domingo, 24 de febrero de 2013

Happy Valentine


Esto lo hice hace muchos meses atrás para complacerme a mí misma, pero, decidí compartirlo con ustedes... Espero que les guste como a mí me gustó (a pesar de que no sea de mi preferencia)
Aquí se los dejo :3

Género: Lemon
Extensión: One shot




Bien, me sentía como la Forever Alone más grande del planeta, todo por venir al cine un día como hoy, solamente en una cabecita tan cerrada como la mía cabía la fabulosa idea de venir al cine un catorce de febrero sola, sin amigas, sin mi hermana, sin nadie a mi alrededor. En resumidas cuentas, era una total y completa imbécil.

Compré la entrada, vería una película de acción, tratando de evadir la temática romántica, justo hoy se estrenaba el live action de Bokura ga ita y la larga cola le daba la vuelta al establecimiento. Eso sí, todos en parejitas, y eso era precisamente lo que quería evitar.

Me dirigí al snack bar, pues no había cenado aún y para que no me diese hambre iba a picar algo. Sentí una mirada clavarse justamente en mí, al observar por el rabillo del ojo, me di cuenta de que había un chico detrás mío, el cual miraba mi trasero con descaro; contuve las ganas de decirle que dejase de mirarme así y que atendiera a sus asuntos, más decidí ignorarle y no prestarle atención, pero el muy cínico continuaba dándose un festín gracias a mí.

- ¿Podrías dejar de mirarme?- pregunté sin volverme hacia él.
- Solamente espero a que compres, ¿qué no ves que hay una fila detrás tuyo? Simplemente soy parte de la cola- contestó con un tono de voz apacible
- Imbécil...- murmuré entre dientes, tomando lo que ordené y haciéndome a un lado mientras esperaba el cambio. Entonces el muchacho que antes me observaba se colocó a mi lado, ahí pude mirarle por completo.
Tenía el cabello negro, perfectamente arreglado, un poco largo, el flequillo tapaba su frente; llevaba una camiseta negra y una camisa a cuadros roja por encima. Era de complexión delgada y de baja estatura, pero aun así era más alto que yo; pantalones negros ajustados y en su rostro la mueca de una sonrisa sarcástica, en la barbilla tenía un lunar, el cual debía de admitir que era muy sexy.
- Señorita, su cambio...- comentó la chica que me atendía, sacándome de mi observación
- ¿Y ahora quién mira a quién?- inquirió el pelinegro sin quitar esa sonrisa de su rostro.


Tomé el dinero en silencio y me fui de allí, sintiéndome totalmente abochornada por lo ocurrido. "¡Es que eres una idiota Myu! sólo a ti se te ocurre quedarte mirándole como la baka que eres sin ni siquiera disimular", me reprendía mentalmente mientras me dirigía hacia la sala. Le entregué la entrada al encargado y entré; faltaba muy poco para que la película empezase y ya casi todos los asientos estaban ocupados, finalmente opté por sentarme en una esquina pegada a la pared derecha, a mi lado quedaba un solo asiento vacío, porque al lado de éste había una pareja de ancianos. Sonreí complacida, al menos ellos no harían nada que me hiciera sentir incómoda.

Apagué el móvil y lo guardé en mi bolso, sintiendo como alguien se sentaba a mi lado. Al alzar la vista, casi se me salen los ojos, ahí estaba de nuevo él, con su sonrisa cínica, con su electrizante presencia, con sus ojos cautivadores, en los cuales había un brillo de malicia, simplemente él.

No sabía que tenía, pero no había podido controlarme y mirarlo por completo en el snack bar. Era un chico muy atractivo y él lo sabía, por eso se comportaba de aquella manera, y por eso había llamado mi atención.

Las luces se apagaron y comenzaron los avances de las próximas producciones cinematográficas, por el rabillo del ojo vi como el muchacho se acomodaba más en su asiento y le sonreía a la ancianita antes de centrar su atención a la pantalla, haciendo lo mismo yo también.


La película se inició minutos después, y debía de admitir que no era precisamente muy entretenida, pero al menos no había parejas besuqueándose a mi alrededor. Suspiré y me llevé un puñado de palomitas de maíz a la boca, totalmente atenta a la escena; en ella se veía al protagonista disparándole a los villanos. Típico de las películas de acción, cuando de repente, algo casi me hace saltar del asiento...

Una mano acariciaba uno de mis muslos, colándose intrépidamente entre mis piernas. Miré con los ojos como platos al causante de aquella intromisión, y él sólo sonrió con malicia, fingiendo mirar la película. Atemorizada, cerré las piernas con fuerza, para impedirle que me tocase, tenía ganas de gritar, más no podía armar ningún escándalo allí; aquella sala estaba repleta de gente. Le dediqué una mirada suplicante para que parara, más el movió su mano, adentrándola aún más, a tal punto que sentía sus dedos acariciar la tela de mis bragas. Me debatía mentalmente en si le dejaba o no, pues no sabía qué hacer, sus dedos continuaban acariciando la tela de mi ropa interior, y luego de algunos interminables segundos sentí como emanaban fluidos de mi sexo.


A este paso, era absurdo seguir conteniéndome, e iba perdiendo la fuerza en las piernas, realmente deseaba sentir las caricias de aquél desconocido más allá de la tela.
Siempre había escuchado historias de chicas que tenían sexo salvaje con un desconocido, así que, ¿por qué no podía disfrutarlo yo también?

Tal vez me arrepintiese de por vida por lo que iba a hacer, pero me dejaría llevar; ambos nos miramos a los ojos en aquél momento y yo, lentamente, abrí las piernas, dándole permiso a que continuase con sus caricias. Él volvió a sonreír y lo escuché suspirar en cuanto sintió las bragas algo humedecidas... Sentí dos de sus dedos acariciar lentamente mi humedad, con suavidad, sin nada de profundizar aún, solamente estimulando mi clítoris. Contuve un jadeo y suspiré, ya había perdido el deseo de comer, no me importaba nada, salvo sentir los dedos del pelinegro.

