viernes, 10 de mayo de 2013

Cuidado con lo que deseas 2



Y he aquí la parte final del fic.
Espero que les guste a pesar de que está demasiado cursi >////<


Siempre pensé que si alguna vez era invisible iba a pasarla bomba, jugándole bromas a todo el mundo y haciendo lo que se me diera en gana, pero la realidad es que era totalmente aburrido. Llevaba ya algunas horas viviendo en un mundo en el que yo no existía y no encontraba nada entretenido que hacer; había buscado a mis amigos pero no los había visto en ninguna parte, así que tuve que regresarme a casa, entrando con cuidado para que no vieran la puerta abrirse “sola” y pensaran cosas raras.

Me quedé encerrado en mi “habitación” por un largo rato, escuchando todo lo que había sucedido en casa. Cuando mi padre regresó del trabajo, mi madre y Mai, mi hermanita, habían comenzado a discutir de nuevo por el dichoso viaje ese; mi hermanito estaba molestándolas a ambas mientras mi papá trataba de calmarlas e intentaba darle la razón a las dos para no herirlas, y eso no hizo más que alborotarlas.

En cuanto la discusión terminó, mi familia cenó y todos se fueron a dormir, yo salí a hurtadillas de la habitación. Moría de hambre, quería comer algo, pues por más invisible que fuese en esta realidad, mi estómago no lo era y necesitaba ingerir algo; así que me dirigí a la cocina y me comí un enorme pedazo de pastel, unas manzanas y un vaso de fideos que encontré por ahí. En cuanto me sentí satisfecho, me fui escaleras arriba hasta mi escondite; al entrar me encontré con Kazunari sentado en la cama, pegándome tremendo susto.

- ¿Cómo la está pasando, señorito Invisible?- inquirió con una sonrisa
- Horrible. Aburrido a más no poder, asustándome cada vez que apareces así de repente…- contesté cerrando la puerta a mis espaldas.
- Yo también me encuentro excelente, gracias por preguntar- dijo sin dejar de sonreír
- No estoy de humor para su sarcasmo, señor Soy un Ser Mágico-
- ¿Qué te tiene tan irritado ahora, Sho?- preguntó
- Nada, es sólo que… ahora que nadie puede verme, es un poquito estresante, pero…- suspiré- No me preocupo mucho, sé que no durará para siempre, esto es sólo un experimento…
- Ya.- se limitó a responder Kazunari
- Me muero por saber cómo está Masaki sin mí…- comenté en voz baja
- Pronto lo sabrás… muy pronto lo sabrás- respondió el “ser mágico” antes de desaparecer.

Al día siguiente abrí los ojos por el estruendo que sonaba en la planta inferior, Mai se encontraba gritando histérica porque nuestro hermanito le había ensuciado la falda del uniforme y el muy malvado estaba riéndose a carcajadas al verla.
Me senté en la cama y decidí esperar a que todos se desayunasen y se fueran de casa para darme una ducha y desayunar algo. Me preparé unos panqueques y huevos fritos; luego de higienizar la cocina, salí de casa, encaminándome hacia mi escuela. Llegué después de caminar por alrededor de media hora, tuve que entrar por la parte de atrás, cruzando la pared, pues ya la puerta estaba cerrada y nadie iba a abrirme por más que intentase gritar o algo.

Al entrar a la escuela, suspiré y esbocé una sonrisa al ver a los estudiantes de primer año jugar al futbol en el patio, mientras las chicas les animaban gritando sus nombres y riendo entre ellas. Fui caminando hasta el edificio y me detuve en el descanso de la escalera, en donde estaba el mural de los mejores estudiantes. No me sorprendió no ver mi fotografía, ésta estaba reemplazada por la foto de un chico de mi misma edad, al parecer; tenía el pelo corto en un tono castaño claro, rostro inexpresivo y ojitos adormilados, debajo de la foto decía “Satoshi Ohno, 3B”.

- Está en mi curso, quizás Aiba esté allí también…- comenté antes de ir escaleras arriba para ver qué tanto habían cambiado las cosas en la escuela. Cuando llegué al aula, ésta se encontraba con las puertas abiertas; entré por la puerta principal, buscando a Aiba con la vista entre las personas que se encontraban allí.

