viernes, 24 de mayo de 2013

Be With You 16



Las manecillas del reloj continuaban moviéndose, impasibles; anunciando que ya eran las tres y cuarto de la tarde. J aun no me había llamado y tenía un enorme nudo en la garganta esperando por él.
- ¿Será que se arrepintió?...- susurré para mí mismo, volviendo a mirar el reloj con impaciencia- Él prometió hacerlo, así que, dejaré ya mi paranoia…
Me senté en la cama, dejándome caer en ella, viendo el techo con expresión ausente, no me moví en cuanto escuché un sonido proveniente de la almohada. Un momento… ¿la almohada?
Volví a sentarme sobre la cama con rapidez, sintiendo como el corazón me daba un vuelco cuando vi la pantalla de mi móvil encendido. Al ver ese número ya conocido, esbocé una enorme sonrisa.

Jun


Extendí la mano y tomé el aparato, mordiéndome el labio inferior con fuerza. No quería estar sentado, los nervios que sentí hace unos minutos volvieron a reaparecer con fuerza después de aquella llamada.

- ¿Hai?- dije al atender
- Kazu…- le escuché decir- Jamás pensé que harías eso por mí. ¿Es que acaso estás loco?
- Puede ser, cuando uno se enamora se vuelve loco…- contesté en voz baja. No podía ser que después de tanto, J terminase regañándome, pensé con tristeza.
- Es lo más estúpido que has hecho en tu vida, pero sabes qué? –suspiró- Me hizo muy feliz volverte a ver, Nino… el verte allí, escondido en la escalera me hizo darme cuenta de cuanto te eché de menos y lo miserable que me sentía por no tenerte a mi lado- sentí como los ojos se me llenaron de lágrimas al escuchar aquellas palabras.
- J…- musité en voz baja, sin saber qué responderle
- Estoy llamándote porque encontré un modo para que nos veamos hoy- me informó- Hay muchas cosas más que quisiera decirte, pero lo haré en cuanto te tenga en frente.
- ¿Ah sí? ¿Y qué tengo que hacer?- inquirí en tono bajo, aun me sentía emocionado por aquello. No podía creer que estaba hablando con Jun, no podía creer que él estuviese diciéndome que quería verme.
- ¿Estás completamente seguro de que quieres hacerlo?...


No, definitivamente no.
No podía hacer eso, estaba ridiculizándome MÁS.
Miré mi reflejo al espejo y solté un bufido, Mana-chan me observaba divertida y contenía la risa; ¿era cierto que iba a salir así para ver a J?

Tristemente la respuesta era sí.

- Debo de admitir que te ves hermoso, la peluca te queda súper bien y ni hablar de mi ropa…- solté un gruñido
- Deja de burlarte ya de mí, Manami. Suficiente tengo con el hecho de vestirme así para poder pasar la noche con J…- musité algo malhumorado. Volví a inspeccionar mi aspecto en el espejo; llevaba un vestido blanco, por debajo de las rodillas, algo holgado y con piedrecillas en el pecho, unos pantalones negros, largos y ajustados que por suerte eran míos, tenía el rostro perfectamente maquillado, y una peluca negra larga; el flequillo tapaba toda la frente y debía de admitir que estaba irreconocible.
- No me estoy burlando. De verdad, te ves muy lindo vestido de chica; Matsumoto-kun va a llevarse una enorme sorpresa…

Esta era la condición para verle; cuando J me llamó me dijo que había convencido a sus custodios diciéndole que iría una chica de “esas” a visitarle, y que necesitaba algo de privacidad. Le apagarían las cámaras dentro de casa, por lo que él y yo podríamos hablar sin que nos interrumpieran y sin que nos sintiésemos observados. Y yo como el baka que era, terminé aceptando aquella condición.

¿Yo quería ver a J no? Pues me tocaba vestirme de mujer.

- Y va a morirse de la risa al verme, de eso estoy completamente seguro- bufé
- No lo creo, además Kazu, tampoco seas de esa manera. Sabes que en su situación, no puedes aparecerte así como así, pues te puedes meter en tremendo problema, y ni hablar de la bronca que se le puede armar a Matsumoto-kun si te descubren allí- señaló Manami poniéndose seria
- Supongo que tienes razón.- asentí- Gracias otra vez…
- Ya deja de darme las gracias, tontito- me sonrió y me besó en la mejilla- ¿Y cuándo iras a ver a tu chico?
- Pues… - miré mi reloj de pulsera y suspiré- Dentro de media hora, me dijo que llegara sobre las ocho, que Midõ-san estaría esperándome en la puerta del ascensor. Solo espero que no quieran revisarme o algo así…
- No lo harán, él es un hombre y tú… eres aparentemente una mujer. Así que descarta esa idea, hermanito- frunció los labios- Por cierto, ¿qué nombre te pondrás?
- ¿Nombre? ¡Y yo que sé!- me encogí de hombros
- Debes tener un nombre femenino por si te preguntan, ¿no crees?
- Ah, no lo sé. Cualquiera que se me ocurra- dije volviéndome a mirar al espejo, todavía me costaba acostumbrarme a verme así.
- Aya, ¿te parece?- mi hermana sonrió
- Perfecto. Entonces Aya ira a darle una visita a J- confirmé con una nerviosa sonrisa.


Sentía como si mis piernas fuesen de gelatina, el corazón me latía desbocado en el pecho y el miedo volvía a apoderarse de mí, no quería que me descubriesen, pues eso significaba el final de ambos. A Jun lo dejarían para siempre en Corea, y a mí me decapitarían, eso seguro.
Dejé escapar un sonoro suspiro y miré a un lado del elevador, iba ascendiendo lentamente, demasiado lento a mi parecer, y mientras más subía, más nervioso me sentía. Tenía las manos sudadas y la impresión de que iba a morir de un infarto.

En cuanto las puertas del ascensor se abrieron de par en par, me sentí desfallecer. Un hombre moreno aguardaba frente a ella, esbozó una sonrisa al verme, y yo intenté corresponderle, pero sentía los músculos de la cara todos agarrotados. Esbocé torpemente el atisbo de una sonrisa y agarré con fuerza las solapas del abrigo que llevaba, pues aquella noche hacia una brisa fría.