Detuve sus caricias y alejé un poco su mano, adentrando las mías debajo de mi falda, bajando mis bragas con rapidez hasta mis tobillos; miré hacia atrás con disimulo y había una pareja besándose apasionadamente, totalmente inmersos en lo suyo. El ver aquello no hizo más que excitarme un poco más. Tomé mis bragas y las guardé en el bolso, sonriéndole al chico y abriendo nuevamente las piernas.

No dudo en volver a adentrar su mano en mi entrepierna, abriendo los labios de mi humedecido sexo y acariciándome nuevamente, ahora con un poco más de rapidez, haciendo que volviese a mojar, tornando sus caricias más resbalosas, más placenteras, más profundas. Uno de sus dedos resbaló hasta mi interior, mordí mi labio inferior y contuve un jadeo, moviendo las caderas de atrás hacia delante, ansiosa de sentir más.

Él me observaba con el rostro inexpresivo y volvió a mirar la pantalla, riendo al ver una escena graciosa, actuando con normalidad, como otro espectador más, sin imaginarse la gente las maravillas que hacían sus dedos dentro de mí. Un gemidito escapó de mis labios, pero nadie lo notó por el volumen de la película; continuaba moviendo las caderas con un poco más de rapidez, suspirando al sentir el segundo dedo en mi interior. Estaba más que excitada, y el temor de ser descubierta, hacía que me excitase aún más, él volvió a suspirar pesadamente y con el pulgar acarició directamente mi clítoris, haciéndome delirar del placer; me agarré con fuerza la tela de la falda, sintiendo como fuego líquido emanaba de mi entrepierna. A juzgar por la intensidad del placer, sabía que estaba a punto de llegar al orgasmo, y de verdad, quería, deseaba correrme sobre su mano.

Cerré los ojos y me imaginé con él, tumbados en mi cama mientras él me tocaba de la misma manera en como lo hacía ahora... Tan sólo de pensar aquellas cosas, me corrí, tuve un explosivo orgasmo, mordiendo mi labio inferior con fuerza, entonces él me observó y me regaló otra sonrisa al sentir mi cuerpo temblar por los espasmos. Sentía mis piernas como si fuesen de gelatina y el corazón me latía apresuradamente. Con lentitud él retiró su mano de mi interior, olfateando sus dedos con disimulo y lamer sus labios.

Aquello fue suficiente para hacerme perder los pocos estribos que me quedaban, en un impulso me puse de pie y le di una mirada significativa para que me siguiese. En cuanto iba saliendo de la sala, miré hacia atrás y él estaba detrás mío, en cuanto estuvo a mi lado, tomó una de mis manos y me llevó bruscamente al servicio de las mujeres. Este se encontraba totalmente desierto, él sin decir palabra, me tomó con fuerza de la mano y me adentró en uno de los cubículos.

- ¿Aquí?... Pero podríamos ser descubiertos...- susurré con nerviosismo
- Tiene su morbo, además, veo que te gusta eso del peligro de poder ser descubierta- contestó en voz baja, acorralándome contra la pared- además, no estoy en condiciones de esperar más, quiero metértela ya...- susurró en mi oído, haciéndome estremecer.
- ¡Maldita sea, hazlo ya!- exclamé. Me importaba un pepino si éramos descubiertos, lo único que quería era que me penetrara ya mismo.
Tomó mi rostro por la barbilla y me besó en los labios con brusquedad, pegando su cuerpo por completo al mío, haciéndome ver cuánto me deseaba. Llevó sus manos hasta mi trasero, apretándolo con fuerza y restregándome contra él, gemí en el beso al sentir su erección contra mi sexo, el cual se encontraba húmedo, palpitante y deseoso de sentirle sin las barreras que la ropa nos imponía. Su lengua se adentró en mi boca, entrelazándose con la mía, causando que latigazos de placer se extendieran por todo mi cuerpo, sin duda, no solamente él estaba impaciente.
- ¿Ya, ya mismo?- susurró contra mi boca, subiendo una mano hasta mis pechos, estrujándole con algo de brusquedad.
- Ya, del verbo ahora mismo...- jadeé contra sus labios y él sonrió, tomándome por la cintura y dándome la vuelta. Al escuchar el sonido de su cremallera abrirse, suspiré y relamí mis labios, abriendo las piernas para recibirle. Ahogué un gemido en cuanto su erección rozó contra mis nalgas.
- Deseaba hacerte esto desde que te vi en el snack bar con esa carita de chiquilla inocente... No sabes cuánto me ponen las chicas como tú- susurró en mi oído. Me apoyó totalmente contra la pared y me penetró de una sola estocada, haciéndome gemir de puro gusto; tenía tanto tiempo sin sentir esto, que sentía que moriría por el placer.

Comenzó a regalarme lentas estocadas, adentrándose cada vez más en mi interior con cada movimiento, haciéndome estremecer. Me encontraba tan húmeda, que podía sentir como mis fluidos descendían lentamente entre mis piernas; gemí sin poder evitarlo y comencé a mover las caderas al ritmo que él marcaba, deseando muchísimo más de él.

Una de sus manos continuaba sobre mi pecho, masajeándolo, apretándolo con brusquedad, mientras que la otra descansaba sobre mi cintura, acariciándola perezosamente. Su miembro entraba y salía rápidamente de mi interior con saña, llevándome al punto de la locura, él gemía por lo bajo en mi oído, mordisqueando suavemente el lóbulo y yo no hacía más que disfrutar de aquello, dejarme hacer, y dejar que aquél desconocido hiciese conmigo y con mi cuerpo lo que se le antojara.

