Y he aquí la parte final del fic.
Espero que les guste a pesar de que está demasiado cursi >////<
Siempre pensé que si alguna
vez era invisible iba a pasarla bomba, jugándole bromas a todo el mundo y
haciendo lo que se me diera en gana, pero la realidad es que era totalmente
aburrido. Llevaba ya algunas horas viviendo en un mundo en el que yo no existía
y no encontraba nada entretenido que hacer; había buscado a mis amigos pero no
los había visto en ninguna parte, así que tuve que regresarme a casa, entrando
con cuidado para que no vieran la puerta abrirse “sola” y pensaran cosas raras.
Me quedé encerrado en mi
“habitación” por un largo rato, escuchando todo lo que había sucedido en casa.
Cuando mi padre regresó del trabajo, mi madre y Mai, mi hermanita, habían
comenzado a discutir de nuevo por el dichoso viaje ese; mi hermanito estaba
molestándolas a ambas mientras mi papá trataba de calmarlas e intentaba darle
la razón a las dos para no herirlas, y eso no hizo más que alborotarlas.
En cuanto la discusión
terminó, mi familia cenó y todos se fueron a dormir, yo salí a hurtadillas de
la habitación. Moría de hambre, quería comer algo, pues por más invisible que
fuese en esta realidad, mi estómago no lo era y necesitaba ingerir algo; así que
me dirigí a la cocina y me comí un enorme pedazo de pastel, unas manzanas y un
vaso de fideos que encontré por ahí. En cuanto me sentí satisfecho, me fui
escaleras arriba hasta mi escondite; al entrar me encontré con Kazunari sentado
en la cama, pegándome tremendo susto.
- ¿Cómo la está pasando,
señorito Invisible?- inquirió con una sonrisa
- Horrible. Aburrido a más
no poder, asustándome cada vez que apareces así de repente…- contesté cerrando
la puerta a mis espaldas.
- Yo también me encuentro
excelente, gracias por preguntar- dijo sin dejar de sonreír
- No estoy de humor para su
sarcasmo, señor Soy un Ser Mágico-
- ¿Qué te tiene tan
irritado ahora, Sho?- preguntó
- Nada, es sólo que… ahora
que nadie puede verme, es un poquito estresante, pero…- suspiré- No me preocupo
mucho, sé que no durará para siempre, esto es sólo un experimento…
- Ya.- se limitó a
responder Kazunari
- Me muero por saber cómo
está Masaki sin mí…- comenté en voz baja
- Pronto lo sabrás… muy
pronto lo sabrás- respondió el “ser mágico” antes de desaparecer.
Al día siguiente abrí los
ojos por el estruendo que sonaba en la planta inferior, Mai se encontraba
gritando histérica porque nuestro hermanito le había ensuciado la falda del uniforme
y el muy malvado estaba riéndose a carcajadas al verla.
Me senté en la cama y decidí
esperar a que todos se desayunasen y se fueran de casa para darme una ducha y
desayunar algo. Me preparé unos panqueques y huevos fritos; luego de higienizar
la cocina, salí de casa, encaminándome hacia mi escuela. Llegué después de
caminar por alrededor de media hora, tuve que entrar por la parte de atrás,
cruzando la pared, pues ya la puerta estaba cerrada y nadie iba a abrirme por
más que intentase gritar o algo.
Al entrar a la escuela,
suspiré y esbocé una sonrisa al ver a los estudiantes de primer año jugar al
futbol en el patio, mientras las chicas les animaban gritando sus nombres y
riendo entre ellas. Fui caminando hasta el edificio y me detuve en el descanso
de la escalera, en donde estaba el mural de los mejores estudiantes. No me sorprendió
no ver mi fotografía, ésta estaba reemplazada por la foto de un chico de mi
misma edad, al parecer; tenía el pelo corto en un tono castaño claro, rostro
inexpresivo y ojitos adormilados, debajo de la foto decía “Satoshi Ohno, 3B”.
- Está en mi curso, quizás
Aiba esté allí también…- comenté antes de ir escaleras arriba para ver qué
tanto habían cambiado las cosas en la escuela. Cuando llegué al aula, ésta se
encontraba con las puertas abiertas; entré por la puerta principal, buscando a
Aiba con la vista entre las personas que se encontraban allí.