- Konbanwa…- dije casi en un susurro, intentando que mi voz sonase femenina- Ashida Aya desu
- Konbanwa, Ashida-san- el joven hizo una reverencia ante mi y volvió a sonreir- Ya esperan por usted.

Asentí y me dejé guiar por Midõ, caminando con cuidado para no flaquear; llevaba unas botas de Mana-chan, pues ella no me dejó ponerme converse alegando que se vería muy “poco femenino”. En silencio me condujo por el elegante pasillo, pasamos frente a una puerta, la cual se encontraba entreabierta, y finalmente nos detuvimos frente a la que se hallaba a su lado. Midõ tocó el timbre dos veces antes de dirigirme una conciliadora sonrisa.
Segundos después, la puerta se abrió, y Jun estaba detrás de ella, llevaba unos vaqueros gastados, una camisa a cuadros azules y negros, el pelo algo despeinado y unas medias de algodón como única prenda en los pies, reprimió una sonrisa al verme, mordiendo su labio inferior y alzó una de sus pobladas cejas al verme.
- Gracias por haberla traído, Midõ-san- comentó en voz baja

El aludido solo hizo una pequeña reverencia antes de darnos las buenas noches y dirigirse hasta el apartamento del lado. J exhaló con fuerza, como si soltase todo el aire contenido por siglos, al igual que yo. Habíamos pasado la prueba.

Sin decirnos nada aún, él se hizo a un lado, cediéndome el paso; yo entré al apartamento en silencio, descalzándome en la entrada y suspirando en cuanto sentí que él tomaba mi bolso y me ayudaba a retirarme el abrigo.
- Gracias…- musité en voz baja, sintiendo como las mejillas me ardían
- No importa lo que te pongas, de igual manera te ves hermoso- comentó mientras colgaba mi abrigo en el perchero y se ponía delante mío, ofreciéndome una mano- Vamos, quiero mostrarte donde vivo.

Tomé su mano, mordiendo mi labio inferior en cuanto esa sensación cálida me invadió. Cuanto había echado de menos el volver a estar a su lado, el simplemente tomarle de la mano, el poder escuchar su profunda voz…

- Es un lindo apartamento- comenté mirando la sencilla decoración, aquel apartamento no gozaba de objetos ostentosos, pero de igual manera era muy confortable. Pero, a pesar de aquello, se sentía frío  no tenía la apariencia de un hogar, y entendía perfectamente porqué lo veía así.
- Querrás decir celda-
- J, yo…- comencé a decir
- Nino, sé que las cosas entre nosotros han estado mal, pero esta noche no te pedí que vinieses para discutir, no quiero hablar siquiera del infierno que he pasado aquí, lo único que quiero es poder estar contigo y volver a sentirme feliz así será por un rato…- se acercó a mí y me miró a los ojos sin soltar mi mano- Quiero pedirte perdón por haber sido un completo estúpido, por haberte hecho sufrir tanto con mis tonterías y mi actitud… quiero poder enmendarlo todo. Sé que es imposible, pero esta noche quiero intentarlo…- dijo en voz baja, entrelazando sus dedos con los míos
- No tienes que pedirme perdón, J. Si estoy aquí es porque significas mucho para mí y no iba a dejar que las cosas entre nosotros quedasen así… Hemos cometido muchísimos errores y los vamos a seguir cometiendo, pues no somos perfectos, pero de lo que si estoy seguro es que siempre vamos a buscar la manera de arreglar las cosas y continuaremos juntos, tal y como debe der ser, no?- Jun sonrió al escucharme y besó el dorso de mi mano con delicadeza
- Tú también significas demasiado para mí, Kazu. No puedo imaginar mi vida sin ti, sin tus repentinos cambios de humor, sin tus chillidos, sin tu hermosa sonrisa, sin tus reclamos y berrinches constantes… -sonreí apenado al escucharle, sintiendo como los ojos se me llenaban de lágrimas- Aquella noche, cuando tú…- se detuvo- Pensé que te perdería para siempre y si eso pasaba, iba a morir del dolor. Porque aún no me encuentro preparado vivir sin ti… Te amo, te amo como nunca imaginé hacerlo y quiero poder decírtelo cada día de mi vida…

Lo abracé con fuerza, sintiendo como las lágrimas rodaban por mis mejillas. Lo había hecho, finalmente había dejado de guardarse las cosas y me había dicho lo que realmente sentía por mí. Esbocé una débil sonrisa y me aferré a él con fuerza, no quería soltarlo ni un segundo más, simplemente no quería…

- Te amo demasiado, baka- suspiré- Al fin pudiste decírmelo…
- Y a partir de ahora te lo diré todos los días, a cada momento, cuando estés dormido, despierto, almorzando, bañándote…
- ¡J!- exclamé con una carcajada- ¡Estoy hablándote en serio!
- ¿Y quién dijo que estoy bromeando? Estoy hablándote en serio, no voy a dejar de decirte nunca cuanto te amo- Jun me besó en la frente y volvió a suspirar- Por cierto, te sienta el pelo largo…
- ¡Jun! En serio, voy a golpearte- me alejé de él y le empujé suavemente- búscame el bolso, voy a cambiarme de ropa, quiero volver a ser yo…
Él asintió y desapareció por unos segundos, regresando con mi bolso en una mano, me lo entregó con una sonrisa y yo me disculpé para ir al baño a cambiarme. Unos quince minutos después, ya totalmente desmaquillado, sin peluca y con mi ropa, salí de nuevo a la sala, pero no encontré a J por ningún lado; encontrándolo finalmente en la espaciosa cocina; me dirigí hacia él y lo abracé por detrás.

- ¿Que andas preparando?- inquirí en voz baja
- Estoy haciendo pasta, desde que llegué aquí no he cocinado nada, pero como esta es una noche especial…
- Jun…- protesté sonriendo enternecido
- Sólo digo la verdad, Nino. No me apetece cocinar para mi solo aquí- contestó mientras removía la pasta
- Pero lo hacías antes en Tokyo
- Pero en Tokyo las cosas eran distintas- ahí estaba ese tono amargo en su voz, y sabía que hasta que J no regresara a Japón no desaparecería.