Había rostros que ya conocía, y al mismo tiempo había personas que nunca había visto en mi vida. Al mirar hacia el fondo a la izquierda, vi a Aiba. Se encontraba hablando amenamente con el mismo chico que había visto anteriormente en el mural, Ohno Satoshi… ambos reían mientras Aiba parecía explicar algo con las manos. También mi mejor amigo lucía un poco diferente; llevaba el pelo más largo, por el cuello, en un tono castaño oscuro, casi negro. El uniforme perfectamente arreglado, no como solía llevarlo antes, que nunca solía usar corbata y nunca se abotonaba la camisa perfectamente; esta vez llevaba la camisa blanca arreglada y la corbata a cuadros azules y negros ajustada al cuello. Ohno volvió a sonreír, empujándolo juguetonamente.

Me acerqué un poco más a ellos, sintiendo una punzada de celos al ver a Aiba-chan divertirse con alguien más. En ese momento, escuché unas risas detrás de mí, al parecer una chica había llegado al aula y hablaba con sus amigas; luego sentí que alguien pasaba por mi lado, era una muchacha, pero no cualquier muchacha…

Era Becky.

Estaba frente a la silla de Aiba, y se inclinó a darle un beso en la mejilla. Masaki sonrió, tomando una de sus manos con delicadeza.
- ¡Estoy enojada contigo, Ma-kun!- exclamó la pelinegra- Prometiste ir a buscarme y no fuiste…
- Perdóname Becky-chan, pero es que salí rápido de casa, estaba muy tarde y…
- No te preocupes, tu hermano me lo contó- le interrumpió ella con una sonrisa
- Creo que Yoshimoto-kun está llamándome, ya vengo…- musitó Ohno visiblemente incomodo, antes de ponerse de pie y alejarse de la linda parejita.

Y yo allí parado como un imbécil, viendo como Aiba y Becky se daban mimitos en pleno salón de clases; sintiendo como a cada momento mi frustración aumentaba y como mi corazón iba quebrándose a cada segundo trascurrido.

- ¡Los odio a ambos!- exclamé antes de salir corriendo del aula, chocando con algunos estudiantes que se encontraban amontonados en la puerta; continué corriendo por el largo pasillo y me fui escaleras abajo, sintiendo como los ojos me escocían por las lágrimas contenidas. Al salir del edificio, corrí hasta el enorme jardín trasero, deteniéndome justo debajo de un árbol; me apoyé en él, respirando profundamente para que el aire llegase a mis pulmones.

- ¡Kazunari! Kazunari, ¡ven en este mismo instante!- le llamé pero nadie apareció- Maldito enano de mierda…- mascullé entre dientes.

Segundos después, apareció frente a mí; tenía unos pantalones cortos azul marino y una camiseta blanca con una sudadera amarilla por encima; fingió mirarse las coloridas vans y finalmente fijó la vista en mí, esbozando una enorme sonrisa.

