. Un sillón descansaba más atrás, en donde se encontraban Sho y Aiba, mi hermana estaba comprando algo para mí, y mi madre suponía que estaba con la doctora y regresaría con ella.

Noté que tenía la mano izquierda vendada, y se me hizo más extraño aun. Y ahora que estábamos a solas, iba a descubrirlo.

- Y bien, ¿no hay nada que deban contarme?- pregunté rompiendo el silencio. Sho alzó la vista del periódico que estaba leyendo y me miró sin comprender; Aiba estaba escribiendo algo en el móvil, haciéndose el que no me escuchó
- Pues, no que yo sepa- contestó Sho-chan
- Mi madre y mi hermana podrán ocultarme lo que está pasando, pero ustedes no…- me detuve al ver que la puerta se abría lentamente. El corazón me dio un vuelco al ver a Ohno
- ¿Nino?- abrió los ojos con sorpresa y sonrió- Finalmente estás despierto, y yo que no te traje regalo…- dijo haciendo una mueca
- No importa Oh-chan, con que estés aquí es suficiente. Aunque puedes comprar el regalo más tarde- añadí con una risilla. Ahora que se encontraba Ohno, sabía que si los chicos no me decían nada, él si lo haría
- ¿Y de qué hablaban?- inquirió el recién llegado
- Pues les decía a Sho-chan y a Aiba-chan, que algo está pasando y ellos me lo quieren ocultar… mamá y Mana-chan están actuando muy raro y no me quieren decir porque estoy aquí- informé- y hace rato, les pregunté cómo me hice esta herida en la mano y me cambiaron el tema. Creo que merezco saber por qué estoy hospitalizado, por qué estuve durmiendo dos días sin parar… ¡Quiero saber qué me pasó!- exclamé
- ¿Por qué no le dicen la verdad?- preguntó nuestro líder, dándoles una mirada reprobatoria a los chicos.
- Porque ellas nos lo prohibieron, no quieren que vuelvan a hablar de ese tema…- confesó Aiba con pesar
- ¿Pero creen que es justo que yo no sepa qué rayos me pasó?- inquirí
- No, no lo es- respondió Sho inclinando el rostro
- Nino…- Ohno se acercó hasta mi cama, sentándose frente a mí; tomó mi mano vendada con delicadeza y la acarició con el pulgar suavemente- ¿No recuerdas cómo te hiciste eso?
- No- negué con la cabeza
- ¿Seguro que no recuerdas nada de nada?-
- No Riida, si lo recordara, no estuviera preguntando, ¿no crees?- Ohno rio ante mi respuesta
- Tienes razón…
- Quizás su subconsciente bloqueó ese recuerdo- comentó Sho
- Exacto- corroboró Aiba
- Bueno, ¿me dirán sí o no?- ya me estaba cansando de aquél jueguito
- Está bien Nino… tampoco te enojes- Ohno volvió a sonreír, sin soltar mi mano ni un segundo- Esa herida en la mano, creemos que te la hiciste rompiendo el espejo de tu baño…- le miré confuso, ¿de qué rayos estaba hablando?- Y estás aquí porque… aparte de la herida con el espejo, intentaste suicidarte… creemos que por Jun…- el corazón se detuvo en mi pecho al escuchar aquello; ¿de verdad había llegado a esos extremos por él?
- Su… ¿suicidarme dices?- pregunté con los ojos como platos. Sho asintió lentamente, al igual que Ohno
- Sí, tomaste un montón de pastillas de litio… de no ser por Sho, que te encontró tirado en tu apartamento y te trajo hasta acá, te hubiésemos perdido- respondió Oh-chan, borrando la sonrisa de sus labios
- Habías hablado con MatsuJun… No sabemos qué fue lo que te dijo para que llegases a hacer eso, pero, imagino que fue algo feo- dijo Sho poniéndose de pie
- Vaya…- me resultaba sorprendente escuchar aquello. Yo, intentando suicidarme por J, realmente me estaba volviendo loco- ¿Y cuándo podré irme de aquí? Odio los hospitales-
- Quizás mañana, solo estas aquí en observación. Pero no lo sabemos, debemos esperar a que la doctora nos diga- contestó Sho sonriendo levemente- Todo va a estar bien, ya lo verás.


Por órdenes de la doctora debía quedarme otro día más, aunque aquello no me causara la menor gracia. Aparte de que debía seguir una dieta, pues después del lavado estomacal había quedado algo delicado y no podía ingerir grasas, ni picantes, ni nada de lo que a mí me gustaba comer… pero, si quería mejorar, tenía que hacerlo.
Mi hermana regresó unas dos horas después, tenía un enorme arreglo de flores y a la hora del almuerzo, lo único que comí fue un simple cuenco de frutas con zumo de naranja; el cual no me quitó el hambre del todo, pero me encontraba en una condición que no podía ingerir arroz siquiera.

Otra razón más para querer salir del hospital.


Al caer la noche, los chicos se fueron a sus casas después que les insistí, además, Sho tenía que ir al noticiero al día siguiente y debía descansar; ya no quería seguir siendo una molestia para nadie más. Sólo Manami se quedó a pasar la noche conmigo, y mamá se fue a descansar a la casa… mientras observaba a mi hermana mayor dormitar en un futón a mi lado, lancé un suspiro, pensando en lo que había ocurrido de unos días para acá.