Había rostros que ya conocía,
y al mismo tiempo había personas que nunca había visto en mi vida. Al mirar
hacia el fondo a la izquierda, vi a Aiba. Se encontraba hablando amenamente con
el mismo chico que había visto anteriormente en el mural, Ohno Satoshi… ambos reían
mientras Aiba parecía explicar algo con las manos. También mi mejor amigo lucía
un poco diferente; llevaba el pelo más largo, por el cuello, en un tono castaño
oscuro, casi negro. El uniforme perfectamente arreglado, no como solía llevarlo
antes, que nunca solía usar corbata y nunca se abotonaba la camisa
perfectamente; esta vez llevaba la camisa blanca arreglada y la corbata a
cuadros azules y negros ajustada al cuello. Ohno volvió a sonreír, empujándolo juguetonamente.
Me acerqué un poco más a
ellos, sintiendo una punzada de celos al ver a Aiba-chan divertirse con alguien
más. En ese momento, escuché unas risas detrás de mí, al parecer una chica había
llegado al aula y hablaba con sus amigas; luego sentí que alguien pasaba por mi
lado, era una muchacha, pero no cualquier muchacha…
Era Becky.
Estaba frente a la silla de
Aiba, y se inclinó a darle un beso en la mejilla. Masaki sonrió, tomando una de
sus manos con delicadeza.
- ¡Estoy enojada contigo,
Ma-kun!- exclamó la pelinegra- Prometiste ir a buscarme y no fuiste…
- Perdóname Becky-chan,
pero es que salí rápido de casa, estaba muy tarde y…
- No te preocupes, tu
hermano me lo contó- le interrumpió ella con una sonrisa
- Creo que Yoshimoto-kun
está llamándome, ya vengo…- musitó Ohno visiblemente incomodo, antes de ponerse
de pie y alejarse de la linda parejita.
Y yo allí parado como un imbécil,
viendo como Aiba y Becky se daban mimitos en pleno salón de clases; sintiendo
como a cada momento mi frustración aumentaba y como mi corazón iba quebrándose a
cada segundo trascurrido.
- ¡Los odio a ambos!-
exclamé antes de salir corriendo del aula, chocando con algunos estudiantes que
se encontraban amontonados en la puerta; continué corriendo por el largo
pasillo y me fui escaleras abajo, sintiendo como los ojos me escocían por las
lágrimas contenidas. Al salir del edificio, corrí hasta el enorme jardín trasero,
deteniéndome justo debajo de un árbol; me apoyé en él, respirando profundamente
para que el aire llegase a mis pulmones.
- ¡Kazunari! Kazunari, ¡ven
en este mismo instante!- le llamé pero nadie apareció- Maldito enano de mierda…-
mascullé entre dientes.
Segundos después, apareció
frente a mí; tenía unos pantalones cortos azul marino y una camiseta blanca con
una sudadera amarilla por encima; fingió mirarse las coloridas vans y finalmente
fijó la vista en mí, esbozando una enorme sonrisa.
- Eh, eh, es de mala educación
decir groserías, Sho-chan- comentó con diversión
- Es que te llamo y no
respondes- contesté de mala gana
- ¿Qué te sucede? ¿Están sucediendo
cosas que no te gustan?- inquirió sin borrar aquella sonrisa socarrona de sus
delgados labios.
- ¡No! Quiero regresar, ¡quiero
volver a mi mundo!- dije a gritos- Esto no me gusta, odio sentirme ignorado,
mis padres me necesitan, mis hermanitos son inaguantables, extraño mi habitación,
mis libros, mi cama, y quiero ver a mis amigos…- me detuve, sintiendo como los
ojos volvían a llenarse de lágrimas nuevamente- Y quiero que Masaki vuelva a
estar conmigo… no quiero verlo con esa chica, ¡no quiero que esté con Becky!-
exclamé a borde del llanto.