Adentró la mano debajo de mi camiseta, subió un poco mi sostén, pellizcando suavemente mi pezón. Otro gemido cargado de placer salió de mis labios sin poder contenerlo, la mano que antes acariciaba mi cintura, tiró de mi pelo con firmeza y el ritmo de sus embestidas incrementó aun más. Podía sentir como su miembro chocaba contra el límite de mi cuerpo, haciéndome gritar del placer; a ambos no nos importaba el ser escuchados, ya que él no podía acallar sus gemidos, ya no se sabía en donde terminaba uno y en donde comenzaba el siguiente; los míos se habían convertido en gritos desaforados, dándole a entender cuanto me gustaba lo que me hacía.

- Así... ahh... Por favor, no pares...- susurré entre gemidos, sintiendo como mi entrada se contraía, estaba a punto de tener otro orgasmo y este sería muchísimo más intenso que el interior. Ladeé el rostro y volvimos a besarnos con intensidad, llevé una de mis manos hasta su cabello, acariciándole mientras me deshacía en suspiros y jadeos; tuve otro intenso orgasmo, apretando por completo su miembro, haciendo que él tirara de mi cabello nuevamente con fuerza y me apretara contra la pared, derramando su esencia dentro de mí. Gemí de solo sentir aquél tibio líquido en mi interior, mezclándose con mis propios fluidos.


Minutos después, cuando ambos nos tranquilizamos, nos acomodamos la ropa y salimos del servicio con rapidez, riendo sin poder evitarlo.
- ¿Tienes ganas de entrar a ver la película?- inquirí en voz baja
- En verdad, no. ¿Y tú?-
- No, no me apetece...- contesté mirando al suelo
- Te parece si vamos a mi apartamento, vivo a unas cuadras de aquí...- sonrió de medio lado y me miró con una interrogante
- No suelo salir con extraños- respondí con una sonrisa algo lasciva
- Ninomiya Kazunari desu- se presentó ofreciéndome una mano
- Hamasaki Myu- tomé su mano y la estreché, entrelazando sus dedos con los míos antes de que saliéramos del cine, a repetir en su apartamento lo que había ocurrido antes en los aseos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Jealousy


Les dejo este humilde drabble porque últimamente estos días han sido estresantes (la culpa es de las tareas y los quehaceres), y esto se me acaba de ocurrir ahora mismo, y se los quise dejar aquí ^^
Peace :3


Género: Fluffy
Pareja: Matsumiya
Extensión: Drabble



No podía evitar mascullar una maldición. Me molestaba no ser el centro de su atención, me fastidiaba totalmente que sus sonrisas no fuesen para mí, así fuesen momentáneas y sin significado…

Observé por el rabillo del ojo como le pegaba a Sho con el periódico en la cabeza, haciendo que éste riera a carcajadas y le empujase; suspiré pesadamente, tratando de concentrarme en la partida que estaba jugando. No por estar espiándole me iba a dar el lujo de perder.

- ¿Qué no piensan comenzar la grabación?- susurré para mí mismo, mientras escuchaba a Jun y a Sho hablar tranquilamente después de juguetear por un rato. Sabía que mi actitud era estúpida e inmadura, que no debía de ponerme celoso por esas cosas, eran simplemente amigos…

Pero yo quería todo de Jun.

Me daban celos verle hablar con alguien más, me daban celos verle reír y divertirse con otra persona que no fuese yo. Quizás estuviese enfermo, quizás mi amor se había convertido en obsesión o simplemente era puro egoísmo, pero, así era yo, y así era mi manera de quererle.

Continué prestándole toda la atención a la consola entre mis manos, olvidándome por completo de Sho y Jun, esbozando una débil sonrisa al ver que estaba a punto de pasar la partida y con un puntaje muy alto. Cuando en ese momento, sentí como el sillón se hundía levemente a mi lado, no hacía falta que alzara la vista para saber quién era, su conocido y embriagador perfume invadió mis fosas nasales.

- Estoy celoso, le prestas más atención a tu DS que a mí-

Alcé las cejas al oírle, ensanchando la sonrisa. Levanté el rostro, mirándole a sus preciosos ojos cafés y negando con la cabeza

- Jamás, sabes que lo nuestro es especial- dije refiriéndome a la consola- Pero nunca competiría contigo…
- ¿Qué harás esta noche?- inquirió acercándose más a mi
- No lo sé, no tengo planes. Nunca los tengo- 
- Ya los tienes, ven a mi casa, cenemos juntos- pausé la partida, cerrando el DS para dedicarle toda mi atención- ¿Qué dices?
- No pienso decir que no…- susurro antes de morderme el labio
- Entonces, nos vemos esta noche- confirma antes de darme un beso en la frente y salir del camerino. Siento las mejillas arderme y sé que estoy totalmente sonrojado… Y me siento estúpido, estúpido por celarle cuando sé que J sólo tiene ojos para mí.

jueves, 14 de febrero de 2013

Valentine's Drabbles


Como lo dice el título, son unos pequeños escritos relacionados con esta fecha, y los hice con unas de mis OTP favoritas... Espero que les gusten ^^
Feliz día de San Valentín a todas :3



Itadakimasu

Género: Fluffy
Pareja: Yama pair



Abrió los ojos lentamente, pestañando varias veces para acostumbrarse a la luz. No tendía a levantarse tarde, pero la noche anterior no se había ido a dormir temprano como siempre. Al incorporarse en la cama, vio una simple rosa roja descansando a su lado; debajo de la rosa había una nota. La tomó y la desdobló, sonriendo al ver su hermosa caligrafía.

“Sé que es algo trillado lo de dejar flores y notas al lado de la cama, pero hoy es un día especial para mí. Es el primer San Valentín a tu lado y quiero que sea sumamente especial…
Te espero en el comedor.”

- Ahí voy…- canturreó antes de tomar la rosa y conteniendo el estúpido impulso de olerla. La dejó sobre la mesilla antes de ir al baño a adecentarse un poco antes de ir hacia la cocina.