Si alguien me hubiese contado que me vería de esta manera, me hubiese echado a reír. Jamás, nunca había pensado que me derrumbaría tanto por amor, pues el comienzo de todo esto lo trajo la ausencia de J. ahora que me encontraba en silencio, había pensado lo suficiente como para recordar lo ocurrido noches atrás…


Había intentado quitarme la vida por él, para evitarle más problemas a todos, para no tener que depender de nadie para salir de esta depresión. Para no tener que ver a la tonta de la psicóloga y dejar de tomar pastillas para controlarme… en pocas palabras, había tocado fondo.

Ahora, gracias a esto, Arashi tendría un tiempo sabático. Quizás uno o dos meses, para que todos nos concentráramos más en el trabajo, y para que yo, dejase de estar haciendo tonterías. A partir de mañana, iba a mudarme a casa de mi madre por un tiempo, pues ahora nadie confiaba lo suficientemente en mi como para dejarme a solas.

- Menudo idiota estás hecho…- comenté con una triste sonrisa

Me preguntaba si J sabía algo de mi estado, esperaba que el no supiese nada de la reverenda tontería que había cometido, pues eso no haría más que enojarle, y estaba en todo su derecho. Después de todo, me merecía que me dijera todo lo que me dijo.
Esto me confirmaba más que las cosas entre él y yo estaban llegando a su final. Sino es que ese final ya había llegado y yo aún no quería aceptarlo.

lunes, 25 de marzo de 2013

Cuidado con lo que deseas


Género: Shonen ai, fantástico (?), un poco de angst.
Pareja: Sakuraiba y la participación especial de Nino :3
Extensión: Two Shot.



Aquel día prometía ser el mejor de mi vida. Pero tal y como iban presentándose los acontecimientos, me di cuenta de que sería totalmente lo contrario… Me había ido fatal en el examen de matemáticas y de eso dependía el futuro de mis estudios, pues si quería ir a Keio, debía de tener notas sobresalientes y un mísero punto menos era suficiente para negarme el estar allí, y aquello me tenía realmente preocupado.

Mire el reloj de pulsera, eran casi las cuatro de la tarde y él no había llegado aún. Se suponía que nos encontraríamos a las 2:30, pero Aiba no daba señales de vida, y eso me tenía más molesto todavía. Odiaba que me dejasen plantado, detestaba que me dejaran esperando y el muy idiota no me había avisado siquiera que no llegaría y tampoco me respondía el móvil cuando le llamaba.

- ¿En dónde demonios estás Aiba?- murmuré para mis adentros, acomodándome en la pequeña banca en el parque que se encontraba a unas cuadras del colegio; una pareja pasó frente a mí, ambos sonrientes y tomados de la mano. Tuve ganas de golpearlos… definitivamente, estaba molesto con el mundo.

Unos quince minutos después decidí llamar nuevamente a Aiba, pues esta mañana cuando nos vimos en el colegio quedamos de vernos aquí, por lo que dudo que se le haya olvidado nuestra salida. Él era mi mejor amigo, la persona que más quería en todo el mundo, a pesar de que fuésemos dos personas completamente diferentes.

Yo pertenecía al grupo de los estudiantes sobresalientes del colegio, me esforzaba por mantener A+ en todas las asignaturas, tres de las mejores universidades del país podrían enviarme cartas para becarme, y siempre, siempre he sido estudiante meritorio de todos los cursos pasados. Aiba, por el contrario, era más holgazán, pertenecía al equipo de basketball del colegio y debía de admitir que se le daba bastante bien, aunque con las demás asignaturas fuese un completo desastre; era distraído, se dormía en clase y siempre se llevaba alguna reprimenda de los profesores por su comportamiento algo atolondrado, pero aun así, éramos inseparables.

Nos conocimos desde primaria y desde aquel entonces hemos estado siempre juntos, aunque la gente a nuestro alrededor no comprendía como alguien como yo podía ser amigo de alguien como él, pero es que dejando de lado las tonterías, los comentarios sin sentido, las torpezas y las metidas de pata de Masaki, era la persona más noble que había conocido en toda mi vida, y es por eso que éramos mejores amigos.

Aquella tarde saldríamos porque, según él, tenía una sorpresa para mí, pero por lo que veía, la sorpresa seria otro día. Me moría de ganas por saber que tenía preparado; soy una persona impaciente y las sorpresas me desesperan.