Ayudé a mi novio a poner la mesa mientras él terminaba de cocinar, en cuanto todo estuvo preparado, nos sentamos en el pequeño comedor y mientras cenábamos, hablábamos de cosas sin importancia.

- ¿Cómo se te ocurrió la magnífica idea de que viniese vestido de chica?
- Porque una noche, mientras hablaba con los custodios, ellos me dijeron que si alguna vez quería ver a una amiguita, se los dijese…- respondió limpiándose la comisura del labio
- Te llevas bien con ellos, ¿verdad?- inquirí
- Un poco, ellos intentan que me sienta bien aquí. No sé si lo hacen por órdenes de Johnny o solo porque les da pena verme tan callado- se encogió de hombros y sonrió- Pero debo de admitir que siempre intentan que sonría, y eso se los agradezco mucho. Por ejemplo, hoy apagaron las cámaras del apartamento y los micrófonos, para darnos privacidad…
- Yo también me siento agradecido a pesar de que no los conozca bien. Pues mira que hacer tantas cosas por ti… - comenté en voz baja
- ¿Cómo dejaste las cosas en Tokyo?
- Todos creen que Mana-chan y yo estamos en Okinawa, que nos fuimos a unas vacacioncitas para despejarme la mente, cuando en realidad estamos aquí. Nuestras hermanas nos han ayudado demasiado, de verdad que si…
- Cuando vea a Ashiya le daré un enorme regalo- Jun tomó una de mis manos y sonrió- Qué quieres hacer ahora? Tenemos toda la noche para nosotros y apenas es temprano- dijo mirándome con una sonrisa
- No lo sé J, ¿puedes creer que me siento nervioso aun? No puedo creer que estemos juntos, que estés tomando mi mano y estés preguntándome que hacer ahora… -suspiré- Soñaba tanto con este momento que ahora que estoy viviéndolo no sé cómo comportarme, que hacer, que decir…

- Yo también me encuentro igual, pero a diferencia tuya, cuando no sé qué decir, hago esto…- acercó su rostro al mío y unió sus jugosos labios con los míos, besándome con ternura, sosteniendo mi mano con más fuerza mientras nuestras bocas se saboreaban entre sí; sus labios continuaban sintiéndose tan cálidos y tan suaves como los recordaba, J me besaba despacio, como si no quisiese perder detalle alguno de lo que estaba ocurriendo. Con la mano libre tomó mi rostro por la barbilla para no separarme de él y continuar con aquél dulce, lento e interminable beso que estaba despareciendo todo el frío en mi interior. Nos habíamos dicho cuanto nos amábamos con hermosas palabras, había llegado el momento de expresarlo con nuestros cuerpos…

jueves, 23 de mayo de 2013

Breaking Down


Género: Angst.
Pareja: Sakumoto.
Extensión: Drabble.

No se por qué los fanfics Sakumoto me quedan tristes e.e


"¡Sakurai-kun es tan kakkoi!"

"¡Cuando crezca quiero ser como tú!"

"¡Soy el mayor fanático de Sakurai-kun!"


Recordar aquellas cosas me hacía esbozar la mayor de las sonrisas, y al mismo tiempo, me entristecía hasta los huesos. Como extrañaba esos momentos en los que yo significaba todo en tu vida, cuando velábamos el uno por el otro de nuestro bienestar; quería traer de vuelta esos tiempos en los que me seguías a todas partes, cuando me veías con adoración y era más que un “superior” para ti.

No es quiero que me idolatres, no pretendo que me engrandezcas, sólo quiero poder estar a tu lado sin sentir que te incomodo, detesto los incomodos silencios entre nosotros, y sobretodo me duele el hecho de que las cosas entre tú y yo cambiaron de un momento a otro.

Sin darme cuenta comenzaste a crecer, dejaste de ser el chiquitín del grupo, dejaste de ser el chiquillo tierno que se sorprendía por cualquier cosa y que siempre tenía una sonrisa plasmada en el rostro. Te convertiste en todo un hombre, tus facciones se endurecieron y al mismo tiempo, tus sentimientos por mí; dando un cambio radical tan fugaz que cuando vine a darme cuenta de ello, apenas me hablabas.

Fue en aquél entonces cuando comprendí que estaba loco por ti.

¿Pero cómo confesarte mis sentimientos? Temía de tu reacción, no quería que me rechazases, pues ya siquiera tenías ganas de hablarme. Te había perdido, te había perdido completamente muchísimo antes de tenerte.

Lo único que me quedaba era refugiarme en los recuerdos, en aquellas memorias agridulces, en las cuales yo podía sentir que si me querías, quizás no de la misma manera como lo hago yo, pero albergabas cariño para mí en tu corazón. Muero por descubrir tus secretos, por saber que hay detrás de esa apariencia de chico duro que tienes frente a todos, pues algo me decía que debajo de esa coraza se encuentra el niño del cual me enamoré.


Y del que aún sigo completamente enamorado.

lunes, 20 de mayo de 2013

I still in love with you


Esta semana solo traigo puro lemon y más lemon, como la hentai que soy e.e

Género: Angst, Lemon.
Pareja: Machumiya.
Extensión: One shot.



Dolía admitir que no lo había superado aun.

Dolía terriblemente verlo sonreír mientras charlaba con Ohno en un lateral del set en el cual grababan el programa de aquella semana. Entrecerró los ojos y ladeó el rostro, intentando concentrarse en otra cosa que no fuese en ver a su ex comportarse como una colegiala con el líder.

Jun trató de ignorar el barullo de emociones que sentía en su interior. Se encontraba celoso; celoso al ver que a Nino no le había afectado su ruptura cuando él aun no podía sacarlo de su cabeza, cuando no había un día que no pensara en él y que no dejase de cuestionarse porqué habían roto.'

Después de un año todavía le echaba terriblemente de menos… a pesar de que frente a las cámaras guardaban las apariencias y se hablaban “amistosamente”, Jun sabía que aquello era pura fachada. En cuanto las luces se apagaban y se encontraban a solas, el mayor era indiferente con él; sólo hablaban lo necesario y había pasado de ser el siempre mencionado “J” a ser el apenas tomado en cuenta, “Matsumoto-san”.