Se quedó con el pijama, bajando las escaleras con lentitud. A cada peldaño que descendía, más de pronto latía su corazón, sintiéndose a cada momento más expectante y nervioso.
La casa se encontraba en absoluto y sepulcral silencio, la brisa fría movía las cortinas de la sala. Sho le buscó con la mirada, pero no lograba verle por ningún lado; hasta que llegó al comedor…

Ohno estaba poniendo dos platos sobre la mesa, la cual se encontraba perfectamente arreglada, con pétalos de rosa dispersos por doquier, había preparado hot cakes, con fresas cortadas en formas de corazón, una ensalada de frutas rojas descansaba en un lateral, y un hermoso centro de mesa con corazones la adornaba. 

El menor ahogó un grito, sintiéndose conmovido por aquel hermoso detalle, pues el más que nadie sabía que su novio no era una persona amante a ese tipo de cosas. Las consideraba demasiado cursis e innecesarias.

- Ohno…- susurró cubriéndose la boca con ambas manos
- Hola Sho…- saludó con una sonrisa, llamándole con una mano
- Todo esto… Es… Hermoso- dijo el más alto esbozando una gran sonrisa- Lo odias, ¿por qué lo hiciste?
- Porque sé que a ti te gusta, y no me importa nada el hacer estas cosas por la persona que amo. Prometí hacerte feliz, y espero estar consiguiéndolo…- contestó Satoshi en cuanto Sho estuvo frente a él, tomó una de sus manos, besándola delicadamente en el dorso.
- Créeme, definitivamente, lo estás haciendo- respondió Sho, embargado por la emoción
- Feliz San Valentín…-
- Feliz San Valentín- repitió antes de entrelazar sus dedos con los de Ohno, besando suavemente la punta de su nariz, sintiéndose plenamente feliz al ver la manera en que aquél hermoso día había iniciado.




The Best Gift


Género: Shonen ai
Parejas: Sakuraiba, Matsumiya



 - ¿Le compro una caja de chocolates?-

El más bajo puso los ojos en blanco, emitiendo un sonoro suspiro. Llevaban toda la tarde planeando el regalo para el novio del mayor, pero todas las ideas que él tenía, no le gustaban a Nino.

- ¿No crees que es algo trillado?- inquirió en respuesta
- Puede ser, pero…- Aiba se dejó caer en el sofá de la enorme sala de su casa, Nino continuaba sentado en el suelo, jugando en la DS sin alzar la vista siquiera- Pero es que no tengo idea de qué regalarle este San Valentín…
- Entiendo perfectamente, es sólo que creo que Sho-chan se merece algo más…- pausó el juego, buscando las palabras indicadas- ¿elaborado quizás?
- ¿Un ramo de flores?-

Nino lo miró con incredulidad y entreabrió los labios ante aquella pregunta. Algo sorprendido por aquello, ¿cómo era posible que estuviese diciendo eso? ¿Es que acaso no conocía a su novio?

- ¿Es que no conoces a Sho? ¿Cómo vas a regalarle un ramo de flores? Ni que fuera una chica; no seas estúpido Aiba-chan… - se pasó la mano por la cara antes de continuar hablando- Es bastante fácil resolver este asunto sin tener que recurrir a tonterías como regalar flores…- el mayor lo miró esperanzado, esperando una respuesta- ¿Por qué no le preparas una cena romántica acá? Nada de pedir la comida, sino prepararla tú mismo, le compras un collar o un reloj, algo que él pueda conservar, y te aseguro que ese detalle le hará muy feliz-

Aiba esbozó una sonrisa, asintiendo vigorosamente. Aquella era una genial idea, era lo que menos podía esperar de Nino, y sabía que a Sho aquello le encantaría.

- ¡Perfecto! Gracias Ninomiya-kun, mañana mismo iré a comprarlo… ¿Me acompañas?
- Está bien, me parece una buena idea. Así no metes la pata al comprarle el regalo- dijo en voz baja, volviendo a centrar su atención en el aparatito azul que llevaba entre las pequeñas manos. El sonido del timbre les hizo guardar silencio, Aiba se disculpó y fue hasta la puerta,  haciendo una mueca de sorpresa al ver que detrás de ella se encontraba su novio.

- Vaya, el tráfico a esta hora está horrible…- dijo a modo de saludo, entrando a la casa mientras se quitaba el abrigo. Se lo entregó a Aiba, dándole luego un pequeño beso en los labios- ¡Hola Ninomi!- exclamó alzando la voz
- Hola Sho-chan… ¿No vino J contigo?- inquirió sin mirarle aun
- Si, lo dejé estacionándose. Quise subir primero para ver a Aiba-
- Sabes cómo es él, sólo le importa su noviecito- comentó Jun en aquel momento, también entrando al lugar, se quitó el abrigo y se lo entregó a Masaki después de saludarlo; caminando luego hacia donde se encontraba el mayor, le dio un beso en el pelo y se sentó finalmente, en el suelo, a su lado.
- ¿Qué película veremos?- inquirió Nino, cerrando el DS para centrar su atención en el recién llegado
- No lo sé, queda a elección de Sho-
- Queda a elección tuya, según a tu criterio, todas las películas que escojo son “antiguas y de mal gusto”- comentó el pelinegro haciendo comillas con los dedos- vamos Aiba, veamos que preparamos de comer, mientras ellos buscan que ver- añadió tomando la mano de Masaki y arrastrándolo hacia la cocina.