- ¿Moshi moshi?- contestó Aiba después de que el móvil hubiese sonado tres veces
- ¿Dónde estás Masaki? Llevo casi dos horas esperando por ti…- dije con voz apacible
- Gomen ne, Sho-chan… Es que se me presentó algo- se disculpó, en el fondo, se escuchaba una voz femenina
- ¿Qué sucedió?- inquirí
- Estoy con Becky…- al escuchar aquel nombre, sentí como la sangre comenzaba a hervirme en las venas. Es decir que había dejado de salir conmigo para irse con ella?
- Me parece perfecto Aiba, me dejas esperando por ti aquí sentado por dos horas, ¡dos malditas horas!- exclamé con dureza, interrumpiéndole- sin importarte un coño si estoy bajo la lluvia o bajo el sol, siquiera te limitas a avisarme y simplemente te largas con Becky por ahí… ¡Eso no lo hace un amigo!
- Pero Sho-chan, no sabes lo que pasó- protestó
- No, no lo sé, y tampoco me interesa saberlo. Me iré a casa, y permíteme agradecerte por hacerme sentir como el estúpido más grande del planeta. ¡Espero que la pases súper en tu cita con Becky!- dije finalmente antes de terminar la llamada y apagar el móvil. Algo me decía que estaba siendo irracional y actuando incorrectamente, pero, es que cuando se trataba de ella no podía evitar el ponerme así.

Becky era una chica del aula de Aiba, la cual estaba enamorada de él y siempre buscaba cualquier pretexto para estar cerca de él, y el muy tonto, terminaba siguiéndole la corriente, haciendo lo que ella quería, y cancelando sus planes conmigo para pasársela con ella, tal y como hoy.

Sabía que me estaba comportando de una manera estúpida e infantil, pero no podía evitarlo, hoy, precisamente hoy, necesitaba estar con mi mejor amigo para distraerme y olvidar lo mal que me había ido hoy en la escuela. Pero, por caprichos de Becky, aquello tampoco podría ser posible.

Mierda de día.


Llegué a casa irradiando chispas, con ganas de encerrarme en la habitación hasta que se me pasara el enojo. Al apenas entrar, mis hermanos me dieron la bienvenida, mientras mi mamá se encontraba ataviada corrigiendo exámenes de sus alumnos; me dedicó una sonrisa y me dio la bienvenida antes de concentrarse en su labor.

- Sho-chan- me llamó justo cuando iba a empezar a subir las escaleras. Me detuve y alcé las cejas en respuesta
- ¿Si mamá?-
- ¿Podrías ayudar a tu hermanitos a hacer las tareas? Ahora mismo me encuentro ocupadísima y creo que no tendré tiempo para ayudarles, cuando termine tendré que ir a la universidad a llevarlos y luego regresar a hacer la cena- me miró suplicante
- Mamá… Yo tampoco puedo ayudarlos, tengo que estudiar también- contesté secamente- Hoy me fue fatal en el examen de matemáticas y es probable que tenga que repetirlo…
- Pero Sho, solo te tomará una hora de tu tiempo-
- Lo sé, pero yo no tengo tiempo. Que se la apañen solos, como puedan; yo a su edad no andaba molestando a nadie para hacer tareas… Dime, ¿qué hubiesen hecho si yo no hubiera estado aquí?- inquirí cruzándome de brazos, mi mamá se bajó la montura de los lentes para observarme mejor
- ¿Qué demonios estás diciendo? Tu padre y yo te ayudábamos en todo lo que podíamos, además, no estoy pidiéndote algo tan complicado… Es simplemente que ayudes a tus hermanitos con las tareas. Es lo único que te pido. Yo tengo que trabajar, cuidarlos, cocinar para ustedes, ayudarles con lo que necesiten y NUNCA me quejado, entonces, ¿quiere decir que no cuento con la ayuda de mi hijo mayor? ¿Siquiera porque son tus hermanitos?- me miró dolida-
- Tengo demasiadas cosas encima, tengo problemas, y este día ha sido horrible mamá, tampoco es para tanto- contesté encogiéndome de hombros
- Claro, tus problemas, tus cosas, tú, tú, tú… Eres demasiado egoísta Sho, y si continuas así, ¡nunca serás feliz!- suspiró pesadamente- Ya, vete a tu habitación, yo ayudaré a tus hermanitos como pueda y le diré a tu padre que lleve los exámenes a la universidad…
Abrí la boca para decir algo, pero en estos momentos no me apetecía soportar uno de los dramas de mamá, así que sostuve la mochila con fuerza y subí hasta mi habitación, encerrándome al entrar.

Menuda manera de terminar el día… Ahora peleado con mi mamá.


Pero es que ella siempre quería que yo hiciese algo, que estuviese todo el día al pendiente de mis hermanos y aunque ella no quisiera entenderlo, yo tenía una vida y asuntos que atender.

- ¿Por qué las cosas son tan difíciles?- pregunté dejándome caer en la cama, mirando hacia el techo- ¿Por qué los demás a mi alrededor no me comprenden? ¿Acaso era tan difícil que Aiba saliera conmigo? ¿Era tan difícil que mamá entendiera que a veces las cosas no son cuando ella las quiere?... Mierda- murmuré entre dientes