- Ah… no quieres que tu
amigo esté con esa muchacha…- dijo Kazunari en voz baja, como si estuviese
analizando mis palabras
- No, no quiero…- lágrimas
de rabia rodaban por mis mejillas
- ¿¡Es qué no has aprendido
nada!?- me miró a los ojos fijamente antes de lanzar un resoplido- Es
justamente por ESA razón que estás aquí… Eres demasiado egoísta! Las únicas palabras
que he escuchado de tu parte son “mi, mis y yo”, solamente tus cosas, lo que tú
quieres, lo que tú necesitas, lo que tú piensas y lo que tu sientes… No te has
detenido a pensar siquiera un segundo en lo que sienten los demás. ¿Y sabes
qué? Por esa razón es que en esta vida sin ti, Aiba está con Becky, porque ella
SÍ se preocupa por sus cosas, por sus sentimientos y sobre todo, pregunta antes
de actuar…
- ¿Qué estás queriendo
decir?- inquirí algo asustado
- Soy Cronos, amo del
tiempo y dispongo de él como quiero y cuando quiero… vine a ayudarte porque si
continuas siendo tan egoísta vas a terminar solo. Te traigo hasta aquí, te
muestro un mundo paralelo, te demuestro que los demás sí pueden ser feliz sin ti
y aun no lo has comprendido, Sho.
- Pero…- protesté
- Ayer, cuando Aiba no
llegó a su cita contigo porque estuvo con Becky, le insultaste y le hiciste
sentir pésimo- ladeó el rostro, acercándose más a mí- ¿Sabes por qué no llegó a
verte?
- No… No lo sé-
- No lo sabes porque no le
dejaste explicarte. Aiba estuvo con esa chica porque su madre tuvo un ataque al
corazón, y a tu amigo le dio pena dejarlas solas a ella y a su hermana en ese
momento…-suspiró- Y puedo apostar que aun sabiendo esto solo piensas en lo
tonto que fue al dejarte plantado a ti…
Sentí como el alma me caía
a los pies al escuchar aquello. Kazunari, o Cronos, o como se llamase tenía
toda la razón; era un ser despreciable.
- No lo sabía, si lo
hubiese sabido, todo sería distinto…
- No, no lo seria y lo
sabes perfectamente. Si ese chico te lo hubiese dicho, habrías pensado que era
una jugarreta más de Becky para “amarrarlo”- los ojos de Kazunari lucían centelleantes
de furia.
Me apoyé contra el árbol, dejándome
caer en el pasto, sintiendo como las lágrimas corrían sin parar por mis
mejillas. Él estaba en lo cierto, yo sería capaz de pensar en eso y más.
No era capaz de ayudar en
casa, no era capaz de creer en la gente, me comportaba como un patán, nunca me
importó si los demás se sentían mal por mis comentarios hirientes, pues en lo único
que estaba pendiente era de mí y de lo que tuviese que ver conmigo… Lo mejor
era que los demás fuesen felices sin mí.
En ese momento no era capaz
de decir ni media palabra, lágrimas silenciosas humedecían mi rostro mientras
aquel chico continuaba observándome, cruzándose de brazos. Apoyé la cabeza en
mis rodillas y rodeé mis piernas con los brazos, mordiéndome el labio inferior
con fuerza.
- ¿Qué clase de persona
soy?- gemí
- Alguien que necesitaba
que le abriesen los ojos- respondió en voz baja- Espero que hayas comprendido
la importancia de cuidar los sentimientos de quienes te rodean, que te des
cuenta de que a veces debes los demás a tu alrededor también tienen dolencias y
problemas, que a lo mejor sean más grandes que los tuyos, y que quizás necesiten
de ti para salir adelante; no es que te ciegues a lo que sientes, sino que
aprendas a tener en cuenta las prioridades de quienes te importan…
Continué en silencio,
escuchando como Kazunari volvía a suspirar.
- No sé cómo no me di
cuenta antes…- susurré
- Ya no importa, ahora vas
a tener chance para enmendar tu error. Espero que el instinto no me falle y que
te comportes mucho mejor ahora…- levanté el rostro, totalmente sorprendido.
- ¿Piensas regresarme?-
- Por supuesto, no voy a dejarte
varado en este mundo paralelo- esbozó una sonrisa y se inclinó frente a mí-
Porque ahora las cosas serán diferentes, ¿ne?
Asentí vigorosamente y
Kazunari ensanchó la sonrisa, asintiendo complacido. Luego todo a mi alrededor
se iba tornando borroso, y oscureciéndose poco a poco, hasta que el chico
frente a mí se volvió una mancha multicolor, desapareciendo finalmente.