- ¿Qué quieres que preparemos de comer?-
- Palomitas y… no se… ¿algunos emparedados?- preguntó Sho en respuesta
- Perfecto- respondió Aiba sonriéndole a su novio antes de disponerse a ir hacia el refrigerador, pero Sho lo tomó por el brazo, halándolo hacia él
- ¿De qué hablabas con Nino antes de que llegara?- inquirió en voz baja, mirándolo a los ojos castaños que tanto amaba
- Eh… De… Etto…- balbució con nerviosismo- na… Nada importante…
- Aiba- protestó con una cálida sonrisa
- Hablábamos de tu regalo de San Valentín… No tenía muy claro lo que quería, pero Nino me ayudó- contestó en voz baja, sintiendo como las mejillas se le sonrojaban. El mayor suspiró sonoramente y ensanchó la sonrisa, sin soltar el agarre.
- Que lindo eres…- musitó en un susurro- No tienes que enloquecer por eso. Reconozco que ambos prometimos hacer de este San Valentín el más especial, pero… No importa lo que hagas, ni el regalo que me des. Lo único que verdaderamente importa es el poder pasarlo contigo- ambos volvieron a mirarse a los ojos, acercando lentamente sus rostros hasta que quedaron a escasos centímetros el uno del otro. Aiba sonrió levemente, rozando sus labios contra los entreabiertos labios de Sho, suspirando al sentir su conocido y dulce sabor, acariciando una de sus mejillas con extremada delicadeza, como si temiese romperle o hacerle daño con aquél simple roce.

- Ya encontré la película… Veremos Confessions. En unos minutos han de traerla- la voz de Jun los hizo separar sus labios, aun dejando sus rostros muy cerca, compartiendo el mismo aliento.
- Ya casi llevamos la comida, MatsuJun- respondió Sho sin dejar de mirar a Aiba, dándole un pequeño beso en los labios nuevamente- Ya verás, con o sin regalo, este será el mejor San Valentín de nuestras vidas…- susurró finalmente. Masaki asintió, prometiéndose a sí mismo que haría hasta lo imposible por lograrlo.



Midnight Games


Género: Lime
Pareja: Matsumiya


Era la novena vez que mascullaba una maldición en menos de cinco minutos, detestaba que lo hicieran esperar, y a Nino le fascinaba hacerle rabiar, así que pensaba que estaba haciéndolo adrede. Jun caminaba de un lado a otro en el estar de su apartamento, mientras esperaba por el mayor.

Aquella noche, mientras los demás mortales celebraban el día de San Valentín; Jun continuaba allí, caminando de aquí para allá, hasta que Kazunari se dignase a aparecer. Aquel día no tenía ninguna connotación especial para él; más bien era un día más en el calendario, a pesar de que siempre, año tras año recibía montones de chocolates por parte de las fans, y las mismas mujeres que trabajaban en su entorno.

A pesar de todo aquello, él y Nino habían decidido pasar la noche juntos, aunque Nino se empeñarse en negarlo, el menor sabía que aquel día era especial para él, y que el estar solo en su apartamento le haría sentir mal.

Pero ya estaba dudando de que realmente quisiera pasarse la noche con él…

Contempló su reflejo en el cristal del ventanal, la elegante camisa blanca se ajustaba a su largo y delgado torso, llevaba el corto pelo negro peinado hacia atrás; sus largas piernas enfundadas en unos pantalones negros con unos zapatos del mismo color a juego. Tenía el entrecejo levemente fruncido y aquella expresión en su rostro tenia nombre y apellido.

Minutos después, el sonido del timbre le hizo murmurar la maldición número diez; fue hasta la puerta dando grandes zancadas, abriéndola con lentitud. Nino esbozó una sonrisa adormilada al verle, acomodándose el abrigo de color azul claro, iba con unos vaqueros marrones y unos Nike blancos; la melena castaña algo despeinada y en uno de los hombros, llevaba el bolso.

- Perdona, me extendí un poco durmiendo la siesta, cuando desperté era bastante tarde- comentó al ver como Jun apoyaba una de sus manos sobre el quicio de la puerta, impidiéndole el paso
- Podías haberme avisado, ¿no crees?-
- Si, lo creí, pero… Me concentré más en alistarme rápido y olvidé llamarte. De verdad, perdón J- pidió con una mirada suplicante. Jun mordió su labio inferior al perderse en aquellos orbes castaños, derritiendo todo dentro de él. Por más que quisiese, simplemente, no podía estar enojado con Nino si le miraba de aquella manera.

Enojado consigo mismo por ser tan débil ante él, se vio a si mismo tomándolo por los hombros, uniendo sus labios con los suyos en un apasionado y ardiente beso, adueñándose de su boca con cada movimiento, reclamándole con su intrépida lengua invadiendo su húmeda cavidad y rozándola contra la suya varias veces. Nino por su parte, correspondió a su beso, rodeando su estrecha cintura para atraerlo totalmente hacia él.

Se separaron por la falta de oxígeno, ambos jadeantes, con la respiración algo agitada después de semejante beso. Nino volvió a sonreír, tirando suavemente del labio del menor con sus dientes, estremeciéndose al escucharle suspirar.

- No creas que estás totalmente perdonado…- susurró Jun, rozando sus jugosos labios contra los del mayor mientras hablaba. El castaño subió los brazos hacia el cuello de Jun, ladeando el rostro para volver a besarle con delicadeza, susurrando “perdón” con cada beso que dejaba sobre su boca.
- No seas cruel conmigo J, mira que deseaba muchísimo pasar esta noche contigo…- volvió a susurrar el más bajo, sintiéndose aliviado al vislumbrar la sombra de una sonrisa en los labios de Jun.

El pelinegro descendió las manos hasta el trasero de Nino, subiéndolo a horcajadas sobre él, Nino le rodeó la cintura con sus piernas, dejando caer su bolso en cuanto entraron al apartamento de Jun; temblando de expectación ante lo que pasaría en unos minutos.

Definitivamente, sería el mejor San Valentín de todos.




miércoles, 13 de febrero de 2013

Be With You 11


* Las cursivas son flashback.



- ¿Es de esta manera en que realmente quiero vivir?