- Los humanos son tan, pero tan ruidosos…- escuché que dijo una voz masculina. Al rodar los ojos me encontré con un chico a mi lado. Me paré de la cama de un salto y me puse ambas manos en la boca para evitar gritar; el muchacho hizo una mueca graciosa antes de sonreírme.
- ¿¡Quién diablos eres tú!? ¿Y qué buscas en mi habitación? ¿Cómo demonios entraste?- exclamé tomando uno de los trofeos que tenía en un lateral de la habitación, utilizándolo como arma por si intentaba acercarse a mi
- Ah, había olvidado los asustadizos que son también…-
- ¿Quién diablos eres tú?- pregunté blandiendo el trofeo como si fuese un cuchillo, observando detenidamente a la persona frente a mí. Era delgado, muy delgado; mucho más bajo de estatura que yo, llevaba el pelo de color castaño y el flequillo le ocultaba la frente, tenía la tez muy blanca, labios finos, ojos marrones, vivarachos y brillosos, y un llamativo lunar en la barbilla; aparte de que tenía un aura, una vibra diferente… Pero debía de admitir que era realmente hermoso.
- Soy Kazunari, pero puedes llamarme Kazu. Y estoy aquí para ayudarte a cambiar la triste vida que llevas…- contestó apoyándose contra el escritorio que se encontraba frente a la cama
- Ja, ja, ja…- reí sin gracia- Ya deja de bromear, eso solo pasa en películas
- Pues, en esta vida también. Soy un ser mágico y vengo a ayudarte- dijo volviendo a sonreír
- Si claro, y yo soy Santa Claus…-
- Vine a ayudarte, a buscar una solución para que no te sientas mal por lo de Aiba y tu madre… Ah, y por el examen no te preocupes, lo aprobaste- abrí los ojos como platos.

¿Será que tenía razón? ¿O aquello era producto de mi cerebro atrofiado por tanto estudio la noche anterior?

- ¿Entonces eres un hada?- el chico me miró entrecerrando los ojos, negando con la cabeza lentamente. Tomó una bocanada de aire antes de contestar
- No.
- ¿Eres un elfo?- inquirí reprimiendo una sonrisa
- Te dije que soy un “ser mágico”, ni hada, ni brujo, ni elfo. Si vuelves a burlarte de mí, te voy a convertir en un puercoespín- señaló con dureza, causándome gracia de la manera chillona en que sonó su voz
- De acuerdo, Kazunari-sama… Usted es un “ser mágico” y yo no lo volveré a cuestionar- sonreí
- Bien. Eso espero- se quitó una pelusa imaginaria de la sudadera púrpura que llevaba y esbozó una sonrisa antes de volver a hablar- Vine porque te escuché hablar… Te sientes mal por el día que has tenido, y lo mala que es la gente y que bla, bla, bla… y yo voy a cambiarte la vida-
- ¿En serio?- abrí los ojos como platos
- Si- asintió- escuché cuando le preguntaste a tu madre, que… qué harían si no estuvieras, y yo- se puso la mano en el pecho en un gesto de modestia- me ofrecí a responderte esa pregunta. Voy a mostrarte qué sería de tus seres queridos si no estuvieras; ¿qué harían? ¿A quién le pedirían ayuda? ¿Y a quién amarían si tú no existieras?... ¿te gustaría saberlo?- enarcó una ceja, mirándome fijamente.

Bajé la mano en la que tenía el trofeo, pensando en lo que el ser me decía… Realmente quería saber si era cierto que podía hacer eso, tenía curiosidad; quería ver cómo les iría a todos sin mí, pero al mismo tiempo tenía miedo, me aterraba un poco el descubrir como seria aquella realidad sin mí.

- Ehm…- musité pensativo
- ¿Quieres saber o no?- la mirada que me daba Kazunari me intimidaba, impidiéndome reaccionar siquiera
- Etto…- me rasqué en la nuca, incómodo, pensando una respuesta
- ¿Quieres o no?- volvió a preguntar, acercándose lentamente hacia mí
- Bueno, supongo que no pierdo nada con saber- contesté más para mí mismo que para él- Kazunari continuaba mirándome- Sí, quiero saberlo- añadí alzando la voz
- Bien, entonces, vas a saberlo ya mismo- agitó la mano izquierda, de la cual comenzaron a salir extraños destellos en un color amarillo. Sentía como los párpados me pesaban, y lentamente se me cerraban; Kazunari me sonrió, diciéndome adiós con la mano derecha, y fue lo último que vi antes de que todo se volviese negro.



Abrí los ojos con lentitud, parpadeando para acostumbrarme a los rayos del sol de la tarde que se colaban por la ventana. En ese momento caí en cuenta de que estaba dormido en el suelo; me incorporé y miré el lugar en donde me encontraba. Era mi habitación, pero al mismo tiempo, no lo era…

Las paredes estaban pintadas en un tono azul cielo, nada de los posters que yo tenía en ellas, la cama se encontraba justo en el medio de la habitación, no estaba mi escritorio, ni mis libros, siquiera mis trofeos, en aquel lugar no había nada que me perteneciera.

Me puse de pie, examinando el lugar con la vista; fui hasta el closet y el corazón me dio un vuelco al encontrarlo vacío. Aquello no podía ser cierto, pensé que lo del ser mágico era un sueño, pero, me estaba sintiendo asustado, pues resultaba que estaba siendo una realidad.

- Voy a ver cómo están las cosas ahí afuera…- musité en voz baja, saliendo de la habitación a hurtadillas; la casa se encontraba en silencio. Y no había nadie en el pasillo. Al observar las fotografías colgadas en la pared, en las cuales estaban mis padres y mis hermanitos, vi una foto de la boda de mis papás, una foto de mi hermana menor modelando un kimono... un sinnúmero de recuerdos en los cuales yo no estaba. Al parecer, Kazunari no estaba bromeando.