- Eh, eh, es de mala educación decir groserías, Sho-chan- comentó con diversión
- Es que te llamo y no respondes- contesté de mala gana
- ¿Qué te sucede? ¿Están sucediendo cosas que no te gustan?- inquirió sin borrar aquella sonrisa socarrona de sus delgados labios.
- ¡No! Quiero regresar, ¡quiero volver a mi mundo!- dije a gritos- Esto no me gusta, odio sentirme ignorado, mis padres me necesitan, mis hermanitos son inaguantables, extraño mi habitación, mis libros, mi cama, y quiero ver a mis amigos…- me detuve, sintiendo como los ojos volvían a llenarse de lágrimas nuevamente- Y quiero que Masaki vuelva a estar conmigo… no quiero verlo con esa chica, ¡no quiero que esté con Becky!- exclamé a borde del llanto.
- Ah… no quieres que tu amigo esté con esa muchacha…- dijo Kazunari en voz baja, como si estuviese analizando mis palabras
- No, no quiero…- lágrimas de rabia rodaban por mis mejillas
- ¿¡Es qué no has aprendido nada!?- me miró a los ojos fijamente antes de lanzar un resoplido- Es justamente por ESA razón que estás aquí… Eres demasiado egoísta! Las únicas palabras que he escuchado de tu parte son “mi, mis y yo”, solamente tus cosas, lo que tú quieres, lo que tú necesitas, lo que tú piensas y lo que tu sientes… No te has detenido a pensar siquiera un segundo en lo que sienten los demás. ¿Y sabes qué? Por esa razón es que en esta vida sin ti, Aiba está con Becky, porque ella SÍ se preocupa por sus cosas, por sus sentimientos y sobre todo, pregunta antes de actuar…
- ¿Qué estás queriendo decir?- inquirí algo asustado
- Soy Cronos, amo del tiempo y dispongo de él como quiero y cuando quiero… vine a ayudarte porque si continuas siendo tan egoísta vas a terminar solo. Te traigo hasta aquí, te muestro un mundo paralelo, te demuestro que los demás sí pueden ser feliz sin ti y aun no lo has comprendido, Sho.
- Pero…- protesté
- Ayer, cuando Aiba no llegó a su cita contigo porque estuvo con Becky, le insultaste y le hiciste sentir pésimo- ladeó el rostro, acercándose más a mí- ¿Sabes por qué no llegó a verte?
- No… No lo sé-
- No lo sabes porque no le dejaste explicarte. Aiba estuvo con esa chica porque su madre tuvo un ataque al corazón, y a tu amigo le dio pena dejarlas solas a ella y a su hermana en ese momento…-suspiró- Y puedo apostar que aun sabiendo esto solo piensas en lo tonto que fue al dejarte plantado a ti…

Sentí como el alma me caía a los pies al escuchar aquello. Kazunari, o Cronos, o como se llamase tenía toda la razón; era un ser despreciable.

- No lo sabía, si lo hubiese sabido, todo sería distinto…
- No, no lo seria y lo sabes perfectamente. Si ese chico te lo hubiese dicho, habrías pensado que era una jugarreta más de Becky para “amarrarlo”- los ojos de Kazunari lucían centelleantes de furia.

Me apoyé contra el árbol, dejándome caer en el pasto, sintiendo como las lágrimas corrían sin parar por mis mejillas. Él estaba en lo cierto, yo sería capaz de pensar en eso y más.
No era capaz de ayudar en casa, no era capaz de creer en la gente, me comportaba como un patán, nunca me importó si los demás se sentían mal por mis comentarios hirientes, pues en lo único que estaba pendiente era de mí y de lo que tuviese que ver conmigo… Lo mejor era que los demás fuesen felices sin mí.

En ese momento no era capaz de decir ni media palabra, lágrimas silenciosas humedecían mi rostro mientras aquel chico continuaba observándome, cruzándose de brazos. Apoyé la cabeza en mis rodillas y rodeé mis piernas con los brazos, mordiéndome el labio inferior con fuerza.
- ¿Qué clase de persona soy?- gemí
- Alguien que necesitaba que le abriesen los ojos- respondió en voz baja- Espero que hayas comprendido la importancia de cuidar los sentimientos de quienes te rodean, que te des cuenta de que a veces debes los demás a tu alrededor también tienen dolencias y problemas, que a lo mejor sean más grandes que los tuyos, y que quizás necesiten de ti para salir adelante; no es que te ciegues a lo que sientes, sino que aprendas a tener en cuenta las prioridades de quienes te importan…

Continué en silencio, escuchando como Kazunari volvía a suspirar.

- No sé cómo no me di cuenta antes…- susurré
- Ya no importa, ahora vas a tener chance para enmendar tu error. Espero que el instinto no me falle y que te comportes mucho mejor ahora…- levanté el rostro, totalmente sorprendido.
- ¿Piensas regresarme?-
- Por supuesto, no voy a dejarte varado en este mundo paralelo- esbozó una sonrisa y se inclinó frente a mí- Porque ahora las cosas serán diferentes, ¿ne?

Asentí vigorosamente y Kazunari ensanchó la sonrisa, asintiendo complacido. Luego todo a mi alrededor se iba tornando borroso, y oscureciéndose poco a poco, hasta que el chico frente a mí se volvió una mancha multicolor, desapareciendo finalmente.