Me pregunté en un susurro, tirado en el suelo del baño, observando el techo sin moverme siquiera El frasco de pastillas yacía en el suelo, con algunas píldoras regadas a escasos centímetros; trozos del espejo estaban desperdigados por el suelo y el lavamanos. La cabeza me daba vueltas, la mano izquierda me escocía por el dolor, pero aun así ninguno de aquellos malestares se comparaba con el dolor que llevaba dentro.

Mi vida había dado un drástico giro de 180 grados, todo, absolutamente todo se hallaba patas arriba y yo, lo único que había hecho era dejarme arrastrar hacia la deriva. Encontrándome sin fuerzas para seguir luchando, para seguir afrontando situación tras situación, simplemente estaba harto.

Quien dijo que el verdadero amor soportaba todo no era consciente de la enorme mentira que era esta frase; eso de que el amor todo lo soporta, todo lo puede, todo lo perdona, era una de las mentiras más estúpidas en todo el planeta, y más estúpidos aun eran quienes la creían.

Yo era uno de esos estúpidos.

Apreté un poco los puños, sintiendo como los cristales incrustados en la mano izquierda volvían a lastimarme, emití un quejido de dolor, quedándome allí tirado; me encontraba demasiado mareado y sin fuerzas para ponerme de pie. Aunque, siendo sincero, tampoco tenía ganas de hacerlo.

La melodía de mi teléfono celular rompió el silencio sepulcral en mi hogar, llenando la estancia con su dulce y alegre melodía; no sabía en donde se encontraba el condenado aparato, pero tampoco iría a atenderlo, tenía miedo que fuese él nuevamente y que volviésemos a decirnos cosas hirientes.

¿Cuándo fue en que me convertí en una carga para todos?
¿Cuándo fue que perdí la cordura y la poca dignidad que me quedaba?
¿Cuándo fue que dejé de ser yo mismo?



Había salido del camerino para comenzar las grabaciones de HnA, Sho y Ohno se encontraban en el set, mientras que Aiba terminaba de arreglarse; aquél día tendríamos como invitada a Horikita Maki, quien ya había llegado y estaba retocándose el maquillaje. Mientras avanzaba por el largo pasillo, me abotoné el abrigo correctamente y lancé un suspiro; me hallaba algo adormilado, no había podido dormir bien la noche anterior pues había tenido pesadillas…

- ¿Kazunari? ¡Que sorpresa verte!- alcé la cabeza al escuchar aquella voz estridente, encontrándome con el sonriente rostro de Mika, mi ex.
- Oh, Kaname-san, tiempo sin verte- contesté sin ganas
- Y volvemos con las formalidades… Ya te dije que me digas Mika, o Mika-chan, como antes…- comentó acercándose a mí sin dejar de sonreír
- Prefiero guardar distancias contigo- curvó los labios en una O, cubriéndose luego la boca con una mano antes de contestarme
- Vaya, ¿tan grande es tu odio hacia mí, Nino?-
- No te odio, sólo quiero guardar las distancias- repetí, sintiéndome cansado de sostener aquella conversación sin sentido.
- Vale…- rodó las pupilas por todo el lugar, centrándolas nuevamente en mí- ¿Y cómo la estás pasando sin tu amorcito? Difícil, ¿no?
- No quiero hablar de eso-
- Aw, ¿te duele hablar de tu novio? Ay, me da lástima tu situación Nino… Y pensar que quien veía a Jun tan perfecto y lleno de virtudes, resultó ser peor de lo que yo pensaba…No te imaginas cuanto me reí gracias al circo que montaron- añadió alzando una de sus perfectas y delineadas cejas- Espero que hayas disfrutado de ese regalito tanto como yo…

Todo ocurrió en una fracción de segundo. Me olvidé completamente en donde estaba y quien estaba frente a mí, extendí un brazo hacia Mika, tomándola por el cuello, y estampándola con fuerza contra la pared, sintiendo como la rabia se apoderaba de mí… Todo aquél mal rato, todo el sufrimiento, todo aquello por lo que era infeliz, no era más que una obra de ella.

Abrió los ojos, aterrada, mirándome fijamente, tratando de decir algo, pero las palabras se amontonaban, logrando articular algunos balbuceos.

- Vienes a decirlo así, como si fuese un chiste, un estúpido motivo para reír… -murmuré entre dientes- ¡Por tu maldita culpa, Arashi está yéndose al demonio, Mika! Y te juro que si eso llega a suceder, ¡VOY A MATARTE!- exclamé con fuerza, haciendo que ella comenzase a gritar.

Inmediatamente algunos rostros curiosos aparecieron para observarlo todo; unos brazos me sostuvieron por la cintura, separándome de ella. Mika se puso las manos en el cuello, comenzando a llorar histéricamente.

- ¡Voy a denunciarte, animal! ¡Esto no va a quedarse así!- exclamó antes de echarse a correr hacia su representante. Al mirar hacia atrás me di cuenta de que mi salvador era Aiba, quien me sostenía con el rostro inexpresivo. Sho y Ohno llegaron en ese momento, observándonos con una interrogante
- Por ahí vimos a Kaname-san, estaba llorando como loca, diciendo que alguien quería matarla… No sé por qué pensé en ti- señaló Sho
- Creo que… Deberíamos iniciar la grabación, más tarde hablamos de esto- comentó Aiba soltándome son lentitud. Los demás asintieron y emprendieron el camino nuevamente hasta el set- Espero que me cuentes todo cuando terminemos-

Asentí levemente siguiéndole los pasos. Durante la grabación del programa, a pesar de que intentábamos mostrarnos con normalidad, aunque había una ligera tensión en el aire, y todos sabíamos que tenía que ver con lo ocurrido minutos antes.


Sho se mesó el pelo, cerrando los ojos con gesto cansado. Nos encontrábamos en el camerino, les había contado lo que Mika me había dicho y mi reacción tras aquél comentario. Todos estaban sorprendidos, pues no era normal en mí el reaccionar así, era cualquier cosa, excepto una persona violenta; pero Mika había acabado con los límites de mi paciencia.