Un estruendo sonó en la planta baja, como si algo se hubiese caído o explotado, luego la voz de mi madre, gritándole a mi hermanita.


- ¡Mai-chan! ¡Ven aquí!
- ¡Eres injusta mamá! Todos mis amigos irán a ese lugar y como siempre, ¡tú no me quieres dejar ir!- exclamó Mai sentándose en el sofá, mamá apareció detrás de ella, mirándola con gesto cansado
- Es que, no puedes dejar a tu hermanito solo, y tu papá y yo no podemos atenderlo. Además, sabes perfectamente que yo no soy partidaria a excursiones a la playa, podría pasarte algo- contestó mi madre severamente
- ¡Usas eso como excusa para dejarme como esclava aquí ayudando en la casa, porque eso es lo único que te importa!-
- No voy a discutir más, ¡no irás y punto!- Mai se cruzó de brazos, toda enfurruñada; y al verla, sentí pena por ella, realmente quería que fuese a aquel viaje con sus amigos. Me quedé de pie frente a mamá y le dije
- No te preocupes, yo me quedo con él, ¿ne?- sonreí
Pero mamá se quedó en silencio, de hecho, ni siquiera me miraba. Estaba mirando a mi hermana antes de soltar un lastimero suspiro y regresar a la cocina; Mai, quien se había quedado a solas, comenzó a llorar amargamente antes de irse escaleras arriba hasta su habitación. Ninguna de ellas había notado mi presencia.


- ¿Pensabas que era una broma? Yo jamás digo mentiras- musitó Kazunari apareciendo justo a mi lado, mirándose los zapatos, indiferente.
- Jamás lo dije- contesté después de unos segundos
- Pero lo pensaste…- sonrió- Bienvenido a una realidad sin ti- añadió antes de desaparecer con la misma rapidez que llegó.


Naked


Por aquí les dejo algo~
Antes que todo, comienzo diciendo que tenia MESES con ese shot paralizado, pero gracias a los divinos  y sexosos solos de Ohno pude terminarlo x3
Espero que les guste y bueno, pronto pronto subo actualizo de Be with you ^^

Género: Lemon.
Pareja: Matsumiya.
Extensión: One Shot

*Nota: Este shot no tiene nada que ver con la canción "Naked" de Jun Matsumoto.




El eco de sus risas podía escucharse en el pasillo, Jun acalló los labios de Nino con un dedo, indicándole con la mirada que debían ser discretos y hacer silencio. El estar allí debía de ser un completo secreto y el mayor no ayudaba en lo absoluto con esa actitud.

- Jun, eres un aburrido…- musitó Nino con una juguetona sonrisa- Si vinimos hasta acá fue para pasarla bien mientras los demás hacen su trabajo- añadió tomándolo de la mano y halándolo hacia él. Se encontraban en un cuartito apartado del estadio; se suponía que debían de estar ensayando, pero mientras Ohno y Sho ayudaban a Aiba con algunas partes de la coreografía de Welcome to our party que no se sabía, ellos dos estaban divirtiéndose, o al menos, intentándolo.
- No es eso, es que… Debemos ser discretos- el pelinegro le dedicó una sonrisa maliciosa antes de acorralarlo contra la pared. Entre tantos ensayos y compromisos, él y su novio no habían tenido tiempo ni para besarse siquiera; entonces por eso quería aprovechar ese pequeño lapso de tiempo a solas.
- Perdona, pero es que me causa un poco de gracia la situación- respondió el más bajo alzando un poco la vista para encontrarse con aquellos penetrantes ojos marrones, Jun se mordió el labio inferior, alzando una de sus perfectas cejas.
- ¿Entonces te resulto gracioso?- musitó Jun en voz baja, recorriéndole con la mirada; Nino negó con la cabeza lentamente, rodeando la cintura del más alto con sus brazos, para atraerlo más hacia él- Y si la situación es tan chistosa, ¿por qué ya no estás sonriendo?- susurró acercando su rostro hacia el de Nino
- Porque lo que tiene que ver contigo es muy en serio…

Ambos acortaron la leve distancia entre sus bocas, besándose con ansiedad, con la desesperación de dos amantes que querían más y más del otro. Nino extrañaba aquellos besos apasionados que sólo Jun sabia darle… Las manos del castaño se adentraron por la camisa del menor, acariciando su espalda con lentitud, mientras ambos continuaban devorando los labios del otro. Jun mordisqueó el labio inferior de Nino y tiró suavemente de él antes de levantar su camiseta hasta el pecho, descendiendo con sus cálidos labios hasta su cuello; causando que un jadeo se escapara de la boca de su amante… El castaño entrecerró los ojos, mordiendo su labio para acallar cualquier sonido de parte suyo, mientras sus manos continuaban recorriendo cada centímetro de la piel de Jun con suavidad, sintiéndolo estremecer bajo sus caricias.

Los cálidos labios de Jun continuaban rozando incesantemente contra el cuello de Ninomiya, separándose tan solo unos instantes para despojarle de la camiseta; se miraron a los ojos y volvieron a tomar posesión de la boca del otro, desnudándose con rapidez, arrojando al suelo las prendas de cada uno, e ignorando las voces a su alrededor preguntando por su paradero.