El sonido de una piedra chocando contra el cristal me hizo abrir los ojos, me di cuenta de que había anochecido; al ponerme de pie, fui hasta la ventana, viendo a Masaki levantando un puño. Éste esbozó una sonrisa apenada al verme.
- ¡Aiba-chan! ¿Qué haces aquí?- inquirí con el corazón latiéndome desbocado
- Vine a verte, quise disculparme…
- Shh… ¡Espérame ahí, ya voy!- le interrumpí volviendo a sonreír.

Salí de la habitación a toda prisa, bajando las escaleras con rapidez. Al pasar por la sala, vi a mi madre sentada al lado de mi papá en el sofá; fui hasta ella y la abracé por detrás.

- Oh…- dijo sorprendida
- Mamá, perdóname por lo de esta tarde, vine de mal humor y lo pagué contigo… no volverá a pasar- besé una de sus mejillas y ella suspiró
- No tienes que disculparte cielo, de verdad. Todo está bien.
- Igual acepta mis disculpas mamá- sonreí- Ahora, si me disculpan, ya vengo.

Me dirigí con rapidez hasta la puerta y la abrí, suspirando al encontrar a Aiba detrás de ella. Al cerrarla nuevamente, me arrojé a sus brazos, él me estrechó con fuerza y dejó escapar un sonoro suspiro.

- Sho-chan, yo…
- Shh, de verdad Aiba-chan, perdóname tú a mí, no debí hablarte así. Fui un completo idiota egoísta, y sé que te hice sentir mal con mis palabras, de verdad, perdóname- me separé de él y lo miré a los ojos, Aiba solo se limitó a sonreír y asintió.
- Igual perdón por no avisarte y dejarte plantado- musitó en voz baja
- Si lo haces de nuevo, te mato- dije acercándome más a él y besándole en los labios muy despacio. Masaki se quedó paralizado, pero luego terminó correspondiéndome, tomándome por la cintura con fuerza mientras continuaba besándome con delicadeza, haciéndome sentir el ser más feliz sobre el universo.


Tiempo después...

Me encontraba sentado en aquél restaurante de comida rápida esperando por Aiba-chan, el cual ya tenía quince minutos retrasado. Miré mi reloj de pulsera y no pude evitar soltar un bufido; ya me había acostumbrado a la idea de que mi chico siempre llegaría tarde a nuestras citas. Un rato después lo vi llegar, sonrió ampliamente al verme y se acomodó el cárdigan negro antes de sentarse frente a mí.

- Discúlpame Sho-chan, es que tuve que dejar a mi hermano en la casa de un amigo y se me hizo tarde…- dijo a modo de saludo, acariciando una de mis manos.
- Despreocúpate Aiba-kun, igual no esperé tanto por ti- musité en voz baja para que no se sintiese muy culpable.
- ¿Puedo tomar su orden?- inquirió el mesero  deteniéndose frente a nuestra mesa. Al levantar el rostro, casi me muero del susto. Era el mismísimo Kazunari frente a nosotros, éste sonrió y guiñó un ojo al verme.
- Una hamburguesa doble de queso con papas y refresco grande- respondió Masaki- ¿Y tú qué deseas, Sho-chan?
- Lo… lo mismo…-
- Lo mismo para él- Aiba sonrió
- ¿De qué sabor desean el refresco?- inquirió Kazunari sin dejar se sonreír
- Coca cola- dijimos al unísono
- Perfecto. En un momento les traigo su orden…

En cuanto Kazunari se hubo alejado, volví a mirar a Aiba, tomando su mano con más fuerza, sintiéndome afortunado por haber tenido la oportunidad de comenzar a cambiar las cosas negativas en mí y aprender a ser menos egoísta, pues ahora era cuando realmente estaba siendo feliz.

- Gracias, Kazu…- susurré para mis adentros. 

1 comentario:

  1. aawww que bonitoo >///<
    mi qurido sho aprendio la lección *-*
    asi que ahora en adelante sera feliz con su
    querido Aiba ♥0♥ y mi ser magico tan picarón como siempre :P jejeje

    Gracias! iza me gusto mucho a pesar que si fue cursi *-* pero ya sabes que me encantan ^O^

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