- ¿Jun?... ¿Jun?... ¿estás escuchándome?- la mano de Sho se agitaba frente a su cara, haciéndolo volver a la realidad
- Ah… disculpa, estuve algo distraído- contestó mirando al mayor con una sonrisa apenada- ¿Qué decías?
- Que vamos a comenzar a grabar, nuestro invitado acaba de llegar- anunció Sakurai enarcando las cejas- ¿Sucede algo?
- ¿A mí?- se señaló a sí mismo- Para nada…- volvió a mirar a Ninomiya, quien le pegó a Ohno en el brazo juguetonamente antes de volver a reír- Absolutamente nada- repitió antes de alejarse de allí, dejando a Sho algo desconcertado.


Durante la grabación del programa sólo dijo lo necesario, fingió mostrarse interesado por anécdotas que siquiera escuchó, deseando el poder llegar pronto a casa y dejar de ver a Nino por aquel día. Ya sentía que sus flirteos constantes y sus sonrisitas estúpidas hacia Ohno le estaban irritando a sobremanera. Aquella debía de ser su manera de vengarse por haber terminado con él.
En cuanto acabaron de grabar el programa, Jun se apresuró a ir al camerino a cambiarse de ropa para irse a su hogar, encontrándose con Nino y Aiba. Su ex, al verle no dijo nada y sólo se limitó a recoger sus cosas, guardándolas en su bolso en silencio mientras Masaki le esbozaba una gentil sonrisa al recién llegado.

- Estuvo genial la grabación hoy, ¿ne?- inquirió sin dejar de sonreír
- Y que lo digas, fue muy divertido- mintió el menor, sintiéndose mal por decirle mentiras a Aiba
-  Muy divertido- corroboró- Yosh… creo que ya me voy, nos vemos luego chicos- se despidió con la mano antes de salir del camerino, dejándolos a ambos a solas.
Jun descartó la idea de cambiarse de ropa, así que sólo se limitó a recoger sus pertenencias para irse de allí, pero sintió la necesidad de aclarar las cosas con el mayor, pues le parecía estúpido e inmaduro que Nino estuviese comportándose de esa manera para hacerle sentir mal.

- Nino…
- ¿Hmm?- musitó sin siquiera voltearse a mirarlo
- Tenemos que hablar- anunció cruzándose de brazos.
- ¿Tú y yo? Lo dudo- respondió volviéndose hacia él, esbozando una sarcástica sonrisa
- Pues yo tengo cosas que decirte, Nino. Y me temo que tendrás que escucharme- el mayor alzó una ceja- Quieras o no.
- Bien, entonces habla- dijo mirándolo fijamente- Tienes diez minutos.
Jun emitió un sonoro suspiro, observando el rostro inexpresivo de su ex, quien continuaba con los brazos cruzados sobre su pecho. Éste hizo una mueca algo sarcástica y pasó la lengua por sus labios.
- Bien, entonces…- Nino miró su reloj de pulsera y suspiró, evidentemente incómodo
- Te restan solo nueve minutos. El tiempo se agota, J. Dime ya lo que sea que vayas a decirme- levantó una ceja, algo impaciente
- ¿Qué demonios pretendes haciendo eso con Ohno? ¿Crees que estás haciendo lo correcto comportándote de esa manera? Utilizándolo para hacerme sentir mal…- Nino abrió la boca en un gesto de sorpresa y esbozó una sonrisa.
- Un momento Matsumoto. ¿Te crees el centro del universo o qué? Ahora resulta que estoy “vengándome” de ti –hizo comillas con sus dedos y soltó una carcajada sin una pizca de humor- Déjame decirte algo corazón, yo no tengo por qué hacerte sentir mal, lo de nosotros pasó hace tiempo y sé que ambos lo hemos superado. Ahora, no es mi culpa que seas demasiado egoísta y te moleste verme divertir con otra persona… -fijó sus pupilas en él antes de continuar- Y creo que lo mejor es que te vayas acostumbrando a eso.
- Te conozco perfectamente, Nino. Sé cómo juegas, sé que te fascina hacer sentir mal a los demás con tus jugarretas extrañas; siempre me lo hacías cuando éramos novios, ¿recuerdas? ¡Siempre te ibas a coquetear con alguien más frente a mí para hacerme sentir como un mierda! –Exclamó acercándose al mayor- Dime, ¿que no me garantiza a mí que esta vez es diferente? Que esta vez lo estás haciendo simplemente porque si…
- Porque yo ya te olvidé, Jun.
Aquellas palabras penetraron como dagas heladas en su corazón, no podía ser cierto que Nino se haya olvidado de él con tanta facilidad cuando él todavía continuaba arrastrando el peso de su ausencia, cuando había noches en las que no podía dormir pensando en él.
- ¿Sientes algo por Riida?- inquirió en voz baja, mirándole a los ojos
- No es algo que te importe, y ahora si me disculpas, quiero irme, estoy cansado- musitó en un susurro apenas audible antes de tomar su bolso. Jun continuaba parado allí, sin decir absolutamente nada más, decidido a no molestar más a Kazunari. Aquellas palabras habían zanjado todo y el menor entendió que aquel era el final definitivo entre ellos dos. –Buenas noches, Jun- añadió antes de salir del camerino, dejando al menor a solas.




Días habían trascurrido después de aquella tortuosa confesión, y desde entonces, él y Jun continuaban más distanciados que nunca, pues ahora era el menor quien evitaba siquiera hablarle. Los demás miembros del grupo se habían dado cuenta, pero no querían intervenir debido a que tanto Nino como Jun eran demasiado temperamentales y querían ahorrarse un disgusto o una pelea innecesaria.

Nino se mostraba más gentil para con Jun, quizás era porque se sentía culpable. Y la verdad es que así era, pues no comprendía por qué le había dicho eso a Matsumoto, sabiendo que no era verdad, que sus sentimientos por el continuaban intactos, y se atrevía a jurar que ahora estaba muchísimo más enamorado de él, pero era demasiado orgulloso para confesarlo. Desde que rompieron, tenía una especie de máscara en el rostro y un muro alrededor de su corazón, escondiendo lo que realmente quería.