- Jun… están… buscándonos-  susurró Nino con la voz algo entrecortada
- ¿De verdad quieres irte?-
- No pero…- el mayor se detuvo al sentir las caricias de Jun en torno a su erección. Su mano se deslizaba con lentitud por su miembro, causándole un estremecimiento desde la cabeza hasta la punta de los pies.
- ¿Pero?... ¿Quieres que me detenga? Si eso quieres, puedo hacerlo…- susurró el pelinegro contra su oído, con una sonrisa cargada de malicia, sabiendo perfectamente cuál sería la respuesta de su novio
- Maldita sea J, no pares…- murmuró entre dientes antes de volver a jadear, moviendo las caderas con lentitud, deleitándose con sus caricias, sus besos, y sobre todo la adrenalina que le añadía el miedo a ser descubiertos. Nino rodeó el cuello de su chico con sus brazos, ahogando los gemidos contra sus labios,  esbozando una leve sonrisa al escucharle jadear por lo bajo. Su temperatura corporal se encontraba elevada, tanto que su piel comenzaba a humedecerse por el sudor, al igual que la de él.
- ¿Han visto a MatsuJun por aquí?- Nino abrió los ojos desmesuradamente al escuchar la voz de Sho, pasando la lengua por sus labios; Jun solo puso un dedo sobre sus labios, indicándole que hiciese el mayor silencio posible.
- No, creo que ha de estar en su camerino- respondió una fina voz femenina, antes de escucharse los pasos de ambos alejarse de allí.
- Es hora de irnos, te andan buscando- susurró Ninomiya
- Irnos? Pero si fuiste tú quien insistió en venir…- contestó Matsumoto con una sonrisa socarrona- Si nos quedamos cinco minutos más aquí dentro no importará…
- Nos están esperando-
- Y yo no pienso dejarte salir así- puntualizó el menor mirando el endurecido miembro de Nino- Tampoco pretendo quedarme con las ganas.
- ¿Crees que podrás obligarme a hacerlo aquí?


Y ahí se encontraba Nino, apoyado contra la pared, conteniendo los gemidos sin éxito alguno. Jun estaba detrás suyo, penetrándole con brusquedad, tomándole de las caderas con fuerza mientras su erección entraba y salía con saña del interior de él.

Cerró los ojos, dejándose llevar por aquella intensa sensación, Jun devoraba su cuello, mientras continuaba propinándole sádicas embestidas, llenándolo con su grosor, estremeciéndolo de puro placer. Nino mordió su labio inferior, llevando una mano hasta el pelo del más alto, acariciándolo con sus dedos, enredándolos en su espesa melena, sintiendo como latigazos de excitación recorrían todo su cuerpo. Reconocía que era una completa estupidez el estar allí, pero al mismo tiempo le importaba un bledo si eran descubiertos con tal de continuar ahogándose en aquel mar de deliciosas sensaciones.

Jun salió de su cuerpo, tomándole por los hombros y volviéndolo hacia él, capturando los labios del mayor en un desenfrenado beso que los dejó a ambos sin aliento. Su lengua penetraba en su boca, reclamándole, haciéndole ver que era completamente suyo. Nino correspondía al beso con la misma intensidad, rodeando la cintura del menor con sus piernas en cuanto éste lo dejó a la altura de su cintura; ahogando un gemido en cuanto Jun volvió a estar dentro de él.

Tomó sus caderas con fuerza, ayudándole a balancearse sobre él, emitiendo un suave gemido cada vez que la dureza de Jun se enterraba en su cuerpo, sintiendo como su piel se erizaba por aquella deliciosa intromisión, excitándose cada vez más al escuchar los débiles gemidos del menor, el cual tenía los ojos cerrados y los hinchados y enrojecidos labios entreabiertos, con una ligera capa de sudor en la frente. Nino dejó escapar un jadeo al verlo… Era jodidamente hermoso.

Nino atrapó los jugosos labios de Jun en un intenso beso que les robó el aliento a ambos, mientras continuaba moviendo las caderas de arriba hacia abajo sobre él, mordiendo el labio inferior del pelinegro al sentir su erección rozar contra su vientre. Se encontraba excitadísimo y si continuaban de aquella manera no dudaría ni un segundo en explotar. El menor pareció leerle el pensamiento y cortó el beso, volviendo a apoyar la espalda de Nino contra la pared

- Tócate- pidió con firmeza

Y como si una fuerza invisible le controlara, Nino llevó una mano hasta su sensible erección, moviendo la mano con lentitud por toda la longitud de su miembro, arqueando la espalda por la vorágine de placer que estremecía todo su cuerpo. En el exterior se escuchaban voces, podía oír a los chicos preguntándose donde podrían estar, y aquello no hacía más que incrementar su excitación. Un ronco gemido atravesó su garganta en cuanto sintió una de las manos de Jun en torno a la suya, moviéndola con brusquedad, al punto de hacerle daño, más él sabía que a Nino le fascinaba que lo tratasen de aquella manera. A pesar de su apariencia delicada, Kazunari era todo un masoquista en el sexo y mientras más agresivo y brusco fuese con él, muchísimo mejor.