- Esa Mika es una pe…
- ¡Shh!- le interrumpió Sho a Aiba con un siseo. El aludido encogió los hombros, apenado
- Perdón, ¡es que me da coraje lo que hizo! Por su culpa, MatsuJun está en Corea… Y encima tiene la caradura de decir que va a denunciar a Nino. ¡Esa mujer es un demonio!
- Lo sé, pero no me gustaría que lo hiciera- contestó Sho por lo bajo- Esto podría acarrearnos otro problema…
- ¿Algo se nos puede ocurrir, no?- inquirió Ohno
- Si, pero no quiero que demande a Nino… Kitagawa pondría el grito en el cielo y nos arrancaría las cabezas- volvió a comentar Sho con semblante preocupado
- O quizás los traseros- añadió Aiba
- No les hará nada, me haré completamente responsable. Quizás no debí reaccionar así, pero Mika me provocó- dije cruzándome de brazos, tratando de parecer valiente, pidiéndole internamente a quien fuese que mi ex no me demandara.


Ese fue el comienzo de toda mi tertulia; el rostro de Mika en todas partes, diciendo el altercado que habíamos tenido y, obviamente, exagerando. Todo aquello le dio inicio al mayor de mis problemas. Kitagawa se enojó bastante conmigo, tuve que disculparme públicamente con Mika, y para rematar… Debía de aceptar terapia psicológica.
El sonido de mi celular volvió a quebrar el silencio, me escuché a mí mismo lanzar un quejido de protesta, incapaz de mover siquiera una pestaña. El cuerpo se me encontraba adormecido y el simple hecho de respirar se me hacía difícil.

- Quiero… Quiero… Acabar ya con esto…- susurré entre dientes, aminorando la fuerza en mis puños, los cuales estaban blancos por continuar cerrados aun. Mi mente divagaba, no paraba de reproducir lo ocurrido en días pasados; no sabía si culparme a mí, a él, o a Mika…

O simplemente aceptar que el mayor error que había cometido había sido el enamorarme de J.



- ¿Qué escriba lo que siento en un cuaderno?- la señora de algunos cuarenta y tantos, con el pelo recogido en un estirado moño y dulce sonrisa asintió con lentitud. A mi lado, Sho y Ohno nos escuchaban en silencio; a pesar de que mi madre insistió en ir, no se lo permití, pues lo único que quería era no regresar nunca más a ese lugar.
- Sí, es… como una manera de desahogar toda la presión que llevas dentro. Así no te asfixias con tus propias emociones- explicaba mientras hacía gestos con las manos. Sho asentía- No es nada del otro mundo, ni es obligatorio que lo hagas; simplemente es una manera de ayudarte…
- No lo sé, me parece algo… Raro- dije casi en un susurro
- Como te dije anteriormente, no es obligatorio que lo hagas; aunque eso me ayudaría muchísimo más a comprenderte. Según tu perfil psicológico, es probable que estés desarrollando una conducta sociópata y trastorno de bipolaridad; a veces no es necesario nacer con estas características; pues a veces, con algunas situaciones que se presentan en el diario vivir, alteran ese ciclo y comienzan los problemas. Es simplemente una manera más fácil para saber lo que piensas, Ninomiya-san…
- Vale- contesté sin ganas- Lo haré

No me encontraba en ánimos para discutirle siquiera. Ahora resultaba que gracias a esta mujer, todos creerán que me volví completamente loco… Por extrañar a J tenía “trastornos de bipolaridad” y por haberme enojado con Mika, era nada más que un sociópata. Reprimí una risilla sarcástica, sintiendo pena de mí mismo.

En esto era en lo que me había convertido… Visitando psicólogos, nuevamente detenido en el trabajo, pues con el escandalo armado por Mika casi me echan de Johnny’s Entertainment, continuaba aun sin saber nada de Jun y eso continuaba carcomiéndome por dentro, dejándome cada vez más vacío; tomando pastillas de litio para mantenerme más “tranquilo y estable”. Mi vida se había vuelto una mierda sin yo mismo haberme percatado de ello.

Sólo en mis sueños era completamente feliz, solamente en mis sueños tenia las cosas que realmente quería. ¿Quién iba a decirme que cosas tan sencillas, como  el despertar a su lado, molestarle en las grabaciones de los programas, jugar Wii con él, iban a ser precisamente las cosas que me harían sentir vivo?


Una solitaria lágrima rodó por mi mejilla, con algo de esfuerzo y torpeza me la limpie con el dorso de la mano derecha, dejando de sentir ya el escozor en la mano izquierda; sintiéndome feliz al sentir ya los efectos secundarios. Faltaba muy poco, muy poco…

Aquella noche prometía ser una de las mejores en los últimos días, se suponía que debía de estar eufórico, llorando de la felicidad, no tirado en el suelo del baño, contemplando el techo mientras recordaba el origen de todo aquello, en el lugar que pronto se convertiría en mi lecho de muerte.


No me gustaba atender llamadas de números extraños o restringidos, pero, mientras me preparaba un sándwich de queso para cenar, mi móvil comenzó a sonar. Al ver ese número extraño, más el código de área de Corea, no dudé ni un momento en contestar, atendí la llamada con el corazón latiéndome frenéticamente en el pecho.