La gente está comenzando a sospechar de lo nuestro…”

Desde que escuchó aquello un año antes, su vida había cambiado radicalmente. Jun, el chico del cual estaba enamorado desde que tenía quince, su primer novio, su primer amante, la única persona a quien le había entregado el corazón, terminó con él simplemente por temor a lo que dijesen los demás si se enteraban de su relación. Aquello le destrozó por completo.

Es por eso que se comportaba así, fue exactamente por eso que le mintió a Jun, sintiéndose un completo miserable al ver la expresión de dolor en su rostro, pero, no podía simplemente dejar pasar las cosas, no debía volver a acercarse a él. Aunque su corazón se rompiese en mil pedazos, lo mejor era que estuviesen distanciados. Tal y como estaban ahora.

- ¿Hasta cuándo continuarás sin hablarle a MatsuJun?- inquirió Satoshi, sacándolo de su charla mental, haciéndolo volver a la realidad.
- ¿Ah?- parpadeó varias veces, esbozando una distraída sonrisa- ¿Nani?
- Dije, ¿que hasta cuando vas a seguir sin hablarle a MatsuJun?- repitió con lentitud, para que el menor entendiese lo que decía
- No lo sé Ohno, ¿quizás toda la vida?- contestó intentando sonar divertido, aunque no lo logró en lo absoluto.
- Nino…- movió la cabeza en señal de reprobación- Esto no está bien.
- Me da igual si lo está o no, lo mejor es que cada quien esté por su lado- dijo dándole una larga calada al cigarro, alzando el rostro ligeramente para expulsar el humo.
- Eres un cabezota.
- Yo también te quiero Ohno- sonrió nuevamente y dejó el cigarro en el cenicero, tratando de comportarse lo más jovial posible. A este punto, ya estaba arrepintiéndose de haber aceptado cenar con Ohno aquel viernes por la noche.



- Tu lo que necesitas es echar un buen polvo- sentenció Shun con una pícara sonrisa antes de tomar un trago de su cerveza- Y aquí hay muchas, muchas chicas dispuestas a hacerte el favor…
- Oguri-kun, ya basta. Eres un hombre casado; ¡no deberías de estar diciendo esa clase de cosas!- le reprendió Toma, dedicándole una severa mirada. Jun esbozó  una sonrisa al escucharlos y negó con la cabeza, tomó su botella y se dio un gran trago, dejándola casi vacía sobre la mesa.
- Yo no necesito eso. Lo he intentado y créeme, he quedado peor que como he empezado. Las mujeres se ponen histéricas, me gritan que soy un cerdo, patán e insufrible, y con el ultimo chico que intenté, le llamé Nino, y él también terminó ofendiéndose…- dijo Jun arrastrando las palabras
- Debes de acostumbrarte a decirle a tu pareja cosas como “mi amor”, “mi cielo”, “cariño”, así si estás con alguien más te evitas un problema o una sesión de sexo interrumpida…
- ¿Qué solo hablas de eso? ¡Por Dios Shun! Me temo que tienes un problema muy grave. ¿Es que acaso tú y tu esposa no tienen una vida sexual activa?- musitó Toma con gesto cansón
- Por supuesto que sí, es una de las razones por las que ella no se atrevería a dejarme…
- ¿Podrían ustedes dejar de hablar de sexo y parejas? ¿Desde cuando los detalles de la vida sexual de Shun han sido un tópico entre nosotros?- inquirió el pelinegro con una mueca divertida
- Nunca. Creo que lo mejor es cambiar de tema- aseguró el menor
- Yo creo que mejor me voy… tengo algo que hacer- anunció Matsumoto poniéndose de pie con lentitud
- ¿Qué iras a hacer? Dime que no vas a cometer una locura-
- Lamento decepcionarte, Toma, pero me temo que si- contestó Jun tomando su cárdigan y colocándoselo bajo la mirada de sus amigos
- No pienso detenerte. Si es lo que quieres hacer, te apoyo. Si necesitas un aventón o algo…- comentó Shun alzando las cejas
- No, no hace falta. Puedo conducir-
- Se cuidadoso al volante, y llámame en cuanto estés en tu casa- Toma suspiró pesadamente
- Mínimo eres su mamá- Shun le empujó suavemente y comenzó a reír- Ya sabes, Jun, cualquier cosa, nos quedaremos acá un rato más.

Matsumoto asintió y se despidió de ambos antes de salir del establecimiento a grandes zancadas, fue hasta su auto, poniéndolo en marcha y encaminándose hacia el único lugar en el que deseaba estar en aquel momento.


Parado frente a su puerta, Jun sentía que el valor se le estaba yendo, tenía miedo a que no quisiera abrirle o que lo mandara al infierno, pero ya no era momento de pensar en eso, solo debía actuar.

Tocó el timbre con calma, ignorando los alborotados latidos de su loco corazón. Tomó una bocanada de aire y volvió a tocar el timbre, suspirando pesadamente en cuanto le escuchó musitar un débil “Ya voy” desde dentro. Segundos después la puerta se abrió, y un Nino algo desorientado apareció frente a él.

Iba descalzo, con unos vaqueros ajustadísimos en color gris, la pequeña camisa a cuadros roja algo arrugada y el pelo ligeramente despeinado, tenía los ojos hinchados y enrojecidos, y una sonrisa adormilada en el rostro. Había estado durmiendo.