- J… Más despacio…- pidió el mayor entre gimoteos, intentando apartar la mano de Jun de su erección, moviendo las caderas con lentitud. Sentía que iba a morir de la excitación y en cuanto el menor apretó más su endurecido falo, supo que era totalmente cierto.

Volvieron a unir sus bocas en un húmedo beso, entrelazando sus lenguas en una sensual danza, causando que la piel de Nino se erizara desde la cabeza a los pies, ambos acompasando sus movimientos en una perfecta sincronía que los llevaría a alcanzar el éxtasis. Jun se enterraba en su cuerpo con las ansias de un amante desesperado, Nino, por el contrario se aferraba a él con la mano libre, mientras con la otra continuaba masturbando su endurecido pene, el cual estaba humedecido por el presemen. Jun mordió el labio inferior del mayor con fuerza, soltando su erección y tomándolo por las caderas, haciéndole balancearse con más rapidez, olvidándose por un momento de en donde se encontraban, sólo dejándose llevar por aquellas arrolladoras sensaciones.

Nino cerró los ojos, curvando los labios en una débil sonrisa, la cual se vio intercambiada por una completa expresión de placer. Deshaciéndose en gemidos, arqueó la espalda y dejó escapar un gemido cargado de placer mientras llenaba el vientre de Jun con su cálida esencia. El menor, al verle, continuó regalándole sádicas estocadas, apretando sus muslos con fuerza y enterró el rostro en el cuello del mayor, mordisqueándole la sensibilizada piel para contener los gemidos de aquél arrebatador orgasmo que lo dejó sin fuerzas.

Tuvo que sostenerse de la pared con ambas manos, haciendo todo un esfuerzo sobrehumano para mantenerse en pie y evitar que ambos se dieran contra el suelo. Nino intentaba controlar su agitada respiración, la cual hacia que su pecho bajase y subiese con rapidez; llevó una mano hasta el pelo de Jun, acariciándolo con suavidad. Tratando de ocultar la tonta sonrisa que se había instalado en sus labios al ver que su fantasía se había hecho realidad.



- ¿En dónde estabas metido?- le reprimió Sho en cuanto Nino llegó al escenario, dedicándole una mirada reprobadora
- Estaba por ahí, perdido con la DS- dijo alzando la consola con la mano izquierda y esbozando una sonrisa cargada de ternura
- Por lo menos debiste avisar, tú y MatsuJun se pierden y no dicen nada siquiera. Este se fue con los miembros del staff y tú te largas a jugar por ahí- continuó despotricando el pelinegro
- Ya, ya, Sho-chan, tampoco es para tanto. Nos quedaremos todo el día aquí, por lo que ese ratito que me desaparecí, va a quedar eclipsado ante todo el trabajo que haré, te lo prometo- Aiba sonrió al escucharle y levantó un pulgar en signo de aprobación.
- Supongo que tienes razón, además, el que suele enloquecerse por esas cosas es MatsuJun y él está tranquilo. Así que supongo que todo está bien- contestó Sho, sonriendo también. Jun dejó de hablar con un miembro del staff y le dirigió una mirada traviesa a Ninomiya, negando lentamente con la cabeza; Nino, por el contrario, sólo se limitó a sonreír y a encogerse de hombros, antes de romper el contacto visual con el más alto para concentrarse en el trabajo, aunque el recuerdo de lo que habían hecho en aquel cuartito tras bastidores, le perseguiría todo el día.


miércoles, 20 de marzo de 2013

Should we kiss?

Regresó mi inspiración (?)

Género: Shonen ai.
Pareja:  Masatoshi.
Extensión: Drabble.



Moría del calor. Estábamos en pleno verano, ensayando bajo el radiante sol, pues dentro de dos días teníamos concierto en el Kokuritsu Stadium y por órdenes de MatsuJun, estábamos haciéndolo desde más temprano. Y realmente odiaba aquello.

Al terminar de ensayar One Love, me senté exhausto en un lateral del escenario para tomar un poco de aire y sombra, pues me encontraba sudado a más no poder, cuando en ese momento él se sentó junto a mí. Llevaba una camiseta gris algo humedecida por el sudor y se había quitado la gorra negra, dejando su cabellera negra al descubierto; estaba con su habitual rostro inexpresivo y suspiró mientras miraba hacia el frente.

- Estamos molidos, ¿ne?- comentó sin mirarme- MatsuJun está algo inflexible hoy.
- Siempre, querrás decir- respondí con una risilla floja- Pero, míralo por el lado positivo, en el concierto lo haremos súper bien…- me detuve al sentir el roce de sus dedos contra los míos, delicado, tan suave, al igual que él. Ladeé un poco el rostro, encontrándome con Ohno regalándome una de sus encantadoras sonrisas.
- Tienes razón- concedió finalmente antes de mirar hacia ambos lados. Los chicos se encontraban en los camerinos y los miembros del staff no se hallaban cerca de nosotros. El estadio se encontraba totalmente solo para él y yo.
- ¿Estás pensando en algo?- inquirí en voz baja, jugueteando con los dedos de Satoshi; acercándolos y alejándolos, así sucesivamente. Él solamente se limitó a sonreír antes de acercar su rostro al mío- Oh-chan…  no es el momento, alguien podría vernos- protesté quedamente, aunque por dentro moría por dejarme llevar, sin importarme un carajo en dónde estuviéramos y que pudiésemos ser vistos por alguien.