El sonido de una piedra
chocando contra el cristal me hizo abrir los ojos, me di cuenta de que había anochecido;
al ponerme de pie, fui hasta la ventana, viendo a Masaki levantando un puño. Éste
esbozó una sonrisa apenada al verme.
- ¡Aiba-chan! ¿Qué haces aquí?-
inquirí con el corazón latiéndome desbocado
- Vine a verte, quise
disculparme…
- Shh… ¡Espérame ahí, ya
voy!- le interrumpí volviendo a sonreír.
Salí de la habitación a
toda prisa, bajando las escaleras con rapidez. Al pasar por la sala, vi a mi
madre sentada al lado de mi papá en el sofá; fui hasta ella y la abracé por detrás.
- Oh…- dijo sorprendida
- Mamá, perdóname por lo de
esta tarde, vine de mal humor y lo pagué contigo… no volverá a pasar- besé una
de sus mejillas y ella suspiró
- No tienes que disculparte
cielo, de verdad. Todo está bien.
- Igual acepta mis
disculpas mamá- sonreí- Ahora, si me disculpan, ya vengo.
Me dirigí con rapidez hasta
la puerta y la abrí, suspirando al encontrar a Aiba detrás de ella. Al cerrarla
nuevamente, me arrojé a sus brazos, él me estrechó con fuerza y dejó escapar un
sonoro suspiro.
- Sho-chan, yo…
- Shh, de verdad Aiba-chan,
perdóname tú a mí, no debí hablarte así. Fui un completo idiota egoísta, y sé
que te hice sentir mal con mis palabras, de verdad, perdóname- me separé de él
y lo miré a los ojos, Aiba solo se limitó a sonreír y asintió.
- Igual perdón por no
avisarte y dejarte plantado- musitó en voz baja
- Si lo haces de nuevo, te
mato- dije acercándome más a él y besándole en los labios muy despacio. Masaki se
quedó paralizado, pero luego terminó correspondiéndome, tomándome por la
cintura con fuerza mientras continuaba besándome con delicadeza, haciéndome sentir
el ser más feliz sobre el universo.
Tiempo después...
Me encontraba sentado en
aquél restaurante de comida rápida esperando por Aiba-chan, el cual ya tenía
quince minutos retrasado. Miré mi reloj de pulsera y no pude evitar soltar un
bufido; ya me había acostumbrado a la idea de que mi chico siempre llegaría tarde
a nuestras citas. Un rato después lo vi llegar, sonrió ampliamente al verme y
se acomodó el cárdigan negro antes de sentarse frente a mí.
- Discúlpame Sho-chan, es
que tuve que dejar a mi hermano en la casa de un amigo y se me hizo tarde…-
dijo a modo de saludo, acariciando una de mis manos.
- Despreocúpate Aiba-kun,
igual no esperé tanto por ti- musité en voz baja para que no se sintiese muy
culpable.
- ¿Puedo tomar su orden?- inquirió
el mesero deteniéndose frente a nuestra
mesa. Al levantar el rostro, casi me muero del susto. Era el mismísimo Kazunari
frente a nosotros, éste sonrió y guiñó un ojo al verme.
- Una hamburguesa doble de
queso con papas y refresco grande- respondió Masaki- ¿Y tú qué deseas,
Sho-chan?
- Lo… lo mismo…-
- Lo mismo para él- Aiba
sonrió
- ¿De qué sabor desean el
refresco?- inquirió Kazunari sin dejar se sonreír
- Coca cola- dijimos al unísono
- Perfecto. En un momento
les traigo su orden…
En cuanto Kazunari se hubo
alejado, volví a mirar a Aiba, tomando su mano con más fuerza, sintiéndome afortunado
por haber tenido la oportunidad de comenzar a cambiar las cosas negativas en mí
y aprender a ser menos egoísta, pues ahora era cuando realmente estaba siendo
feliz.
- Gracias, Kazu…- susurré
para mis adentros.
aawww que bonitoo >///<
ResponderEliminarmi qurido sho aprendio la lección *-*
asi que ahora en adelante sera feliz con su
querido Aiba ♥0♥ y mi ser magico tan picarón como siempre :P jejeje
Gracias! iza me gusto mucho a pesar que si fue cursi *-* pero ya sabes que me encantan ^O^