- Perdona por despertarte…- musitó el menor algo apenado. Nino se encogió de hombros, restándole importancia.
- No importa, igual debía despertarme. El sofá no es un lugar confortable para dormir…- dijo refiriéndose exactamente al suyo, el cual era bastante pequeño- ¿Qué quieres?- inquirió escrutándolo con la mirada. Paseó los ojos desde las botas negras, pantalones del mismo color, y el cárdigan purpura que llevaba aquella noche.
- Necesito hablar contigo-
- ¿Otra vez Jun? Creí haberte dejado bastante claro que tú y yo no teníamos absolutamente NADA que hablar…- Nino suspiró con impaciencia, mirándolo con el rostro ligeramente ladeado
- Por favor Nino, prometo no volver a molestarte nunca más. Sólo por esta vez, de verdad- lo miró suplicante y el mayor puso los ojos en blanco, haciéndose a un lado para dejarle entrar
- Si tiene que ver conmigo y Riida, desde ahora te anuncio que no voy a hablar de eso…
- No tiene que ver con él, tiene que ver conmigo- anunció Jun con voz apacible- con ambos…- añadió en voz baja, ante la atónita mirada del mayor.
- ¿Nosotros? Esa es una palabra que ya no existe en cuanto a ti y a mí se refiere-
- Kazunari, esto es en serio, ¿podrías dejar de lado el sarcasmo y escucharme? Necesito hablar contigo, de verdad- el menor se detuvo frente al más bajo, mirándolo a los ojos
- De acuerdo, dime- contestó en voz baja
- Nino… yo…- suspiró y se acercó más a él, dejando sus cuerpos a escasos centímetros- Yo sé que me olvidaste, que ya te da igual lo que pase conmigo, pero yo no. Aún sigo sintiendo cosas por ti, y quiero pedirte que…
- No pienso volver contigo- le interrumpió impasible
- Déjame terminar. No voy a pedirte que vuelvas conmigo pues tengo bastante claro que no me quieres…- Jun entrecerró los ojos, visiblemente dolido- Sólo quiero que por un momento olvides lo ocurrido meses atrás, quiero que me des la oportunidad de estar por última vez contigo… -se acercó más a Kazunari, acariciando una de sus mejillas con una sutileza casi surreal- Que me dejes hacerte el amor por última vez, que esta noche olvidemos que las cosas entre nosotros están hechas mierda y que te entregues a mí… por favor Nino, es lo único que te pido…- musitó en un susurro, descolocando por completo al mayor tras aquellas palabras.
- Jun, creo que no es correcto…- contestó en un murmullo
- Creo que lo que no sería correcto es que las cosas queden inconclusas entre tú y yo… Nino, por favor, sólo concédeme esta noche. Prometo dejarte tranquilo después de esto, siquiera voy a celarte con nadie, pero, dame una noche más… - Jun mordió su labio inferior, dejando su cálida mano sobre la tersa piel de la mejilla del mayor.

Nino emitió un suspiro, alejándose de Matsumoto, le afectaba demasiado aquella caricia y no quería que él se diese cuenta. Le dio la espalda preguntándose internamente cuál sería su respuesta; moría de ganas por decirle que sí pero, tampoco quería ponerle las cosas tan fáciles.

Hacer el amor con él por última vez…

Después de un largo e incómodo silencio, Kazunari se volvió hasta el pelinegro, mordiendo su labio inferior con un deje de nerviosismo. Se aclaró la garganta, observando como Jun se erguía en su totalidad frente a él, haciéndole sentir pequeño e indefenso.

- Está bien, Jun. Si eso es lo que deseas, voy a concedértelo… - susurró por lo bajo, alzando la vista y encontrándose con los penetrantes ojos del menor.


El más alto tomó posesión de la boca de Nino, sintiéndose estremecer en cuanto lo estrechó entre sus brazos, haciendo inexistente la distancia entre sus cuerpos; Jun suspiró pesadamente y acarició la espalda del menor con delicadeza, sintiéndose vivo de nuevo al estar tan cerca de Nino; aquel era un hermoso sueño del cual no quería despertar nunca.
Kazunari se puso de puntitas, rodeando su cuello con los brazos, entreabriendo los labios mientras ladeaba el rostro para profundizar más aquél beso, a lo que el pelinegro lo tomó como una invitación, penetrando con su lengua en su cavidad, recorriéndola con lentitud, deleitándose con su conocido sabor, y haciendo que el mayor dejase escapar un débil jadeo en cuanto las lenguas de ambos se acariciaron; primero con lentitud y hasta con algo de torpeza, y luego el ritmo fue acrecentando… lo que antes había comenzado como un delicado beso, se había vuelto en una lucha apasionada por dominar los labios del otro.
Sus bocas encajaban a la perfección, sus labios moviéndose en perfecta sincronía junto con el vaivén de las lenguas de ambos, haciendo de aquel beso uno de los momentos más íntimos vivido por ambos.

Se separaron para tomar oxígeno, ambos jadeantes y se miraron a los ojos por unos instantes. Nino tenía los labios ligeramente hinchados y enrojecidos, al igual que sus mejillas, que tenían un ligero rubor, lo cual le hacía lucir arrebatadoramente adorable.
- Echaba tanto de menos besarte…- musitó Jun acariciando los labios del mayor con el pulgar, inclinándose nuevamente para tomar posesión de su boca. Nino dejó escapar otro jadeo y mordió el labio inferior de Jun, tirando de él con sus dientes con algo de brusquedad, estremeciéndose en cuanto las enormes manos del menor acariciaban su espalda baja y se posaron en su trasero, apretándolo con fuerza contra su pelvis.

Jun dejó escapar un gemido que cayó en la boca del mayor, quien había llevado las manos hasta la corta y espesa melena de Jun, hundiendo sus dedos en él, mientras sentía como su miembro comenzaba a cobrar vida y a apretarse bochornosamente contra los ajustados vaqueros. Jun suspiró con pesadez y levantó a Ninomiya, sosteniéndolo a horcajadas sobre él; Nino rodeó su cintura con sus piernas y dejó escapar un débil gimoteo que hizo sonreír al menor al ver que su compañero también se encontraba tan excitado como él.
Después de todo, no continuaba siendo tan indiferente a sus caricias.

- Vamos ya a la habitación…- ordenó el mayor con un suspiro.

Siguiendo su petición, Jun asintió en silencio, encaminándose hasta la habitación de Nino, un lugar en donde había pasado tantas noches, en donde habían hecho el amor incontables veces. Todavía no podía creer que estuviesen allí a punto de hacerlo otra vez.
Al entrar a la estancia tenuemente iluminada, cerró la puerta a sus espaldas y dejó a Nino de pie frente a la cama; le dio un casto beso en la frente mientras comenzaba a abrir uno por uno los botones de su camisa, dejando su pálido y delicado torso al descubierto. Nino tembló ligeramente de expectación y entornó los ojos en cuanto Jun se puso de rodillas frente a él, besando su vientre con delicadeza mientras bajaba lentamente la cremallera de sus pantalones, con cuidado para no lastimarlo. Posó las manos en sus estrechas caderas y bajó la prenda con lentitud, dejando a la vista su miembro erecto, luchando por salir de la ropa interior.