- Ha… ¿Hai?- musité débilmente. El silencio reinaba al otro lado de la línea; segundos después, escuché su grave voz y todo se me desmoronó por dentro.
- ¿Hola? ¿Nino?- me puse una mano en el pecho, tratando de controlar el remolino de emociones que se agolpaban dentro de mí
- J… Al fin… Jun…- musité en un susurro- No sabes cuánto imaginaba este momento, cuanto quería el escuchar tu voz por lo menos...- sentí como se me quebró la voz. Él continuaba en silencio, mientras yo hacía un esfuerzo sobrehumano para no llorar.
- Nino… Nino, tranquilo ¿sí? A mí también me hace muy feliz escucharte al menos, este mes alejado de ustedes ha sido un infierno- contestó con voz apacible, todo lo contrario a mí, que me encontraba al borde de un ataque de nervios
- ¿Y cómo has estado? ¿Cómo pudiste contactarme? ¿Qué has hecho en estos días? ¿Te tratan bien? ¿La estás pasando bien allí? ¿Tienes libros al menos?...
- Nino- me interrumpió bruscamente- tranquilo- repitió
- Perdón, es que…- musité algo apenado. Pero algo no estaba bien, en el tono de su voz no se notaba la misma alegría que tenía yo, y aquello no me daba buena espina.
- Quiero que seas tú quien me cuentes… Que me expliques… ¿Qué es eso del escándalo con tu ex? ¿Cómo es que intentaste golpear a Mika? ¿Acaso te volviste loco? En la situación en que se encuentra todo y vienes a meternos más en el atolladero… ¿Qué no te das cuenta de que con esto es probable que no volvamos a pisar un escenario nunca más? ¿Es que no reparas las consecuencias de tus actos?- espetó con dureza
- Pero… Pero es que no sabes nada, J. Fue ella, por ella estás en Corea, fue ella quien envió a los paparazis…
- No me importa eso ya, lo único que me importa es poder regresar… Y lo dudo completamente después de esto.- me interrumpió nuevamente
- Jun, no seas así conmigo… Si hubieses estado en mi lugar lo hubieses hecho, no sabes lo difícil que es esto para mí. Joder… Me estoy derrumbando sin ti, y el ver frente a mí a la causante de todo este maldito embrollo… ¿Y quieres que actúe con cortesía y la felicite por lo que hizo? Lo siento, pero no me arrepiento de nada. De no haber sido por Aiba, la hubiese matado…
- ¿Estás escuchándote? Veo que este tiempo separados no te ha cambiado en absoluto, sigues siendo el mismo egoísta y caprichoso de siempre… Tú, tú y siempre tú. Te quejas de que la estás pasando mal, que estás triste, que no sé qué, pero al menos tú tienes a los chicos, tienes a tu familia, tienes a todos a tu alrededor… ¡Yo no tengo a nadie! Sólo tengo a los custodias, porque NADIE viene a visitarme, durante este tiempo solamente he visto a mi madre dos veces, y vienes tu a hablarme de sufrimiento… Cuando no has sufrido ni la mitad de lo que yo si he sufrido aquí. No lo sabes, ¡de verdad que no tienes ni puta idea!

Enmudecí tras aquellas palabras, mordiéndome el labio inferior con fuerza para contener las lágrimas de humillación que amenazaban con salir, abrasándome los ojos. ¿Cómo podía explicarle a Jun que no me importaba tener a nadie, absolutamente a nadie a mí alrededor? Que él se había convertido en el centro de mi vida, y ahora, que lo escuchaba, me daba cuenta de ello y de cuanto le echaba de menos.

- Quizás no lo sé, pero no puedes decir que soy un egoísta, pues todo lo que hago, lo hice pensando en ti- respondí en mi defensa. Él emitió una carcajada tosca, sin nada de humor.
- ¿Meterte en problemas por mí? No es la mejor manera de demostrarlo… ¿Qué no te cansas de ser un problema para todos? ¿Que no entiendes que al comportarte así estás preocupando a todos a tu alrededor? A tu familia, a los chicos, a mí… Madura ya de una vez, Nino-
- ¿Sabes qué? Ve a juzgar a otro, no tienes idea de las noches que no he podido dormir, pensando en qué estarás haciendo, no sabes cómo me encuentro realmente. Del Nino que dejaste hace un tiempo atrás, ya no queda nada…- dejé escapar un sollozo- ¡y lo poco que quedaba de él, tú acabas de matarlo!
- Kazu, por favor…
- ¡Cállate!- grité- tú no estás aquí, escuchando lo que dicen los demás, viendo como la gente actúa, como evitan mencionarte, como Kitagawa insiste en borrarte de nuestras vidas. Quizás estés viviendo un infierno alejado de todos, pero yo, aquí, con “todo el mundo a mi alrededor” también he estado viviendo mi propio infierno… ¡Así que deja de juzgarme y vete a la mierda!- exclamé antes de terminar la llamada, arrojando el móvil al suelo, al igual que el sándwich que estaba preparándome minutos antes.

Con el eco de las palabras de J resonando una y otra vez en mi cabeza, y dándole rienda suelta a las lágrimas contenidas, me dirigí hasta el baño, abriendo el botiquín y sacando el frasco de pastillas de litio.

- Con que una carga para todos, ¿ah?- musité mirándome al espejo, dándole un puñetazo. Pedazos de este cayeron sobre el lavamanos y el suelo; abrí el frasco, tomando un gran puñado de éstas y llevándomelas a la boca.

Voces en mi cabeza me decían que lo que hacía era incorrecto, pero yo sabía que aquella sería la solución al problema. Se acabarían mis actos egoístas, la preocupación de todos a mí alrededor, las palabras hirientes de J, los reclamos constantes de Johnny-sama, las charlas estúpidas con la psicóloga, la tristeza que se había apoderado de mí, los problemas…


Esbocé una triste sonrisa, cerrando los ojos, visualizando a J nuevamente. Me sonreía, me tomaba entre sus brazos, diciéndome que todo aquello no había sido más que palabras y que me amaba a pesar de todas las cosas. Una sensación cálida acogió mi adormecido cuerpo, se me taponaron los oídos y un absoluto silencio se apoderó de todo.
- Te amo, Jun…- musitaron mis labios antes de que dejase de sentir, de sufrir…


Antes de que dejase de vivir.