Una corriente de cálida brisa nos envolvió, haciéndonos sonreír mientras Ohno se acercó solo por unos centímetros, dejando que sus labios rozasen con los míos. Mascullé una maldición antes de romper la distancia entre nuestras bocas, comenzando a besarlo con delicadeza, mientras nuestros dedos continuaban entrelazados; sentí como acariciaba mi mejilla derecha con su mano libre, suspirando contra mis labios antes de separarnos con lentitud, volviendo a sonreír en cuanto nos miramos a los ojos.
- ¿Por qué?...- inquirí en un murmullo
- Porque, eres especial Aiba-chan- respondió antes de regalarme un juguetón beso en la punta de la nariz y ponerse de pie, desapareciendo detrás de la escenografía y dejándome con la más torpe de las sonrisas y un enorme sentimiento de felicidad en el pecho.

Sumimasen


Esto se me ocurrió esta tarde con motivo a la noticia que anda circulando acerca de Jun y la Ueno Juri, que no la soporto ni con cucharita, y bueno, me dejé llevar y esto fue lo que salió. Espero que les guste :B


Género: Fluffy, cursipendejo.
Pareja: Matsumiya (las he de tener hartas con esta pareja, ne?)
Extensión: Drabble.



- ¿Por qué no me lo dijiste?

Su pregunta me tomó completamente por sorpresa. Dejé el libro que estaba leyendo y lo cerré, encontrándome con sus ojos castaños centelleantes de furia. Estaba más que molesto y creía saber la razón.

- Por evitar justamente lo que está sucediendo ahora- respondí con calma, observando como sostenía la DS con más fuerza de la requerida- No quería que te enojaras, pero tampoco sabía que saldría a relucir aquello…
- Pues debiste decírmelo J, ya sabía yo que esa tipa no me daba buena espina… ya sabía yo que tenía otras intenciones contigo- comentó en voz baja- Estoy hartándome de lo mismo. Que comiencen a emparejarte con chica que trabajes, dejé pasar por alto lo de las fotos, pero esto no…
- ¿Estás molesto conmigo?- le interrumpí bruscamente
- Con ambos. Con ella por haber sido demasiado acosadora y necia, y contigo por habérmelo ocultado. Se supone que somos “pareja”- hizo comillas con sus dedos y continuó- o lo que sea que seamos… entre nosotros debería de existir confianza, pero por lo que veo, eso es algo imposible-
- Nino, tampoco te pongas así, no fue para tanto.
- Para mí si lo es. ¿Cómo te sentirías si te enteraras de algo mío por medio del internet? Cuando se supone que yo debería de contarte todo, pues antes de tener una relación, entre nosotros existe una amistad- dejó la DS a su lado en el sofá, poniéndose de pie rápidamente para irse de allí y dejarme a solas. Me paré con rapidez del otro mueble a su lado, tomándole por uno de los brazos; Nino me lanzó una mirada centelleante y trató de zafarse de mi agarre
- Tienes razón, reconozco que fui un imbécil al ocultártelo, pero… Sabes que no lo hice con malas intenciones, ¿no?- musité en voz baja. Él se quedó en silencio, observándome con el entrecejo levemente fruncido.
- Puede ser-
- Kazu, la razón por la que no te lo dije era porque no te enojaras, y porque para mí no significó nada; simplemente trabajamos juntos y ya está… Sabes que no hubo ningún vínculo con ella y por eso mismo cambié el número del móvil, para no tener sus molestas llamadas a cada momento. Prometo no volver a ocultarte nada…- suspiré y levanté el meñique de la mano libre- ¿Pinky promise?- susurré esbozando una leve sonrisa
- Lo voy a pensar- respondió sin dejar de mirarme a los ojos
- Quería una respuesta inmediata…- dije moviendo el dedo frente a su rostro de una manera graciosa
- Lo voy a pensar- repitió reprimiendo una sonrisa, entrelazando su dedo con el mío antes de alejarse de mi- Tendrás que hacer algo más que una “pinky promise” para que te perdone…- continuo diciendo mientras se alejaba hasta la cocina
- ¿Piensas torturarme de esta manera?
- Es tu penitencia por haberme hecho enojar… Y en cuanto a ella… si vuelve a intentar hacer algo le sacaré los ojos- no pude evitar sonreír ante aquel comentario. Sabía que él no haría nada de aquello, era demasiado respetuoso como para decir algo con respecto a ella.
- ¿Te parece si esta noche te preparo de cenar?- inquirí ensanchando la sonrisa
- Vas bien MastuJun… A ver si de aquí a tres milenios decido perdonarte…- contestó abriendo el refrigerador y sacando una lata de refresco
- ¿Y si te compro ese nuevo juego para tu DS que tanto quieres?
- Lo pensaré seriamente…- me dedicó una sonrisa antes de darme la espalda nuevamente.

Después de todo, quizás su enojo se evaporara mucho antes de comprarle aquel juego.