Nino dejó escapar otro jadeo en cuanto sintió los jugosos labios de Jun contra su erección, dándole delicados besos por encima de la tela de sus boxers blancos, haciendo que la tela se humedeciera un poco y se tornase transparente. El más bajo dejó una mano sobre el pelo de Matsumoto, acariciándolo con delicadeza mientras él continuaba estimulando su miembro por encima de la ropa. Se encontraba excitadísimo a más no poder, deseaba que Jun le quitara la molesta prenda y se metiera su pene en la boca, iba a enloquecer si no lo hacía ya.

Jun pareció notar lo que quería, pues alzó la vista y esbozó una ligera sonrisa, deshaciéndose de la ropa interior de Ninomiya, dejando su miembro totalmente erguido contra su hermoso rostro. Tomó una bocanada de aire y sin dudarlo un segundo, lo introdujo en su cavidad, dedicándole lentas succiones que hicieron que Nino se aferrara con fuerza de él, pues sentía que las piernas le fallaron y un escalofrío le recorriera la espina dorsal. Profirió un prolongado gemido e hizo un mohín involuntario, sintiéndose enojado consigo mismo al ser tan débil.

El más alto se quitó el cárdigan, quedándose solo con una delgada camiseta blanca, aumentando el ritmo en sus succiones, sin dejar de mirar a Kazunari siquiera por un segundo, quería recordar todo, absolutamente todo lo que pasara esa noche, en especial las caritas que ponía su ex cuando se encontraba tan excitado, tal y como estaba ahora. Nino gimió nuevamente y mordió su labio inferior, arqueando la espalda, preso del placer mientras Jun acariciaba la base de su miembro con la mano diestra, mientras con la otra agarraba su trasero con fuerza, moviendo las caderas del mayor al ritmo que él quería.
- J…- ronroneó el castaño entre gemidos- Detente J…- volvió a gemir, mirando al menor a los ojos- Te quiero dentro de mí, ahora!- suplicó sonrojándose nuevamente.

Matsumoto se puso de pie, alzando una de sus pobladas cejas y se quitó la camiseta, arrojándola al suelo. Kazunari suspiró y mordió su labio inferior al ver su sólido torso y su bien marcado abdomen; el resultado de tantas horas en el gym. El menor se deshizo de sus pantalones y su ropa interior, quedando completamente desnudo frente a él, besándose apasionadamente. Nino rodeó su cuello con los brazos y ambos se dejaron caer sobre la cama, cayendo con algo de torpeza; sonrieron contra los labios del otro y entonces las íntimas caricias no se hicieron esperar.


La temperatura corporal de Nino se encontraba por los cielos, su erección se encontraba tan dura, que incluso sentía dolor. Los dedos de Jun continuaban entrando y saliendo con algo de dificultad de su estrecha entrada, pues ambos habían decidido usar lubricante, pues en todo ese tiempo, Nino no había vuelto a hacer el amor con nadie más, y eso hizo sentir a Jun una felicidad algo retorcida, al ver que el mayor aun no lo había superado, que todo había sido pura fachada.

Jun suspiró nuevamente y succionó la tersa piel del cuello del mayor, dejándole una marca rojiza, moviendo sus dedos lentamente en la entrada de su ex, deleitándose con sus delicados gemidos y con el movimiento de sus caderas.

- Estoy listo…- jadeó
- ¿Seguro?- inquirió Jun en un susurro apenas audible
- Si, Jun… Joder, hazlo ya…-

El aludido ensanchó la sonrisa y tomó a Nino por las caderas, mirando al mayor a los ojos mientras lentamente lo penetraba. Jun dejó escapar un gemido de puro gusto, Nino mordió su labio inferior y movió las caderas hacia abajo, haciendo que su endurecido falo penetrase por completo en él.

Jun comenzó a propinarle suaves estocadas, gimiendo sin poder evitarlo al sentirse aprisionado entre las deliciosas paredes del mayor. Extrañaba demasiado aquello, lo extrañaba demasiado a él

Nino movía las caderas al ritmo que Jun le marcaba, sintiendo como su piel, ya reactiva, se encontraba erizada por el cúmulo de sensaciones que se entremezclaban en su interior, amor, odio, felicidad, y placer, sobre todo mucho placer.

Ambos se movían al unísono, Jun escondió el rostro en el cuello del castaño, susurrando incoherencias mientras continuaba regalándole rápidas embestidas, sintiendo como el desatendido miembro de Nino rozaba contra su vientre con cada movimiento de ambos.
- Tócate- ordenó

Y como si una fuerza sobrenatural le obligase, Nino llevó su mano izquierda hacia su pene, propinándose rápidas sacudidas que le hicieron perder la poca cordura que le quedaba. Sus gemidos se habían convertido en gritos desaforados por las olas de placer que le arrastraban más y más. Jun gimió más alto y mordió el cuello de Nino nuevamente, dejándole otra marca rojiza en su inmaculada piel; Nino llevó la mano libre hasta el trasero de Matsumoto, agarrándole con fuerza, animándole a incrementar la rapidez en sus embestidas, sintiéndose a punto de explotar.

- Kazu…- gimió nuevamente

Nino sintió como su corazón daba un vuelco al escucharle decir su nombre después de tanto tiempo. Volvió a jadear y se abandonó por completo a Jun, arqueando la espalda nuevamente y sintiéndose estremecer al derramar sus fluidos en su mano, ensuciando también la pelvis del menor, el cual cerró los ojos con fuerza y se apretó más contra él, quedando ambos sin aliento después de aquél intenso y arrebatador orgasmo.

Jun se retiró con cuidado, saliendo del cuerpo del mayor, causando que un débil quejido se escapara de sus labios, Nino suspiró y tomó su rostro por la barbilla, besándolo en los labios delicadamente antes de tumbarse de espaldas nuevamente, intentando normalizar su respiración.


- Aun te amo, J…- susurró mirando hacia el techo
- No más que yo a ti, créeme. Cada día que pasa, te amo más y me siento como un completo idiota por haberte alejado de mí, no cuando lo que más necesito es tenerte a mi lado- confesó el menor sonrojándose ligeramente
- Me rompiste el corazón un año atrás.
- Lo sé, y siempre estaré arrepentido por ello- Nino suspiró al escucharle
- No sé qué hacer, Jun. Una parte de mí me dice que debo perdonarte y retomarlo todo, pero por otro lado, no quiero. Tengo miedo a que me hagas daño otra vez, temo a que me lastimes de nuevo- ambos se miraron a los ojos y Jun se sorprendió al ver a Nino con lágrimas en los suyos.
- No llores, pequeño… todo menos eso- abrazó al más bajo con fuerza, aspirando el aroma de su pelo – No tienes que pensarlo ya mismo. Déjame enamorarte, permíteme demostrarte que esta vez me importa un bledo lo que piensen los demás, que lo único que quiero es hacerte feliz mi Kazu…

Y por primera vez en tanto tiempo, ambos pudieron sentirse completamente felices.


- ¿Ven por qué no me gusta que vengan a mi casa? ¡Siempre comienzan a tocar mis esculturas!- exclamó un Ohno intentando parecer furioso, causando la risa de los demás al ver a Aiba manoseando un extraño objeto en forma de pez.
- No te preocupes, los daños y perjuicios los pagará Keio boy- contestó Jun con una sonrisa
- Por supuesto, ¡yo! El que se le sale el dinero de la billetera a borbotones, ¿no?- hizo un gesto gracioso y se tomó un trago de su vaso de sake. Nino los observaba con diversión, en especial a la persona que se encontraba frente a él.

Las cosas entre él y Jun habían cambiado favorablemente, pero el menor no le había dicho nada, absolutamente nada de regresar, a pesar de que los chicos notaron que estaba en plan de reconquista; y aquello les hacía sentir mejor, pues ya no se sentía esa molesta tensión cuando estaban a solas.

- El sake se acabó- gimoteó Aiba blandiendo su vaso vacío
- Iré por más- Jun se puso de pie, y Nino le imitó, yendo detrás de él
- Creo que quiero un poco de helado- musitó como excusa. En cuanto se encontró a solas con Jun en la cocina, rodeó su cuello con los brazos y le besó en la mejilla, dejando al menor completamente sorprendido.

- Quiero volver contigo…

Matsumoto esbozó una sonrisa e inclinó el rostro, besándolo con dulzura, estrechándolo en sus brazos con una necesidad loca. Nino no imaginaba la felicidad que le embargaba al saber aquello, y desde aquél momento se prometió nuevamente a sí mismo hacer feliz a esa persona para siempre, sin importar lo que pasara.

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Género: Lemon
Pareja: Sakuraiba
Extensión: Drabble




- Uhm… así… no te detengas…- susurró el castaño con un gemido cargado de placer, moviendo las caderas lentamente mientras hundía los dedos en el pelo del menor, estremeciéndose por aquella intensa sensación de tener su dureza atrapada en la cavidad de Masaki, quien se encontraba de rodillas, engullendo su erección con lentitud, totalmente entregado a ello.

Aiba suspiró y retiró el miembro erecto de Sho de su boca, dedicándole lentos lametazos, desde la base hasta la punta, sintiendo al mayor estremecerse bajo sus besos. Alzó la vista para verle y contuvo un gemido al verle con los ojos cerrados, mordiendo su labio inferior mientras intentaba contener, sin éxito alguno, los constantes jadeos que amenazaban con salir de su garganta.

- Masaki…- gimió nuevamente, tirando del pelo del menor con firmeza, pero con cuidado de hacerle daño- Por favor…
- ¿Qué es lo que quieres?- inquirió Aiba mientras acariciaba la base del falo del castaño, disfrutando al verlo tan excitado, apoyado contra la pared, totalmente expuesto hacia él.
- Chúpala.

El menor volvió a sonreír antes de obedecerle a Sho, introduciendo su erección en su boca, dedicándole delicadas succiones que le hicieron estremecer. Sakurai cerró los ojos con fuerza, gimiendo nuevamente en cuanto la mano del más alto estuvo en torno a su miembro, acariciando la base mientras continuaba succionando la punta sin acelerar el ritmo, haciendo enloquecer al mayor con aquello. Aiba contuvo un nuevo gemido, llevando una mano hasta el trasero de Sho, agarrándolo con fuerza mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos. En la habitación solo se escuchaban los incesantes gemidos del castaño, acompañados por el sucio sonido de las succiones que Masaki le propinaba, haciéndole perder el control.

Aiba suspiró nuevamente, llevando su mano libre hasta el bulto que se apretaba contra sus pantalones, la prueba visible de cuan mal lo tenía el ver a su chico disfrutar como un poseso de lo que le hacía. Comenzó a acariciarse por encima de la tela, dejando escapar unos leves jadeos mientras continuaba dándole placer al más bajo con sus labios, el cual ya se encontraba a punto de explotar; de su miembro salían gotitas del líquido pre seminal, dándole a entender a Aiba que ya faltaba muy, muy poco…

Sakurai mordió su labio inferior con fuerza y volvió a tirar del pelo del menor con algo de fuerza, moviendo las caderas con más ahínco, deseoso de sentir más de aquello que lo tenía ciego del placer.
- Ya casi…- gimió- No te detengas Aiba-chan…

Y con un último gemido se dejó arrastrar por las deliciosas sensaciones de aquél intenso orgasmo. Se sostuvo con fuerza de la pared, pues sentía las piernas como si fuesen de gelatina y como si el oxígeno existente no fuese suficiente para sus pulmones.
El menor se puso de pie, lamiéndose los labios para retirar el líquido de Sho impregnado en ellos. Esbozó una sonrisa y tomó al mayor por la barbilla antes de besarlo suavemente.

- ¿Te gustó?- susurró contra su boca
- Más que gustarme, me fascinó…- las mejillas de Sho se tiñeron levemente de carmesí- Pero tú…
- Yo nada- le interrumpió en voz baja
- No pienso dejarte así- sentenció el más bajo, rodeando la cintura de Aiba con sus brazos
- ¿Pero qué no tenías cosas pendientes?
- Definitivamente, pueden esperar…- contestó con una pícara sonrisa, tomando la mano de Aiba y llevándolo a la habitación para continuar aquel sensual juego.